¿Me deseas?

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                               CAPÍTULO CINCO

Sara vestía ropas un poco extrañas, no las había visto nunca en una mujer, ¿pantalones? no le importaba, estaba desesperado por arrancarle la ropa de un solo tirón, ella también quería hacer lo mismo, empezó a arrancarle la camisa con desesperación, necesitaban sentirse, unir su piel.

Se arrodilló ante ella y con la mirada le pidió permiso para continuar, la mirada que Sarita le daba lo excitaba aún más, esa mirada inocente y llena de lujuria al mismo tiempo.

Así que poco a poco empezó a desaprovechar el pantalón, a tocar su cintura, era tal y como la imaginaba, piel suave, lisa, deliciosa. Empezó a darle pequeños besos, desabrochó el brazier, no podía estar más excitado al ver los pechos redondos y erguidos de Sara, no podía  dejar de tocarlos y besarlos.

Franco la acostó en una fila de paja que había, los minutos pasaron y entre besos y caricias se unieron para ser uno solo, era totalmente perfecto.

Él no podía dejar de embestir a Sara cada vez que esta gemía su nombre, una y otra vez, era lo más erótico que había escuchado.

—No pares —le dijo acariciándole el cabello

—Claro que no —murmuró Franco antes de besarla de nuevo, enviándola directamente al reino de la perfección temporal.

Sara lo miró, se dieron un beso tierno

— Te amo Franco reyes
— Te amo Sara Elizondo

Los fuerte tormenta hizo que se despertara entre excitado, asustado ... ¿ por qué tuvo ese sueño? ¿ que era todo eso? Estaba seguro que era Sara, pero se veía distinta, cabello más corto, otra vestimenta.
Y el ¿ te amo? A qué vino todo eso...
Decidió no pensar más en eso e irse a dormir



************************

Franco Reyes llegó a la puerta de la casa alquilada, como ellos previamente habían acordado, estaba sin seguro, entró y la cerró rápidamente, dejando al resto del mundo de lado.

Solo en el hall de entrada , colgó su abrigo y subió las escaleras apresuradamente , mucho más ansioso de lo que debería estarlo.

!Cuatro días!

Cuatro días habían pasado desde que  había visto a Sarita por la última vez  y mismo adolescente enamorado, había pasado casi cada segundo pensando en ella, en las pecas que se asomaban por su escote, en sus labios, labios que se veían totalmente apetecibles, su deseo por ella estaba completamente desequilibrado, pero no había podido controlarse, sobre todo después de aquel erótico sueño, donde la escuchaba gemir en sus brazos, se preguntaba si así de dulce y excitante  se escucharía ella llamándolo por su nombre, en caso él le hiciera el amor.

Sacudió su cabeza para alejarse de esos pensamientos, pero no podía, Sara había invadido sus pensamientos, incluso en los momentos más extraños, él había pensado en ella, preguntándose dónde podría estar, qué podría estar haciendo.

Durante la noche, había intentado concentrarse en la entrada de dinero de su casino, en el despacho de comida y bebida , en los juegos y los clientes, pero frecuentemente se quedaba mirando fijamente el vacío, imaginándosela en su cama.
Él había fantaseado sobre cómo sería la habitación de Sara, cómo sería su ropa de dormir y cómo sería ella sin esas prendas, debido a su distracción, había perdido mil libras en un juego de cartas, una cantidad que raramente apostaba, simplemente porque no había podido enfocar su atención.

Cuando acompañó a su madre al teatro, no miró ni una vez el escenario, en cambio, había espiado los otros palcos, un poco impaciente, esperando que Sara Elizondo apareciera, para poder disfrutar de verla, aunque sea de lejos.

¿Lecciones sensuales? PDGV Franco y Sarita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora