La reunión

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                                 Capítulo 1

Franco Reyes entró a su despacho y cerró la puerta a medias, ni siquiera se preocupó en cerrarla completamente pues su personal estaba muy bien entrenado y ninguno se atrevería a entrar mientras él tenía una de sus tantas "reuniones" no porque ellos temieran su ira si lo interrumpiesen , sino porque ninguno de ellos podía aguantar presenciar lo que ellos incómodamente llamaban " la sesión de ruegos".

Las reuniones eran siempre desagradables, pero Franco había aprendido desde hace tiempo que esos encuentros eran sólo una de las facetas mas desagradables de poseer un establecimiento de juegos.

La mujer que esperaba por él en el cuarto pequeño no se preocupó en sentarse o servirse de la bandeja con té que un empleado había dejado para ella.
Al igual que todas  las otras mujeres que se habían vendido antes, estaba muy distraída disfrutando la comodidad del lugar, permanecía cerca de la ventana , enfocando su vista en la calle de piedra, viendo a la multitud de personas y carruajes que pasaban por allí.
El marco triste de la lluvia golpeando suavemente contra la ventana y el cielo gris sombreaba su figura de un modo interesante, al llegar ella se había quitado la capa, entonces Franco podía estudiarla abiertamente, sus ojos recorrieron todas las curvas acentuadas por el corte de su costoso vestido beige con blanco.
Era un vestido simple, uno que ella probablemente habia pasado horas seleccionando antes de decidir que serviría para esa ocasión, aunque a decir verdad, para su gusto, un poco sin gracia, pero la costura de excelente calidad le decía a él que ella llevaba una vida de incomprensible riqueza y privilegio.

Ella era menuda, lo alto de su cabeza sólo alcanzaba sus hombros, y era mucho más delgada de lo que a él le gustaría, aunque probablemente una circunstancia de su vida actual había causado esa pérdida reciente de peso.
Su cintura era minúscula; el resto de su torso bien formado estaba escondido por la curva de su falda, pero él siempre había tenido una imaginación vívida, con fácilidad, podía visualizar las curvas de sus caderas , sus piernas largas y sus pies delicados.
Mirándola de arriba abajo, él estudió su cabeza , preguntándose cual sería el color de su cabello. La mayor parte de el estaba escondido por su sombrero, pero un bucle perfecto oscilaba libremente, sin lugar a duda era castaño, lo que lo hacía pensar si sus ojos serían del mismo color o verdes, la parte de piel desnuda sobre su cuello le mostraba que era pálida y cremosa, el tipo de piel que sólo poseían las mujeres más ricas de San Marcos, pues sólo ellas podían disponer de las costosas cremas y polvos necesarios para mantenerla lisa y con aquel aspecto juvenil, además de un delicado perfume francés con aroma a rosas que flotaba a través del cuarto.

Desde su sombrero, pasando por la tela de su vestido, hasta sus zapatos de cuero, ella era el retrato patente de la riqueza y la nobleza colombiana.
Sus manos enguantadas distraídamente juguetearon con su bolsito.

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¿Lecciones sensuales? PDGV Franco y Sarita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora