CHAPTER ONE

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Me encontraba sentada abrazando mis piernas. Alejada de todos.
Este era uno de esos días donde simplemente no tenía ánimos de hacer nada.

O eso creía, hasta que la sensación de ser observada me llevó a levantar la cabeza, encontrándome con unos familiares ojos azules.
Era uno de los guardias, éste al verse descubierto rápidamente esbozó una dulce sonrisa.

Era alto, llevaba el típico uniforme blanco de manera impecable. Su cabello rubio parecía desordenado, sin embargo, estaba cuidadosamente peinado. Todo en él daba una pulcra imágen perfecta.

Pero lo que más me llamaba la atención eran sus ojos, tenía una bella mirada penetrante. Como si con un solo vistazo supiera exactamente lo que estás pensando.

En este momento era lo más interesante en toda la habitación.

Quise apartar la vista apenada, pero el comenzó a caminar directo hacia mí, al llegar se puso en cuclillas quedando casi a mi altura.
Su acción poco usual me dejó pasmada.

—¿No te interesa ninguna de las actividades?—soltó inmediatamente.

Probablemente me metería en problemas si me quedaba quieta sin hacer nada.

—Lo siento no es eso, sabe que la mayoría del tiempo me la paso sola—dije casi tartamudeando.

Tenerlo mirándome tan fijo y tan cerca me ponía nerviosa.

—Bien, si lo que te falta es un compañero, puedo quedarme contigo.—se levantó extendiendo su mano, la tomé casi por impulso y me llevó a la mesa de ajedrez.

—¿Sabes jugar?, si no es así puedo enseñarte, es bastante fácil.

Sabía cómo hacerlo, pero me faltaba bastante práctica.

—Sé algunas cosas, pero no soy muy buena.

Lo miraba un poco apenada, pero él sin perder su sonrisa me contestó amablemente.

—Mejoraremos entonces.

.

El juego transcurría tranquilamente en silencio, rompiéndose por las sugerencias que me daba ocasionalmente.

Ya conocía a Peter, fue asignado específicamente para hacerse cargo de mi. Las demás enfermeras y guardias evitaban tener demasiado contacto conmigo.

Y estaba mejor así, les había hecho daño a bastantes trabajadores, pero no era mi culpa, me obligaban a proyectar una imágen débil ante mis hermanos, sin embargo, mientras los demás descansaban o dormían, era todo lo contrario.

Casi siempre me sacaban de mi habitación, siendo trasladada a una sala especial, donde por medio de extenuantes pruebas medían mis capacidades.

El tipo que nos forzaba a llamarle "papá", era un completo monstruo.
No le importaba que estuviese agotada, decía que era importante llevar un detallado control de mis habilidades. Había días en que estaba tan cansada que no podía completar del todo bien los retos, el sólo me daba una mirada fría y trataba de encerrarme en un diminuto y oscuro cuarto como castigo.

Pero a veces me resistía.

Hubo una vez en que múltiples guardias hartos de tener que doblar turno trataron de castigarme con suma fuerza, no soporté seguir aguantando la frustración y simplemente exploté.

Me deshice de ellos lanzándolos contra la pared, grité tan fuerte que varios vidrios estallaron al unísono.

Las enfermeras no eran la excepción, desde pequeña, cuando papá no podía contenerme, algunas querían inyectarme tranquilizantes por la fuerza, eran especialmente hostiles conmigo.

Era cosa de todos los días, entrenar hasta el cansancio, resistirme a los maltratos, terminar con la mayoría del personal...

Hasta que terminaron asignándole a Ballard el trabajo que otros no querían hacer.

A diferencia de los demás, nunca se portó mal conmigo. En un inicio sospeché que su amabilidad era una fachada para ganarse mi confianza y sacarme la información necesaria.

Pero el me daba un trato genuinamente agradable. Me acompañaba durante las pruebas y de alguna manera convencía a papá de evitar alargarlas, lo cual agradecía ya que lograba que no se volvieran una completa tortura. 

Aunque sin dudas, lo que más me gustaba, era cuando secretamente me llevaba todo tipo de libros a mi habitación.
En un principio se me dificultaba la lectura, pero gracias a él ahora era mi único escape de la realidad.
Me encantaba leer maravillosas historias o aprender cómo era el mundo allá afuera.

Peter pasaba largos ratos conmigo procurando enseñarme todo lo que sabía, siempre recalcaba que me ayudaría a ver las cosas de una manera distinta.

El único inconveniente es que a pesar de su trato amable y su interés por mi bienestar, en ocasiones lo seguía sintiendo distante, como si evitara salir del límite de lo profesional.

Casi como, si quisiera poner una extraña barrera entre ambos.

.

—Parece que gané—. La voz del rubio me sacó de mi trance.

Mierda, me concentré en todo menos en el juego.

Solo atiné a darle una débil sonrisa mientras acomodaba nuevamente las piezas.
Íbamos a comenzar una vez más hasta que las puertas fueron abiertas por una mujer, captando inmediatamente la atención de todos.

—Peter Ballard, el Dr. Brenner lo necesita.

Se retiró tan rápido como llegó, en ese momento todas las miradas estaban puestas sobre nosotros.

—Parece que tendremos que dejarlo para después.

Lo miré suplicante. No quería quedarme sola.

Soltó una pequeña risa y se levantó del asiento.
Tomó el dorso de mi mano y comenzó a hablar.

—Volveré pronto, no tienes de que preocuparte—.Dicho esto me soltó y caminó hasta la puerta. Antes de salir me miró por última vez.

Miré a mi alrededor y todos reanudaron sus actividades.
Todos menos Dos. Él rápidamente se dirigió a la mesa y se sentó frente a mí.

—Parece que nos quedamos solos.

Quise evitar sus típicas burlas e irme de ahí, pero antes de darme la vuelta me tomó fuertemente del brazo.

Observó la cámara de reojo y suavizó su agarre.

—No podrá quedarse a tu lado todo el tiempo. Cero—dijo lo último arrastrando las palabras.

Justo en ese momento los guardias llegaron por nosotros. El tiempo libre había terminado.

Bien, otra prueba donde seguramente me darían una paliza.

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【𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍】Peter Ballard |001| (Fanfic Stranger Things) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora