POV POCHÉ
Un año después...
Suspiré satisfecha mientras acercaba a Calle... imposiblemente más cerca, si era sincera. Ya estaba pegada a mí, pero joder, la quería más cerca. Cerré los ojos y enterré mi cara en su pelo, inhalando profundamente, el aroma del champú de rosas que ella siempre usaba provocando un incendio en mi interior. Acababa de hacer el amor con
ella, bien y duro, largo y lento, pero estaba lista para volver a hacerlo.
El monitor de bebé en la mesilla de noche mostraba que el pequeño José seguía durmiendo profundamente, y aunque esperábamos que ya durmiera toda la noche, había momentos -incluso tramos- en los que no lo hacía. Pero por muy cansada que
estuviera, no cambiaría esto por nada.
Pasé la mano por su brazo, le agarré la muñeca con suavidad y le levanté la mano por encima de las mantas para poder mirar el anillo de boda que llevaba. Le había pedido que se casara conmigo en cuanto volví a casa, y sabía que eso era lo que quería hacer incluso antes de saber lo del bebé José.
Solo quería a Daniela en mi vida, y habría hecho cualquier cosa para hacerlo realidad.El último año había pasado en un borrón de lágrimas y risas, sonrisas y estrés. Y sí, fue jodidamente duro ser madre y esposq, y asegurarme de no estropear las cosas. Trabajé mucho debido a mi formación médica, y Calle habló de volver a estudiar, lo que hizo que el estrés fuera aún mayor. Y en el fondo solo quería que las cosas estuvieran bien para ella. Quería que las cosas fueran fáciles para nosotras, que siempre estuviéramos contentas y que no nos quisiéramos tirar de los pelos porque José se metiera en la harina y decidiera usarla en la cocina como si necesitáramos una remodelación.
Pero una vez más... no lo cambiaría todo por nada del mundo.
Solo tuvimos este momento en el tiempo, este trozo de vida que nunca volvería a suceder.
Nunca vería a mi hijo a esta misma edad. Nunca volvería a abrazar a mi esposa de esta manera. Y no quería darlo por sentado.
-Si pudiera casarme contigo de nuevo, lo haría, Calle. - me encontré diciendo antes de saber que las palabras estaban a la vista. Dormía profundamente, ni siquiera yo levantando su brazo la despertaba. Y no podía negar que me gustaba el hecho de que se sintiera tan segura y protegida en mis brazos, que pudiera estar tan profundamente dormida.
Volví a rodearla con mi brazo y enterré mi nariz en su pelo, inhalando una vez más.
-Cada día te amo más. - susurré entre sus cabellos. -Gracias por ser mi mejor amiga, por ser mi esposa y por darme a José. Gracias por hacerme esposa y madre. - Mi brazo la rodeó por reflejo. -Siempre has sido tú. - Me incliné para besar la suave piel de su hombro. -Y nunca habrá nadie más para mí mientras viva. - Nunca se habían pronunciado palabras más ciertas en la historia de la humanidad.