Extra #1

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Cuatro meses después de los acontecimientos del epílogo:

Sydney.

Mi respiración regular es marcada por el gran reloj en mi muñeca que he comprado hace unos días. Mientras, sigo marcando movimientos en forma "de infinito" encima de la Fitball.

Llevo quince minutos encima de esta cosa, haciendo movimientos suaves, calmados, moviendo la pelvis y la pelota a la vez. Intento mantener la respiración calmada en los últimos minutos que me quedan, procurando no mover los hombros intento.

Nadie me dijo que esto sería tan difícil...

El médico me ha recomendado pasarme algunos minutos al día haciendo esto, ya que han pasado más de treinta y siete semanas y aún no doy a luz (lo cual es muy raro en mi caso al tener gemelos, normalmente estos nacen antes)

Me bajo de la gran pelota, limpiando una gota de sudor que me corre por la frente. Camino a paso lento hacia la mesita donde vi por última vez mi celular. Mi madre me dijo que le llamara cuando terminara la sección de hoy para ayudarme con la cena.

Cada día que pasa es más complicado mantenerme de pie. La barriga la tengo demasiado grande y por ende, pesa muchísimo. No doy ni dos pasos y ya estoy jadeando, agotada.

Cuando llego a mi destino, me apoyo en en sofá con bastante fuerza para poder agarrar el móvil. Me siento en el sillón mientras busco el número de mamá. A los pocos timbres su voz se hace presente al otro lado de la línea.

—¿Has terminado, cariño?

—Si. Puedes venir cuando quieras.

—Ok, en cuarenta minutos mas o menos estoy allá. He tenido que ir a casa de unas amistades.

—Vale. —Tras decir eso, cuelgo la llamada.

Durante el embarazo, mamá me ha apoyado muchísimo. Estuve viviendo con ella hasta el quinto mes, pero al final decidí que lo mejor sería buscarme un alquiler temporal hasta dar a luz, para después ir a vivir a New York con ella y mis hijos y... bueno, encontrarle a él. Aparto ese pensamiento de mi mente. Ya eso da igual. No lo haré. Aquí está mi vida en estos momentos y no pienso renunciar a ella.

Me llega una notificación que me saca unos segundos de mis pensamientos.

Mamá: hija, han surgido algunas complicaciones, nada grave. Me demoraré un poco más en llegar, pero antes de las 6 pienso estar allá. El teléfono se me está quedando sin batería, así que si me llamas y da apagado es por eso. Te quiero cariño.

Yo: Está bien. No pasa nada. Tmb te quiero <3

Paso una mano por mi barriga, pensativa. Este último mes ha sido muy agotador para mi, por lo que mamá prácticamente se ha mudado para mi pequeña casa.

Cada día los dolores de las pataditas son más fuerte y por eso me cuesta muchísimo dormir, tengo la cara, los dedos y los tobillos hinchadísimos y una acidez estomacal horrible de aguantar.

Me pongo de pie con una lentitud dolorosa, cuando pasa.

Siento un líquido frío recorrer mis piernas.

—Mierda, mierda, mierda. —Suelto sin pensar. Si mi madre estuviera conmigo en este momento, seguramente me habría dicho horrores por soltar palabrotas, ya que según ella los bebés pueden escucharlo todo. Pero en este momento eso no me podría dar más igual.

Ok, Sydney. Que no cunda el pánico. Estás sola, pero eso no importa. Además, mamá llegará pronto.

Tomo mi celular para llamarle, pero maldigo en voz baja cuando su móvil da apagado. Joder, vaya suerte.

Cuando la sombra te persigue✅️ (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora