Capítulo 13: Profesor estricto+Alumna quejica=¡RUNS!

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-Idiota, engreído, estúpido, amargado. -Sigo enumerando los apodos y tirandole a la diana imaginando que es la cara de John.

Sinceramente, no sabía que tenía tan buena puntería en la Diana. Sonrío, imaginando nuevos insultos para el idiota.

Escucho la puerta abrirse y me giro en seco hacia esta, enarcandole una ceja al chico que está en la puerta.

-¿Lo has hecho tú? -Dice apuntando con su cabeza la Diana.

Asiento, caminando en dirección a esta y quitando los dardos para volver a hacer el mismo procedimiento de antes, ignorando a John, el cual se ha sentado en el banco que tengo al lado.

Comienzo a tirar los Dardos con una agilidad sorprendente y en menos de cinco minutos ya estoy secándome las manos con una toalla, agotada.

John sigue ahí, en silencio, mirando cada movimiento que hago con mucha atención.

-No se te da nada mal. -Dice y noto por el rabillo del ojo que se pone de pie y que comienza a caminar hacia mi -¿Lo has hecho antes?

Niego.

-Me he levantado temprano y me he encontrado con esta habitación. -Digo mirando hacia alrededor. Es un cuarto blanco un poco más grande que mi salón y cocina (Si, re humilde el tío). En el fondo está el juego de Dardos y la Diana, al lado de la puerta hay un pequeño sillón, donde se ha sentado antes Don idiota. Junto a la Diana hay una puerta de madera donde está la habitación de tiro, aunque no me he atrevido a entrar más de lo necesario en esta. Se nota el dinero del susodicho, no cualquiera puede tener una habitación solo para esto -He empezado a practicar y en poco tiempo he acertado en el centro. -Me encojo de hombros.

Asiente lentamente, bajando su mirada hacia mi cuerpo y sonrío por dentro, orgullosa por haber decidido ponerme una licra a media pierna y una blusa de tirantes pegada al cuerpo. Noto como se detiene en mis piernas antes de subir rápidamente hacia mis ojos.

-Interesante... elección. -Se podría decir que mi respiración se ha acelerado cuando se acerca a mi, que estoy pegada a la mesa de los dardos y que no tengo escapatoria, y acerca una mano a la altura de mi cintura. Mientras, yo me quedo quieta, mirandolo con expresión dura. Siento como su mano roza mi cadera pero no se detiene ahí. Frunzo el ceño cuando, con una sonrisa, pone un dardo frente a mi cara -No lo haces mal, pero podrías mejorarlo arreglando la posición de tus caderas. Algo así -Lo hace con una perfecta agilidad, dándole al centro de la Diana. -Vamos, te toca. -Me dice.

-¿Yo? Estoy agotada, me he pasado toda la mañana en esto.

-Pero ahora tienes un profesor que te diga cuando está bien y cuando no.

-No necesito un profesor.

-¿En serio? -Enarca una ceja -Demuéstramelo, Sydney. Mira, te daré cinco dardos. Al menos cuatro tienen que dar justo en el centro. Si no es así, hoy mismo empezamos con las clases.

Bueno, si él es el profesor no me molesta tanto perder, ¿eh? Solo lo digo para que tengas un poco en cuenta mi opinión.

No pienso perder.

Ya.

-¿Aceptas el trato, Sydney? -Pregunta en tono burlón.

-Acepto. Pero... ¿Qué gano yo si acierto en todas?

Se lo piensa unos segundos.

-Te responderé dos preguntas, las que tú quieras.

¡Tengo que ganar!

¡TENEMOS QUE GANAR!

-Mmmh -Me hago la interesante unos segundos, entrecerrando los ojos en su dirección -Vale, me parece bien.

Cuando la sombra te persigue✅️ (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora