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Antes de mudarme le prometí a mi primo que iba a tratar de vivir como una adolescente normal, el problema está en que soy un asco para eso

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Antes de mudarme le prometí a mi primo que iba a tratar de vivir como una adolescente normal, el problema está en que soy un asco para eso. Me pidió vivir, que la cagara cuantas veces quisiera, que riera, que llorara, que hiciera amigos y lo que más me pidió fue que me enamorara.

¿Cómo podía decirle que no? Era mi lazo más fuerte, él era mi vida social, fue quien técnicamente me crió. Él me concentía, me enseñaba, era una figura que podía ser llamada paterna. Aunque tenía cierta fobia social, le tenía miedo a mi padre y su desaprobación, así que era una promesa dura de cumplir.

Aunque ya llevaba un mes y medio en Las Vegas no había podido socializar, no hablaba con nadie y ya me habían construido una reputación de niña de papi, antisocial y egocéntrica. Aunque no era tan mala considerando que había unas reputaciones de "drogadicto", "zorra", "puta", "alcohólico" y un sin fin de términos despectivos.

Tomé mis cosas para salir del salón ya qué el timbre final del día había sonado. Debía ir a mi casa y hacer toda la tarea que tenía pendiente porque había estado algo ida desde mi encuentro con aquel desconocido hace dos semanas.

No podía olvidarlo, tenía algo llamativo, al menos así era para mí. Lo que me parecía extraño era no haberme topado con él en clases, o bien no compartíamos ninguna o solo estaba demasiado concentrada en mantener mi promedio como para darme cuenta si estaba sentado a dos lugres de mí.

Antes de salir tomé mis lentes de sol porque los rayos me hacían mal en los ojos, no sabía si mi mamá había tendió dificultades durante el embarazo pero lo cierro es que tenía algunos problemas médicos; uno de esos era un problema de mi córnea que la hacía sensible a la luz solar ya que si recibía demasiada podía quedarme ciega.

Subí al autobus para evitar retrasos para llegar a mi casa. Me urgía llegar porque si mi promedio no era de ocho a diez iba a tener problemas con mi padre, problemas muy grandes.

Busqué un asiento una vez me quité mis lentes y mi vista se detuvo en aquel ruloso que había estado acaparando mi atención en los últimos días. Noté que el asiento a su lado estaba libre así que caminé hacia este al no haber más libres.

Me senté y dude en si hablarle, no era antisocial porque quisiera, más bien mi padre me decía que la gente a mi alrededor era un estorbo para llegar a mi potencial así que iba a estar mejor sola que rodeada de mediocres.

—Hola —Lo miré con los labios separados cuando habló.

—¿Me hablas a mí? —pregunté sorprendida.

Dios, claro que me hablaba mí si me estaba mirando. Que vergüenza.

—Sí —Sonrió y asentí apartando la mirada—. Que coincidencia, ¿No crees?

Bittersweet Tragedy // Boris Pavlikovsky [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora