Annie 5

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Cuando abrió los ojos no estaba segura de si había despertado o si seguía en una pesadilla. La pesadilla más terrible de todas.

Lo primero que notó fue el fuerte olor de los mejunjes y pomadas de la enfermería. Después fue la voz del profesor Corin llamando a una enfuruñada profesora Amaranth.

-Tiene suerte, para la cantidad de caos que liberó, le daba mínimo una semana en coma.- Comentó la profesora confirmando sus temores. Le extendió una taza -Bebeló.

Annie debería haber preguntado que era, pero en su estado solo pudo obedecer y hacer una mueca, ante el sabor pastoso del lodo.

-¿Cómo te sientes?

Era una pregunta sencilla, pero Annie fue incapaz de responder. ¿Cómo se sentía? Nada y a la vez todo. Quería echarse a llorar pero sus ojos ya estaban secos e hinchados; quería gritar, pero ya no le quedaba voz, se sentía sucia y ningún baño lo revertiría. Deseaba estar muerta, pero esta aliviada de no estarlo. Quería salir de la enfermería y reunirse con Zein, pero no quería que la viera como un monstruo, porque eso era. Aunque no se sintiera así.

Ella era una makaris, no había duda. El caos había sido invocado a su voluntad y todavía sentía sus restos en las entrañas. Negarlo no serviría de nada.

-Necesito que respondas ¿Te sientes mareada? ¿Náuseas? ¿Sed?.- La profesora Amaranth la interrogó y ella solo asintió y negó con la cabeza.

¿Qué sentido tenía? Nada de lo que le diera la mujer de las serpientes cambiaría su situación ¿Qué importaban un par de hormigueos?

Miró sus manos. Aunque esperaba ver algo nuevo, seguían siendo las mismas de esa mañana. ¿O del día anterior?

¿Cuánto tiempo llevaba en coma? ¿Qué habría pasado en todo ese tiempo? ¿Le habrían dicho a sus padres? ¿Qué pensarían ellos de esto? ¿Qué pensarían los mellizos de ella?

-Annie- La llamó el profesor Corin, sacándola de sus pensamientos. -Todo estará bien.

La sonrisa en su rostro y la mano en su hombro era de aliento. Muy en contraste con su nerviosismo habitual. Annie jamás había odiado tanto la ingenuidad de su profesor como en ese momento.

-No me mienta, por favor.- Su voz sonaba áspera a falta de uso.

-No lo hago

Su expresión era tan sincera, que Annie solo bajo la mirada y negó con la cabeza. No estaba de humor para discutir con él. Su profesor siguió hablando, tratando de darle ánimos y de convencerla de que todo seguiría siendo igual. Pero ella solo lo bloqueo.

Se concentro en una mancha extraña de su sabana, el sabor terroso en su boca, el padrastro en su meñique y un hongo bioluminiscente con la extraña forma de un caballo.

Debió de estar mucho tiempo en disociación, porque cuando sus sentidos volvieron a conectar con el mundo real, había un hombre completamente distinto frente a ella.

En vez de la túnica negra característica de los profesores del Magisterium, tenía una verde oliva de la Asamblea. Su piel era oscura. Sus ojos eran más grandes y enmarcadas por unas prominentes cejas. Tardo un poco en reconocerlo, se trataba del Asambleísta Rufus. Ambos hicieron contacto visual y él asintió como si hubiera estado esperando eso.

-Ya perdí la cuenta de cuantas veces he estado en esta enfermería, me sorprende estar aquí por alguien que no sea mi alumno.- Su expresión era seria, pero su tono era ligero, hasta divertido. -Soy el asambleísta Rufus, es un placer conocerla señorita Mench.- Le extendió una mano.

Ella por inercia la correspondió, pero no dijo nada.

-¿Supongo que quieres saber porque estoy aquí?- Ella asintió. Para bien o para mal, la asamblea siempre andaba al tanto de los makaris. Rufus continuó -Ser un mago del caos no es común, ni sencillo. Es un poder muy grande, que en las manos equivocadas puede causar mucho dolor y destrucción. Pero sigue siendo una herramienta y con gran responsabilidad y buena guía, podrá utilizarse para el bien.

Después de la Torre de oro - fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora