Annie 3

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Annie comenzaba a perder los estribos, nunca había esperado llevarse tal decepción en el Magisterium. Conocía el apellido "De Winter" de su profesor y sabia que no podía esperar demasiado; pero que ni siquiera les enseñara el quintuque o los contrapesos el primer día de clases y esperara que jugaran a atrapar la bola con fuego sin chamuscarse; era el colmo. Al final de ese día todos terminaron en la enfermería llenos de una pasta medicinal hecha de barro y liquen, que olía a muerto, con una rabiosa Maestra Amaranth regañando a su profesor.

A Annie casi le pareció divertido como la mujer serpiente ponía en su lugar al profesor. Pero no cuando significaba que tendría que enseñarle todo por su cuenta a Oliver. Annie había aprendido lo disperso que era y lo difícil que le resultaba poner atención a un tema complicado o que no le interesaba. Ella tuvo que buscar formas de hacerlo interesante y fácil de comprender, lo que le quitaba mucho tiempo valioso, que podría estar empleando en leerse la biblioteca o practicando su magia. 

También estaba el molesto de hecho de que Zein se había vuelto un tirano y le decía que hacer. Cada vez insistía más en que dejara los libros y fueran todos juntos a la Galería para tomar jugos y dulces de liquen y tal vez nadar un rato. Oliver siempre estaba de acuerdo, lo que hacia el trabajo de Annie de mantenerlo centrado más difícil. Pero nada de eso se comparaba con Thyra.

Annie creyó que seria capaz de soportar a la chica en su mismo grupo, que con tiempo y dedicación caería en razón y vería que Annie siempre estuvo en lo correcto y se disculparían, convirtiéndose en las mejores amigas. Pero ella era un caso perdido, no importaba cuanto hablara con ella o que pruebas le mostrara, nunca cambiaba de idea. Siempre que empezaban a discutir no paraban hasta que alguien más interviniera o Annie perdía tanto los estribos que chispas saltaban por todas partes y no le quedaba de otra más que retirarse. Su madre tenía razón era demasiado emocional. 

Por si no fuera suficiente, apenas y lograba dormir. Desde que había llegado al Magisterium las pesadillas aumentaron. Pasaron de ser una vez al mes, a dos o tres veces por semana. Ahora también le costaba más trabajo despertar y cuando lo hacia descubría que en su habitación había pasado un pequeño desastre natural, a veces quedaban grietas, otras hollín, en otras humedad y otras fragmentos de su pared simplemente desaparecían, algo que Annie no podía explicarse. Al final no le quedo más remedio que guardar todas su cosas debajo de la cama, ya que era el lugar menos afectado y dejar los libros prestados de la biblioteca en la sala común; otra cosa que le molestaba ya que no podía estudiar a gusto.

Esa noche soñó con la misma mujer de la prueba de hierro y no quiso dejarla en paz hasta una hora antes del desayuno, por lo que no volvió a dormir y se dedico a ordenar su habitación. Afortunadamente solo eran un par de marcas de quemaduras que limpio rápidamente con un paño húmedo. 

Fue por ello que, en la primera clase del día, cuando el Maestro Corin les dijo que separarían arena, creyó haberlo oído mal.

-¿Qué?- La pregunta salió sin pensarlo.

-Separar arena.- Respondió el Maestro Corin confiado, como si fuera de lo más normal del mundo ir separando playas. Debió de notarsele la confusión en el rostro, porque continuo. -Se que no he sido el mejor maestro de todos los tiempos, así que hice una llamadas y descubrí este método de enseñanza.- Annie solo le escucho la mitad, la otra mitad se la paso pensando si tal vez el Maestro Corin tendría arena en vez de cerebro y como podría solucionar ese problema.

-Oh, acaso esta practica es demasiado inferior para el genio prodigio de la Mench.- Se burlo Thyra. Annie le dirigió su atención de inmediato. Pudiera que tuviera razón; pero jamás se la daría. O dejaría que mofasen de ella así. Una ola de determinación, con el mismo efecto de la adrenalina, la recorrió; haciéndole sentir que tal vez  si durmió esa noche.

Después de la Torre de oro - fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora