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En unos de los casinos más visitados en el barrio de Tokio un elegante hombre de cabellos azabaches y de resaltantes ojos verdes se abría paso entre las personas. 

Vestía una camisa blanca arremangada y unos pantalones negros señidos al cuerpo, su cabellera azabache estaba desordenada y de una de sus orejas colgaba un arete dorado con una perla roja.

El hombre de cabellos azabaches se movía con precisión buscando un objetivo en concreto: Ryomen Sukuna; un importante mafioso dueño de las empresas Ryomen.

Dichas empresas se dedicaban a la distribución de medicamentos además también eran conocidos por hacer grandes donaciones de dinero a horfanatos y hospitales pediátricos pero bajo toda esta fachada estas empresas se prestaban al tráfico de armas y drogas además de financiar a algunos políticos corruptos.

Megumi Fushiguro tenía una sola misión esa noche y era asesinar a aquel empresario. Había sido contratado por un político que terminó en malos términos los contratos con el Ryomen y ahora sólo quería verlo muerto.

El Fushiguro era uno de los mejores asesinos en la actualidad. Había sido entrenado durante muchos años para matar con sigilo y sin dejar rastros.

Llevaba ya unos cuantos años en el rubro y no es que él haya elegido ese camino, simplemente el destino se había ensanchado con su infelicidad y ahora estaba aquí cumpliendo su trabajo.

El asesinato era simplemente una profesión para él.

Según la información que Megumi había recolectado Ryomen Sukuna se reunía cada viernes por la noche a jugar billar con algunos socios, solo debía encontrarlo, hacerle plática y tratar hacerlo caer en sus encantos.

Al llegar a la sala del billar se dio cuenta que está estaba siendo utilizada por un solo grupo de personas y cuando quizo entrar al salón un enorme hombre le impidió el paso.

—Déjalo entrar.— una voz ronca resonó en el lugar y por consecuente todos los presentes voltearon en su dirección —Es mi invitado esta noche.

Megumi no hiba a desperdiciar aquella oportunidad a pesar de que era muy extraño que alguien le haya hecho el "favor" ya había sucedido en varias ocasiones. Lo hacían por que Megumi era "bonito"

Se adentró en aquella sala que era adornada por una única mesa de billar y era iluminada por una sola lámpara. Rápidamente contó cuántos hombres habían dando un total de 12 así como también trazo sus vías de escape en caso de ser descubierto.

—Ven acá chico, siéntate a mi lado.— de nuevo aquella voz ronca lo llamaba desde la oscuridad de una esquina.

Sin mucha opción Megumi se acercó y allí sentado en un sillón de color rojo se encontraba una figura con las piernas cruzadas y un cigarrillo en la mano.

—Siéntate.— le dijo mientras palmeaba una de sus piernas

Megumi no tenía tiempo para eso, debía encontrar a su víctima pero tampoco podía negarse en ese momento o llamaría la atención así que de forma descarada se sentó en las piernas de aquel desconocido.

En el mejor de los escenarios podría sacarle información del Ryomen.

—¿Qué hace alguien tan bonito como tú en un lugar como este?.— le preguntó después de tomar una calada del cigarrillo

—Vine con unos amigos y me perdí.— explicó con inocencia —Eh estado buscándolos desde entonces y terminé aquí.

El hombre río y antes de que pudiera decir algo más una tercera figura los interrumpió:

—Ryomen-Sama, lo esperan en la sala de reunión.

«Bingo» Había dado con el blanco

—Entretenlos por una hora, Urame. Primero tengo que resolver un asunto.

Después del intercambio de palabras Ryomen tomó la mano de Megumi y le indicó ponerse en pie para luego encaminarse hasta una segunda puerta escondida entre las sombras, todo esto sin soltar la mano del azabache.

Caminaron por un largo pasillo de luces rojas y Megumi simplemente se estaba dejando llevar por su presa esperando el mejor momento para atacarlo.

Después de un par de minutos llegaron hasta una puerta que el Ryomen abrió con una llave eh hizo pasar primero a Megumi y después entró él.
Dentro todo era oscuridad la cual solo duró unos segundos pues rápidamente las luces fueron encendidas.

Cuando Megumi volteó hacia su acompañante vio un fornido hombre de cabellos rosados peinados hacia atrás, era alto y con muchos músculos. Sus ojos color avellana lo analizaban con diversión y su cara era adornada por numerosos tatuajes negros, como un tigre de bengala.

—Ryomen Sukuna, un placer.— le dijo con una sonrisa socarrona

Megumi estaba sorprendido, aquello no podía ser. Ese no era Ryomen Sukuna o al menos no era así como él lo conocía.

Ese era Sukuna Itadori, su mejor amigo y primer novio de la adolescencia.

¡Hey, como están!

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¡Hey, como están!

Esta historia es parte del abecedario SukuFushi.

Como dije; hay historias que se publicarán individualmente y otras tantas sólo se quedarán en el abecedario.

Esta será publicada de forma indivual ya que si les gusta probablemente la continúe.

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Besos :*

𝐀𝐬𝐞𝐬𝐢𝐧𝐨 - [𝐒𝐮𝐤𝐮𝐅𝐮𝐬𝐡𝐢] [𝐆𝐨𝐘𝐮𝐮] (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora