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Mick revolvió su té con cuidado. Sopló y le dio un leve sorbo. Perfecto, como siempre.

Suspiró y sintió como su cuerpo finalmente se relajaba. Necesitaba meditar antes de atreverse a ver aquel programa; su actuar era algo raro, como una especie de ritual, pero no le avergonzaba, era parte de su vida y le hacía muy feliz.

El reloj cucú indicó que ya eran las 7 de la noche. Afuera ya estaba oscuro y el castaño encendió la tele con su control remoto.

Había llegado a tiempo, como siempre. Sonrió satisfactoriamente, dio otro sorbo a su té y cantó a coro con la televisión, ¿Cómo no iba a saberse de memoria la intro de su programa favorito?. Era algo que hacía... siempre.

Su personaje favorito era Harold Hamlet, el protagonista, un chico muy guapo, pálido, con el pelo de un naranja bastante llamativo y despeinado. Usualmente solía llevar un traje elegante, siempre era el mismo. Era un escritor frustrado, quería llegar a volverse un Shakespeare pero nunca lo logró, se deprimió, y se terminó volviendo loco, finalmente murió, y nadie lo recordó. Pero en medio de todo pasó buenas aventuras, y Mick amaba la pequeñita y sigilosa referencia de que Harold era "del otro lado", nunca lo hicieron de forma burlona, y Michael adoraba verse representado.

Por supuesto que, además de adorar al personaje, adoraba más al actor, David Robert Jones, o mejor conocido como David Bowie, más de una vez le envió cartas, ninguna fue contestada pero eso no le quitó el amor a Mick por él, sabía que seguramente estaría muy ocupado siendo extremadamente guapo.

En el capítulo de hoy, Harold estaba escribiendo una historia, llevaba muchos años con la idea en la cabeza y ya se había atrevido a intentar plasmarla, su mejor amiga, Mary Capuleto, lo había animado a atreverse.

El título era "The Man Who Sold The World". Precisamente el mismo título del programa. El libro trataba de lo mismo que el programa. Tal vez era una especie de indirecta o una fractura a la cuarta pared.

Mick ya había visto ese capítulo, era la tercera vez que el canal repetía la serie. TVC15 recibía constantes cartas de Mick haciéndose pasar por otras personas y manipulando su letra para que colocaran el programa desde el inicio otra vez. Para la época, no existían los discos compactos, y los cassettes no eran baratos, así que Michael no sentía culpa o pena en lo absoluto por hacer eso. Tal vez sólo sentía cansancio... escribir 100 cartas con diferentes letras no era la cosa más sencilla del mundo, mucho menos barata.

Al final del capítulo, Harold publicaría su libro, estaría muy emocionado, gastaría sus ahorros en eso, y esperaría con ansias que le compraran su ejemplar, cosa que nunca sucedió.

Nadie podía negarlo, la actuación de Bowie era celestial, erizaba la piel y apretaba la garganta, por más que Michael viera la serie no podía dejar de llorar y sentir como si fuera su primera vez.

Nuevamente, el tiempo se le pasó volando, el reloj cucú volvió a sonar, indicando las 8 de la noche, salieron los créditos y el castaño se estiró en su sillón, pegó un largo bostezo y caminó a su habitación tambaleándose del sueño.

Estaba algo triste, era innegable, era viernes y a diferencia de las personas de su edad, él se quedaba en casa luego de llegar del trabajo, leía, hacía cosas para matar el tiempo, veía su programa, se iba a dormir, y esperaba ansioso que fuera lunes otra vez para seguir viendo su programa.

Antes de dormir, se duchó, se lavó los dientes, se puso su pijama, se tomó sus pastillas, rezó un poco, y deseó soñar con David Bowie. Precisamente eso era lo que hacía siempre.

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Hasta que al fin me atrevo a escribir y publicar algo en serio... pues sí, amigues, ya era hora jakdjaj.
¡Espero les haya gustado!, háganme saber sus opiniones, les quiero mucho, por favor cuídense mucho y beban agua, abrazos

♥️♥️♥️♥️

TVC15 • DavickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora