Capitulo 3

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Una vez que se aseguraron de que Naraku se había ido y no estaba cerca, Albafica hizo que las rosas fueran desapareciendo poco a poco.

Aunque ya no estaba cubriendo su nariz y boca para que no respirará el veneno, se dió cuenta de que estaban demaciado cerca, lo cuál, en la mente de Albafica, podía ser peligroso.

- Tenemos que irnos de aquí. - dijo Albafica una vez que se apartó de ella. - Es peligroso que sigamos aquí. -
- Tienes razón. - respondió ella con algo de nerviosismo - Debemos irnos de aquí, yo... Comenzaré a recoger las cosas. -
- Te ayudo. -

Se sumieron en un incómodo silencio, pues, aunque según Albafica, tener tan cerca a Aome era peligroso para ella, fue algo que el disfruto, nunca se había permitido estar así con alguien.

Por otro lado, cuando Albafica la abrazo, Aome sintió que su corazón se aceleraba, nunca en su vida su corazón había latido tan rápido cómo en ese momento, y algo le decía que no se debía a qué Naraku estaba a unos metros de ellos y podía atacarlos.

- Creo que lo mejor será que vayamos a la aldea. - Aome llamó su atención una vez que había terminado de guardar todo - Es un lugar seguro. -
- No puedo estar cerca de otras personas. - el peli celeste argumento enseguida - Me sigue sorprendiendo que a ti no te afecte mi sangre, pero... -
- No quieres arriesgarte y lastimar a alguien. -

Albafica no respondió, solo giró su rostro y miro en otra dirección, era cierto lo que Aome le había dicho, aún le daba miedo ser el causante del daño de otra persona.

- ¿Puedes caminar? - Aome pregunto refiriéndose a su pierna lastimada -
- Tranquila, puedo caminar. - respondió  acercandose a ella - También puedo llevar esto. -
- Oye no, espera. - la azabache replicó al querer quitarle la mochila - Ya llevas tú armadura en la caja y... -
- Sólo tengo lastimada una pierna. - Albafica protestó enseguida - Me consta que no eres solo una cara bonita, pero de algún modo debo pagarte todo lo que has hecho por mi, por lo menos antes de irme. -
- ¿Irte? - cuestionó la azabache al ver la confusión en su voz - ¿A dónde? -
- Buscaré a la Athena de esta época, veré si ella puede regresarme a mi tiempo y... Pelear en la guerra santa. - Albafica explicó su plan a grandes rasgos.
- Entiendo. - fue todo lo que Aome dijo y continuo con su camino.

Le dolió escuchar la voz triste y desanimada de Aome, pero él sabía que así como ella en algún momento tendría que regresar a su época, él también tendría que hacer lo mismo, después de todo, estaban en una época y año que no les correspondía.

.......

Aún se encontraba débil, la perdida de sangre le seguía pasando factura, pues, a pesar de que Aome se esforzaba por darle comida que lo nutriera, había ocasiones en las que se sentía débil, justo como en ese momento.

- ¿Te sientes bien? - cuestionó Aome al ver que estaba pálido -
- Estoy bien. - Albafica respondió, sin embargo sintió como algo iba escurriendo por su nariz - Esto es... Mi sangre. -
- ¡Albafica! - grito al ver que se ponía aún más pálido y parecía perder el equilibrio - Por dios, tienes fiebre. -
- Estoy bien, sigamos. - el peli celeste trato de avanzar, sin embargo se tambaleaba.
- Primero descansemos un poco. - ayudándolo a caminar - Aome solo sintió como el peso de Albafica había aumentado, clara señal de que estaba inconsciente.

No sabía que hacer, estaba a la mitad del camino para llegar a la aldea, en una o dos horas se metería el sol, y tenía a un hombre inconsciente y con fiebre alta.

Justo cuando estaba por sufrir una crisis al no saber que hacer, Kirara aterrizó frente a ella, Sango y Shippo se bajaron de su lomo y corrieron a ver si su amiga estaba bien, y enseguida llegaron Inuyasha y Miroku.

- ¿Por qué diablos no estabas en la cueva? - Inuyasha pregunto con enojo y algo de preocupación -
- Sango, préstame a Kirara. - dijo Aome e ignoró totalmente la pregunta de Inuyasha - Necesito llevar a Albafica a la aldea. -
- Si amiga. - respondió amablemente la castaña y miro a Kirara, dándole  a entender que llevara a quien su amiga le decía.

Fue en ese momento que todos vieron al caballero debajo del árbol, su pecho subía y bajaba rápidamente y el sudor en su frente era evidente.

Inuyasha se dió cuenta de algo, el olor a flores no era tan intenso como cuando lo encontraron, y ayudo a Aome a alzarlo y subirlo en el lobo de Kirara.

Los demás los iban siguiendo de cerca, y en cuanto llegaron a la aldea, Aome le dijo a Kaede que después le explicaría la situación, pero primero debían atender al peli celeste.

- Está envenenado. - hablo Kaede, llamando la atención de Aome - Al parecer moverse demasiado hizo que el veneno se esparciera por todo su cuerpo. -
¿Envenenado? - Aome pregunto con sorpresa - Pero... Él... Él ha vivido toda su vida entre rosas venenosas, eso es imposible. -

Gracias a que al salir de la preparatoria pretendía estudiar medicina, había adoptado la costumbre de llevar un libro de medicina, en dónde había leído alguna vez que al estar expuesto a alguna sustancia o toxina te hacía crear inmunidad, pero al sufrir una descompensación en tu cuerpo, tu propia sangre podría envenenarte.

- ¿Podría... Cuidarlo una o dos horas en lo que regreso? - pidió Aome mirando a Kaede - Creo que se cómo ayudarlo. -

Salió corriendo de la cabaña, y sin pensarlo dos veces, se dirigió al pozo, Inuyasha corrió detrás de ella e hizo lo mismo.
Cuándo salió la vió entrar corriendo a su casa.

Escucho las preguntas de su madre y como ella le cuestionaba por los antídotos para venenos que en su última visita le había pedido conseguir.

- El doctor Yako me dijo que este antidoto era para envenenamientos muy graves. - su madre le explicó al darle un frasco -  Una dosis de tres mililitros, inyectada. -
- ¿Cómo conociste a ese doctor? - pregunto Aome con sorpresa al tomar el frasco - Digo... No cualquiera te daría esto. -
- En algún momento te lo diré. - fue todo lo que Naomi le dijo y ella se confirmó con esa explicación.

Aome abrazo a su madre, y volvió a regresar a la época antigua.
Sin embargo, al salir del pozo, Inuyasha la detuvo, claramente estaba algo molesto.

- ¿Qué está pasando? - Inuyasha exigió con enojo - ¿Por qué haces tanto por él? -
- Porque necesita mi ayuda. - Aome respondió con seriedad - Y no voy a dejarlo sólo. -

Cuándo llegaron a la cabaña, Aome entro abruptamente, ignoro las preguntas de todos, saco el antidoto, tomo la dosis indicada, y la inyectó en el brazo de Albafica.

A los pocos segundos, la respiración de Albafica se normalizo, ya sólo faltaba que la fiebre bajará.

- ¿Está todo bien amiga? - Sango pregunto con notable preocupación -
- Todo está bien, sólo... Sólo tengo que cuidar que su fiebre baje y se mantenga así. -

Amor entre RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora