Capítulo 7

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Ya era entrada la noche cuando llegaron a la aldea de la anciana Kaede, si, estaban cansados, pero eso no impidió que Shippo le jugará algunas bromas a Inuyasha.
Todo estaba en calma, hasta que una serpiente caza almas surco el cielo, llamando la atención del peliplateado.

Inuyasha invento una excusa para poder irse, sin embargo, Aome le dijo que no era necesario mentir, y que ella sabía perfectamente bien a quien iría a ver.

- Aome... ¿Estás segura? - cuestiono Sango con incredulidad. - Se va a ir con Kykyo. -
- Desde que ella volvió, esa batalla esta perdida para mí.  - Aome respondió tranquilamente, sorprendiendo a todos. - Iré a caminar. -

Se había adentrado en el bosque, ya había sentido que la estaban siguiendo, pero sabía de quien se trataba, desde el momento en que ese olor a rosas llegó a ella, supo quien era la persona que la estaba siguiendo.

- Ya se que eres tú Albafica, no tienes porque esconderte. - Aome hablo en voz alta, obteniendo una risa como respuesta.
- Mi intención era que me notaras. - respondió Albafica mientras salía detrás de un árbol. - Llevo un mes siguiéndote, pero siempre estas con Inuyasha. -
- Más bien, él siempre está conmigo. - protestó ella al instante. - ¿No fuiste a buscar a la diosa Athena? -
- Los caballeros dorados podemos usar la velocidad de la luz, la guerra santa en esta época ya pasó. - el peli celeste  mintió descaradamente para que Aome no se sintiera responsable de que él no fuera al santuario. - Sólo encontré al patriarca y nada más. -
- Eso significa que... -
- Me quedaré contigo hasta que termines con tu misión y yo encuentre la manera de volver a mi época. -

Aome no se contuvo más y lo abrazo, abrazo que Albafica correspondió con gusto.
No había nada de malo si por una vez, solo por una vez, se permitía comportarse como una persona normal y hacerle caso a lo que sentía.

Comenzaron a caminar hasta llegar a un claro, lugar en el que Aome se sento en un tronco y lo invito a sentarse a su lado, algo que él acepto, y ambos estuvieron un buen rato en silencio, solo mirando el cielo.

- Cuéntame. - Aome interrumpió él silencio en el que hasta ese momento se habían sumido. - ¿Cómo es el lugar de dónde vienes? -
- Es un lugar... Un poco alejado, aunque cerca del santuario hay una villa, se llama Rodorio. -  el peli celeste respondió a la pregunta de la azabache.
- ¿Hay más como tú? Me refiero a más caballeros dorados. -
- Si, representamos a los 12 signos zodiacales. -

Albafica le contó sobre sus compañeros, sobre Lugonis, quien más que un maestro, para él fue como su padre, y también le contó que toda su vida había vivido casi aislado y en soledad, pues su sangre estaba envenenada por las rosas,  y que el solo hecho de estar a su lado, era casi mortal para una persona cualquiera.

- Había una chica en Rodorio, una niña, tendría unos 14 o 15 años, o esa edad aparentaba. - dijo Albafica, logrando que Aome se tensara un poco. - Fue de las pocas personas que no me temía, y eso me agradaba. -
- ¿Te agradaba? - cuestiono la azabache, tratando de ocultar su tono serio. - ¿En que sentido? -
- Me agradaba que en mi veía a una persona como cualquier otra, no como al temible caballero de Piscis. - respondió mientras miraba al cielo, especialmente su constelación. - Hasta que llegaste tú. -

Hasta ese momento Aome fue consciente de que Albafica la estaba tomando de la mano, se puso nerviosa, pensó en quitar su mano, pero creyó que al ser la primera persona que tenía tal acercamiento con él, lo que él quería sólo era disfrutar del contacto físico.

- No me has contado como es el lugar del que tú vienes. - esta vez fue el peli celeste quien la cuestiono con curiosidad.
- Es un futuro un poco más lejano que el tuyo. - Aome suspiro y también fijo su mirada en el cielo. - El mundo a avanzado mucho, en tecnología, en medicina, en muchas cosas. -
- Es por eso que sabes sobre medicina. - en lugar de cuestionar, Albafica afirmó lo que ya sabía. - ¿O me equivoco? -
- Quería estudiar medicina, pero debido a la perla y su búsqueda... apenas y voy a terminar el colegio. - Aome suspiro pesadamente y se desánimo un poco, pero después volvió a centrar su interés en el peli celeste. - Pero si sé que tu condición médica se debe a que generaste una resistencia al veneno, perdiste mucha sangre, y esa resistencia sigue, pero... no entiendo porque tu sangre no nos esta afectando. -
- Me conformo con poder estar cerca de ti. -

Continuaron hablando sobre ellos, sabiendo detalles sobre la vida del otro, incluso algunas costumbres raras que tenían.
Hasta que ya parecía ser más de media noche, y Aome tenía que volver a la aldea.

- Vamos, es hora de volver. - dijo Aome mientras se ponía de pie y le extendía su mano. - Dijiste que estarías a mi lado en mi misión. -
- Debo advertirte algo. - Albafica detuvo a Aome antes de que ella comenzará a caminar. - Si veo que Inuyasha es grosero contigo, te hace sentir menos o te pone en riesgo, yo me voy. -
- Pero tu dijiste que... - Aome intento decir algo, pero Albafica no la dejo.
- Me voy y tú vienes conmigo. -
- Esta bien. -

Ninguno de los dos sabía, o más bien, les costaba admitir porque hacían y decían todas esas cosas.
Estaba claro que los dos no se querían alejar el uno del otro, y aún sin palabras, sabían que algo estaba surgiendo entre ellos.

......

Cuando llegaron a la aldea, Sango y Miroku los miraban con sorpresa, pues ellos vieron cuando Aome salió a caminar y ahora regresaba acompañada del peli celeste.

- A partir de hoy, Albafica se une al grupo. - las palabras de Aome no hicieron más que sorprenderlos más de lo que ya estaban.
- ¿Qué estás diciendo? - cuestiono Inuyasha, parado desde la puerta y mirando con incredulidad a Aome y Albafica.

Amor entre RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora