Capitulo 4

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Sabía que se había desmayado, pero no quería despertar, pues sentía una calidez que envolvía su cuerpo, similar a cuando Aome curaba sus heridas.

Aome, esa chica parecía ser su angel guardián, pero no podía exponerla aún más al peligro que el significaba, sabía que su sangre al estar reponiendose, podía incluso afectarlo a él, Lugo, el hermano de su maestro y el propio Lugonis, en algún momento se lo dijeron, él podía resistirlo, uno o dos días con fiebre no eran nada, pero Aome... Ella no. Ni siquiera llevaban mucho tiempo de convivencia, pero sabía que era alguien buena y no merecía ser lastimada.

La calidez que sentía desapareció y fue reemplazada por un frío horrible, esa sensación la conocía, la había experimentado cuando estaba al borde de la muerte enfrentando a Minos.

Rápidamente revivió en sus sueños la batalla contra el juez del infierno, pero, ese sueño se convirtió en pesadilla cuando vió que Minos estaba usando a Aome como Marioneta.

Y él... Él no podía hacer nada, pues ya había sucumbido ante dicho ataque.
La azabache estaba siendo torturada por el juez, al grado de que casi acababa con su vida y de pronto... Todo se volvió oscuridad.

- ¡Aome! -

Despertó abruptamente gritando el nombre de la chica, se sorprendío al ver que estaba en una especie de habitación, había algunos cuencos de agua en el suelo, al igual que algunos paños, los cuales seguramente habían usado para bajar su fiebre.

- ¿Estás bien? - esa voz lo hizo darse cuenta de que no estaba del todo solo en ese lugar. - ¿Quieres que llame a Aome? -
- No te acerques. - Albafica de inmediato se puso a la defensiva al ver que la chica se estaba acercando a él, seguramente para ver si tenía fiebre. - ¿Quién eres tú?   ¿Dónde está Aome? -
- Soy amiga de Aome, mi nombre es Sango. - la castaña respondió y acato lo que le pidió, no acercarse a él. - Aome fue a tomar un baño, me pidió que estuviera pendiente de tí, puedo ir a buscarla si quieres. -

Antes de que pudiera negarse o aceptar, Aome entro a la cabaña, la vió un poco pálida y con ojeras, seguramente por estar cuidando de él una vez más, su cabello estaba húmedo, pero al ver que Albafica ya había despertado, de inmediato corrió hacia el para revisar si tenía fiebre.

- ¿Cómo te sientes? - esa pregunta llena de preocupación por parte de Aome lo sorprendío, él debía preguntar eso, pues parecía que la enferma era ella. - ¿Necesitas algo? -
- Estoy bien. - Albafica respondió aceptando el toque en su frente, le agradaba sentir su calidez - ¿Dónde está mi armadura? -
- En la esquina de aya. -  dijo la azabache mientras señalaba algo en la esquina de la cabaña - ¿Por qué? -
- Porque iré a buscar a... - se detuvo al ver que Sango seguía ahí. - Iré a buscar a quien te había dicho. -

Aome se sorprendio al escucharlo, sabía que él buscaría a la diosa Athena de esa época y así volver al lugar de dónde el venía, pero por un momento creyó que esperaría un poco.

- Pero... Aún estás débil. - Aome protestó de inmediato.
- Aome... Debo volver, es mejor así. - Albafica explicó con voz tranquila, pero si era sincero, él tampoco quería irse.
- Te daré algunas provisiones y medicamentos para el viajé. - Aome se puso de pie y se encaminó a su mochila para buscar algunas cosas y dárselas.

Le dolió ver la mirada desilucionada de Aome, pero por el bien de los dos, sobre todo el de ella, debía mantenerse alejado.

Aunque esperaría, solo un día, solo por un día más quería sentir esa calidez que Aome le brindaba, solo por un día más y por última vez, quería ver su sonrisa.

- Me ire por la mañana. - Albafica sintió algo de alivio al ver como el semblante de Aome se había relajado después de escuchar eso.

........

Antes de que el sol saliera, Albafica estaba por marcharse de la aldea, sin embargo, se sorprendio al ver que Aome estaba a las afueras del lugar, esperándolo.

- No creí que te fueras sin despedirte.  - Aome reclamo con voz dolida.
- Es mejor así. - respondió Albafica en tono serio. - Pero debo reconocer que tampoco quería irme sin antes agradecerte por todo lo que hiciste por mí. -
- Espero... Espero algún día volvernos a ver. -

Sin dejarlo protestar, le dió un abrazo antes de que se fuera, abrazo que se prolongó unos cuantos minutos debido a que él lo correspondió.

- Cuídate, pelea con todo lo que tienes, no te dejes vencer. - dijo Albafica mientras aún la abrazaba - No te he visto, pero estoy seguro de que eres una excelente guerrera. -
- Tú también cuídate, por favor. - respondió Aome, abrazándose más a él.
- Te juro que me hubiese gustado conocerte en otras circunstancias. -

Días después

Ni siquiera Shippo había logrado levantarle el ánimo, estaba desanimada, y sentía que algo le hacía falta.

De pronto choco con la espalda de Inuyasha, era evidente que se habían detenido y ella no se había dado cuenta.

- ¿Ocurre algo? - pregunto Aome con algo de timidez, pues sabía que no estaba siendo de mucha ayuda en la búsqueda.
- ¿Que diablos te pasa? - Inuyasha pregunto con notable molestia. - Llevas días así, y todo desde que ese imbécil se fue. -
- Su nombre es Albafica, lo sabrías si desde un principio me hubieras preguntado algo sobre él en lugar de pásatela gritándome. - Aome reclamo al instante, pues le molestó que insultara a Albafica. - Y mi estado de ánimo es algo que no te importa. -
- Desearía que no lo hubiéramos encontrado ese día en la cueva y de lo contrario ojalá que hubiera estado muerto, así no te habrías enredado con él. - grito el peliplateado, ganándose las miradas sorprendidas de los demás, y la mirada sería de Aome.

Inuyasha se arrepintió al instante de lo que había dicho, si, estaba enojado y celoso, pero sabía que decir eso no era lo correcto.

- Y probablemente yo no debí ayudarte a conseguir a colmillo de acero. - Aome sabía que nunca le había hablado así, pero por algún motivo, le dolío lo que había dicho de Albafica. - No sé, tal vez en el momento que supe de la perla debí irme a mi casa y evitar enredarme contigo, así me evitaba poner en riesgo mi vida. -
- Aome yo... -
-  ¡Abajo! -

Sango y Miroku se mantuvieron al margen, al igual que Shippo, si, había sido excesivo lo que Inuyasha dijo, pero Sango intuia porque su amiga había reaccionado de ese modo, ella había visto la forma en la que Aome y Albafica se miraban, ellos no se daban cuenta, o trataron de no hacerlo, pero en sus ojos había más que agradecimiento y preocupación por el otro.

Amor entre RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora