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Aquel chico de cabellos burdeos no se había aparecido cerca de la montaña aquella mañana  y comenzaba a preocuparse

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Aquel chico de cabellos burdeos no se había aparecido cerca de la montaña aquella mañana  y comenzaba a preocuparse. No quería admitir que notaba su ausencia, pero era extraño, después de todo llevaba casi medio año visitándolo desde muy temprano sin falta alguna y siendo siempre puntual; Y que de pronto no llegase con su amplia sonrisa a intentar convencerlo de ser amigos era algo que no pasaba desapercibido para él.

Tal vez el chico por fin había entrado en razón y lo dejaría en paz, después de todo era lo mejor para ambos. No había manera de que un humano y alguien como él pudiesen ser si quiera conocidos. Aun así, no sabía porque una desagradable presión en su pecho se había hecho presente con la simple idea de no volver a verlo.

Agitó su cabeza intentando alejar de él cualquier tipo de pensamientos que tuviesen que ver con Tanjiro y se adentró en el bosque para cumplir con su tarea de vigilar a los jabalíes y cuidarlos de cualquier peligro mientras ellos descansaban, aunque apenas pasando un par de minutos se dio cuenta de que era bastante aburrido estar solo en aquel sitio sin tener la voz del peliburdeos llamando su atención.

Estuvo la mayor parte de su día solo y nada parecía tranquilizarlo, sentía que algo estaba mal y no era relacionado con las criaturas del bosque; Dejó pasar un poco más de tiempo y para cuando el sol comenzaba a ocultarse, se aseguró de que todo estaba en orden para que los jabalíes pudieran andar con libertad por su zona asignada. Era la primera vez que los dejaba solos, aun así a paso lento y aun dudándolo fue hasta la aldea del joven Kamado.

Se escondió entre los arbustos esperando verlo a los alrededores de su casa, pero lo más cercano que encontró a él fue a uno de sus hermanos pequeños jugando con su madre casi en la entrada de su hogar. Gruñó por lo bajo e intentando convencerse de que no sería nada importante decidió volver.

Aún tenía la esperanza de encontrarlo ese día, así que caminó más lento que de costumbre hasta que escuchó algo desconocido para él, un par de sollozos que jamás había oído pero la voz quebrada entre estos pudo reconocerla al instante.

Corrió creyendo que el chico estaría en peligro e instintivamente se puso alerta para protegerlo, pero cuando lo vio sentado, recargado en el tronco de un árbol, abrazando sus propias piernas contra su pecho como si intentara protegerse de algo inexistente se relajó un poco aunque la preocupación no desapareció en su totalidad.

— ¿Te perdiste? — Preguntó de manera indiferente en un intento de que el chico no malinterpretara todo, como si su encuentro fuera una casualidad, incluso su rostro mostraba desinterés, pero cuando lo vio levantar la mirada y se dio cuenta de sus ojos cristalinos desbordando lágrimas, las heridas que tenia no solo en su rostro, si no marcas en sus muñecas y algo de sangre seca a causa de un par de rasguños sobre sus mejillas volvió a ponerse alerta — ¿Algo te atacó? ¡Dime donde esta! Voy a matarlo.

— No es nada... me caí, es todo — No quería que el de puntas azuladas lo viera en aquel estado por eso lo evitó todo el día por más ganas que tenia de verlo; Se levantó de su sitio con un poco de dificultad sin saber que más decirle, estaba acostumbrado a ser fuerte para no dejar que los sentimientos se apoderaran de él y que otros se preocuparan, pero justo ese día había sido una tortura y aun pasando las horas no había conseguido calmarse.

Pero lo intentaría por el de ojos esmeralda.

— Deberías tener más cuidado para la próxima — Murmuró llevando su mano hasta el rostro del contrario para poder limpiar sus lagrimas con su dedo pulgar; No era tonto, sabía que aquellas lesiones no podía provocárselas con una simple caída, al final desde que estaban juntos era frecuente que pasaran ese tipo de accidentes y nunca sucedía algo más allá de un simple raspón pero tampoco era quien para obligarlo a hablar, así que se limitó a acariciar de manera superficial aquel moretón que resaltaba en su mejilla derecha — Te acompañaré a tu casa, pide que curen tus heridas.

— ¡No!, no es necesario, estoy bien... — Se mantuvo en silencio queriendo rendirse a aquella caricia sobre su rostro, intentaba procesar una excusa convincente para que el de ojos esmeralda se fuera y lo dejase ahí aquella noche, pero cuando lo tuvo aun más cerca de él inspeccionando sus heridas no pudo evitar volver a desbordar en llanto lanzándose a su cuerpo para abrazarle.

— Oye... ¿en serio estas bien? — Intentó apartarlo, pero el peliburdeos aferrándose con fuerza a su cuerpo, aparentemente apenado por dejar que sus sentimientos ganaran le causo un poco de pena. Odiaba la debilidad de los humanos y al no saber lidiar con eso, lo dejó permanecer de aquella manera por más ridículo que le pareciera — Aun tengo muchas cosas que hacer Kamaboko, no me puedo quedar así contigo.

— Lo siento — Su voz quebrada no le permitió decir nada más. Se apartó del cuerpo ajeno para no causarle más problemas y esta vez fue él quien limpio sus propias lágrimas, al final sonrió de manera desganada; Observó por unos momentos su alrededor, le haría creer que volvería a su casa y cuando no tuviera la mirada esmeralda sobre él vigilándolo regresaría a aquel sitio — Se que tienes mucho que hacer, los jabatos huyen a esta hora, ¿no?, ve, yo volveré con mi familia.

Asintió y de inmediato tomó su camino hacia el bosque, sus sentidos aún no se reponían de aquel abrazo que el peliburdeos había mantenido por tan poco tiempo y aun que quería huir de aquella extraña sensación, recordar la sonrisa poco expresiva del peliburdeos y aquel estado tan deplorable en el que se encontraba le hacían imposible dejarlo ahí.

Por qué conocía lo suficiente a Tanjiro para saber que mentía.

Regresó casi a la misma velocidad y sin dar mayor explicación tomó su mano por puro impulso para obligarlo a caminar; Tenía dos opciones claras, llevarlo hasta su aldea o con él. Y claro que escogería la primera, él no tenía por qué involucrarse más pues ya hacia suficiente ayudándolo a volver, pero cuando vio sobre su hombro y se encontró con la mirada burdea casi suplicando en silencio que no lo obligara a regresar gruñó, se detuvo y cambió de dirección.

— Ni siquiera tengo una cama donde puedas dormir, tendrás que ayudarme a vigilar a las manadas, y si alguno se encuentra en peligro no podre protegerte a ti, ¿entiendes? — Por primera vez aquella noche volvió a sentirse completo cuando una sonrisa honesta en el rostro de Tanjiro se hizo presente, solo por eso dejó que sus dedos se enlazaran con los ajenos en un movimiento guiado por el peliburdeos.

No podía resistirse a él, no cuando era el único que lo hacia sentir completo.

Efímero ⸢TanIno⸥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora