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De nuevo, le resultaba extraño que aquel chico de cabellos burdeos no lo visitara durante varias semanas, le dolía aceptarlo, pero comenzaba a extrañar su compañía al volverse costumbre tenerlo de manera recurrente a su lado; Tres años habían pasa...

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De nuevo, le resultaba extraño que aquel chico de cabellos burdeos no lo visitara durante varias semanas, le dolía aceptarlo, pero comenzaba a extrañar su compañía al volverse costumbre tenerlo de manera recurrente a su lado; Tres años habían pasado y no en vano. Se conocían mejor que nadie, se divertían juntos y aprendían cosas entre ellos, pero odiaba que el chico lo hubiera acostumbrado a su cercanía y calor de su cuerpo por las mañanas para olvidarse de él, así como así.

Muy en su interior sentía que algo malo sucedía, pero su orgullo le impedía ceder y ser el quien buscara al chico para asegurarse de que estuviera con bien; Por que podría suceder que al de ojos rubí le hubiera cansado su compañía o directamente tuviera mejores cosas que hacer.

La idea le dolía, pero su única respuesta a todo es que era un humano y ellos acostumbraban a cambiar sus intereses con rapidez. Muy diferente al tipo de sentimientos que desarrollaban los Yokai, manteniéndose así pasara la eternidad misma.

Sacrificó su sueño esa mañana y corrió entre el frondoso bosque intentando calmar su ansiedad y la extraña energía que tenía; Hacia todo lo posible por alejarse de la aldea humana, pero terminó tomando el camino hacia esta misma en búsqueda de Tanjiro sin importarle que más gente a su alrededor pudiera descubrirlo.

Su estúpido corazón quería respuestas y si Tanjiro le confesaba que no deseaba volver a verlo estaba bien, pero quería escucharlo de él con el mismo tono de voz calmo que muchas veces lo animó en sus peores momentos.

Se sintió molesto cuando al merodear por su casa no lo vio, la zona parecía desolada, así que aprovechó para entrar. Recordaba igual de pequeña aquella cabaña como el primer día que entró por curiosidad así que no le tomó tanto tiempo recorrerla. Pero le sorprendió no ver las pertenencias del peliburdeos ahí.

Quizá se había mudado y por eso llevaba dias sin visitarlo.

Estaba seguro de que su rostro había perdido el reflejo de sus pocos ánimos e intentando descansar un poco se recostó donde recordaba su único amigo solía colocar su futón por las noches para dormir, sintiendo distante la calidez que en algún momento desprendió en ese lugar.

Cerró los ojos y cayó profundamente dormido, no estaba seguro exactamente cuánto tiempo fue, pero despertó de manera abrupta al escuchar risas de un par de niños, y las voces de gente mayor entrando al lugar.

Miró a sus alrededores solamente encontrando en aquella habitación una ventana por la cual podría huir. La abrió con rapidez dispuesto a salir hasta que escuchó el nombre de Tanjiro siendo pronunciado probablemente por uno de sus padres junto a otra oración que no entendía a la perfección.

"—El matrimonio de Tanjiro"

Si se quedó a pesar de lo riesgoso que era permanecer en ese lugar fue por que esperaba que le dieran alguna pista de donde podría encontrarse; Su familia se escuchaba feliz así que no parecía que aquello que nombraban matrimonio fuera algo malo y si ellos estaban felices seguramente Tanjiro también lo estaría. Tal vez era un nuevo trabajo que había tomado y conociendo lo responsable que era el chico daba todo de si para hacerlo a la perfección.

No obtuvo ninguna pista, pero haberse perdido en su mundo lo hizo ponerse en peligro por que cuando logró darse cuenta tenía a un grupo de hombres rodeándolo de manera nada pacifica pues todos llevaban en sus manos armas que pretendían usar en su contra, reviviendo la imagen de su madre siendo asesinada por un grupo de humanos, pero no pensaba permitir que le hicieran lo mismo a él.

Necesitaba vivir para que Tanjiro le presumiera que tenia un nuevo trabajo y por eso no había podido visitarlo; Se fingiría enojado, aunque por dentro estuviera feliz de volver a verlo y lo perdonaría cuando le prometiera que volvería a visitarlo más seguido.

Con esa única idea en la cabeza corrió buscando un lugar lejano donde ocultarse y fuera del rango donde estaban las manadas de jabalíes para no ponerlos en riesgo, pero cuando escuchó al padre de Tanjiro exigirle a otro de sus hijos buscar al peliburdeos para que ayudara en la caza se apresuró para tener oportunidad de seguirlo pues parecía la única oportunidad que tenia para conocer su nueva ubicación.

Al ver al menor subir la montaña decidió apresurarse, era extraño que alguien habitara aquella zona, pero era posible pues había visto un par de cabañas por ese lugar. Seguramente Tanjiro estaba ahí y más ansioso que por la mañana corrió hasta ver su figura paseando con lentitud.

Detestaba que tuviera tantos cambios físicos en tan poco tiempo a comparación de él que al menos deberían de pasar diez años humanos para crecer un par de centímetros o sus rasgos se asentaran para hacerle ver mayor. Por que a diferencia de cuando se conocieron el peliburdeos tenia el cabello mas largo, lo había rebasado en estatura y su fuerza era mayor.

Se acercó lo suficiente para poder llamar su atención desde los arbustos, pero se contuvo en hacerlo cuando tras de él vio caminar a una joven de ojos violeta insistente en querer sujetar su mano en jugueteo hasta que lo logró.

Sintió una parte de él quebrarse.

Pues creyó que enlazar sus dedos era un gesto especial entre ambos, pero todo se puso peor para el cuando a pesar de la timidez que parecía tener la chica consiguió abrazarse a su cuerpo y en un arrebato alcanzar los labios del peliburdeos para juntarlos con los propios un par de eternos segundos.

En ese momento más pedazos en su interior se rompieron extinguiéndose junto a sus ganas de existir al sentir que había perdido algo importante de nuevo.

Retrocedió intentando no hacer ruido y con una ultima vista de sus rubies perdidos en la mujer corrió lejos entendiendo por fin cual era el maldito mal que ahogaba su corazón.

Efímero ⸢TanIno⸥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora