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— Dime, tu

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— Dime, tu... ¿De verdad te arrepientes de esto?

No tenia que pensar en la respuesta, por que él la sabía perfectamente; Si bien, al conocerle tuvo miedo de aquella nueva sensación desconocida que recaía sobre su estómago y lo hacia sentir ligero, no le costaba admitir que se convirtió en el sentimiento más puro que había tenido en toda su vida.

Era una especie distinta, un ser con él que jamás debió de haberse cruzado, sabía que era una locura y si se ponía a pensarlo, había millones de motivos por los que lo suyo era incorrecto, pero poco le importaba, ambos habían caído en el mismo sentimiento y tenían desde entonces el anhelo de estar juntos.

Con forme pasó el tiempo, se dio cuenta que no era simple curiosidad la que sentía por él, porque fue feliz cuando se nombraron amigos, pero algo le obligaba a no quedarse ahí, y aun que intentó razonar muchas veces, no podía solo controlar sus sentimientos y olvidarse de todo así como así, el mismo se forzaba a no renunciar a aquel sentimiento y estaba seguro de que gracias a eso la vida les había permitir llegar hasta ese punto.

Así que no, jamás se sentiría arrepentido de haberle conocido, mucho menos de haberse enamorado; Ni siquiera de todo lo que había sacrificado por él.

Se arrepentía de muchas otras cosas, pero jamás de amarle.

Cosas como justo la de ese instante, donde hubiese deseado tener las palabras suficientes para expresar lo bien que le había hecho al llegar a su vida de aquel modo tan inesperado, lo feliz que había sido desde que vio por primera vez su mirada y todo lo que daría tan solo por tenerlo eternamente a su lado.

Pero en vez de eso, solo pudo quedarse en silencio haciendo entender al otro la respuesta de esta manera.

No. No estaba arrepentido de nada, pero era lo mejor para él. Hacerle creer que se arrepentía de todo, era la mejor opción para que pudiese recuperar su vida.

Por primera vez entendía lo que era sentir el corazón romperse por alguien, y es que verlo apresurarse en salir de la cueva para marcharse con sus esmeraldas aguantando las lagrimas por simple orgullo no era la escena que planeaba ver en algún momento de su vida.

Quería perseguirlo, pero si lo hacía continuaría arruinando su vida y seguiría siendo difícil para el de puntas azuladas como hasta ese momento; Porque lo había conocido siendo un desastre, un alma libre que sonreía cada vez que corría para adentrarse en el bosque, que reía al pasar tiempo con los jabalíes y aunque la mayoría del tiempo parecía molesto, la cálida sensación de felicidad que emanaba cada que estaban juntos se había desvanecido.

Y no solo eso, se sentía culpable de ser la causa de que su libertad se viera reprimida por él y su presencia en aquel sitio donde claramente no pertenecía.

Se giró pues no tuvo el valor para verlo perderse entre los arboles ya que sabía que sería la ultima imagen que tendría de él pues no volvería a verle.

Sabia a la perfección que Ino volvería a él, pero aquello no solucionaría nada.

Por ello y a un paso más lento salió de la cueva caminando hacia el lado contrario, aun buscaba alguna posible solución, algo que pudiera hacer para que lo aceptaran y así tuviera el derecho de permanecer.

Pero no había nada.

Era un simple humano, un suspiro de alma que ni siquiera alcanzaría a ver la mitad de una cuarta parte de lo que viviría Inosuke...


Efímero ⸢TanIno⸥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora