°°Nineteen°°

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Errores se corrigen después
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Las mañanas soleadas eran las predilectas para que la segunda familia real saliera a recorrer las calles dentro del carruaje, extrañamente también eran las únicas donde el omega azulino solía sonreír mientras era acompañado de su esposo e hijos.

—¿Quieres un nuevo sombrero? El que traes todo el mundo ya lo ha visto —

—Ethan me lo dio hace un año, me gusta —

—Bien ¿Quieres ir a algún lugar en especial o un obsequio en específico?—

—Tal vez un anillo o un broche—

—Déjame adivinar el color de los cristales—

—Bien inténtalo —

—¡Azules!—

—No, mami compró un nuevo traje así que lo quiere rojo—

—¡Bien mi amor! Tu si conoces a mami—

El pequeño bebé carcajea en las piernas de su padre mientras su hermano era mimado por el omega, tristemente todos sabían que al siguiente día la alegría terminaría y un nuevo moretón será visto en el rostro del azulino cual flor en primavera amenos de que nuevamente el sol saliera a relucir en sus vidas con todo su esplendor.

La vida no podía ser tan mala después de todo, el soportar golpes y hasta el encierro debía ser recompensado de alguna manera y que mejor forma de sentir genuina alegría junto al hombre con el que había permanecido más de cuatro años y con el cual había engendrado dos lindos bebés; aún así seguía pensando en su amado azabache pues sería egoísta el desear que siguiera esperando por él, junto a su preciado primogénito estaba seguro que nunca les faltaría nada y ese era el verdadero motivo de su sonrisa en aquel días soleados porque recordaba el nacimiento de su primer hijo en una mañana igual de cálida y hermosa.

—Mamá—

—¿Qué pasa cariño?—

—¿Cuando tendré otro hermano? Fran está roto—

—Fran aún es un bebé, es más si yo te diera un hermano ahora mucho menos podría jugar contigo —

—Ay mamá no seas tonto, los sirvientes dicen que tienes un bebé más grande, con el si podría jugar —

—El no puede venir al castillo, tu padre se pondría furioso—

—Pero es mi otro hermano así que también es hijo de mi papá—

—Hay cosas que no puedes entender aún, solo recuerda que el amor puede llegar a ser peligroso—

—Entiendo mami—

Probablemente solo así era el amor percibido por el azulino, no conoció realmente todo lo que el amor de cuentos podría darle.

—Joven amo—

—¿Qué pasa Bard?—

—Su esposo solicita al pequeño príncipe, y usted tiene una visita en su "recibidor"—

—Muchas gracias, llévalo con él y yo iré de inmediato —

Corría entusiasmado levantando los largos y costosos ropajes, pero que importaban ahora sí sus ojos retomaban aquel brillo y parecía volver a la vida.

—Sebastian—

Fue lo único que salió de sus labios para arrojarse a los brazos de aquel hombre que hacía a su corazón acelerarse.

—Mi amado Sebastian—

—Ciel mira a quien he traído conmigo—

Su rostro giro hacía la gigantesca cama donde un niño miraba asombrado y entusiasmado aquella escena.

—Arturo—

Aquel susurro bastó para que el pequeño infante de cabello obscuro corriera al encuentro de aquel abrazo maternal que tanto ansiaba, aquel que tantas noches deseaba con ganas.

—Mi hermoso bebé, estás de vuelta —

—Vamonos lejos mami, quiero estar contigo —

Las lágrimas surcan su rostro en busca de la felicidad deseada, sus fríos dedos delinean el aniñado rostro de su pequeño; cerca de cinco años lejos de aquel bebé que con tanto cariño había esperado y ahora lo tenía justo frente a frente.

—Te pareces tanto a tu padre—

—Todos lo dicen, pero tú eres más bonito mami —

—Si, yo soy mami—

—¿Quieres escapar con nosotros?—

—Yo...yo no lo sé —

—Pero papi tiene una casa bonita para ti—

La puerta sonó, el ruido erizo la piel de todos y el cabello rojizo de la mucama junto al resto de la servidumbre se revelaban junto a la familia.

—Nina nos ha contado todo—

—Mey-Rin...—

—Sacrificó su felicidad por nuestras vidas—

—Yo no... Quería que fueran felices con vidas largas...son la única familia que tenía—

La voz le fallaba, las lágrimas amenazaban con ahogar a todos en la habitación y lo único que recibió fue aquel abrazo que tanto había necesitado junto a las pequeñas manos en su rostro.

—Sea feliz, ahora que lo sabemos podremos cuidarnos, merece ser feliz después de cuidarnos tanto tiempo—

El mundo se detuvo y su corazón saltó fuera de su pecho hacía las estrellas, con incredulidad miró hacía su azabache y el pequeño en busca de su aprobación.

—Pero ustedes deben irse ahora, deben salir ya—

El sol lo deslumbró por segunda vez en aquella semana, tal vez si merecía ser feliz y estar con aquellos a los que realmente anhelaba en su vida.

Un carruaje salía con naturalidad de aquel recinto, iría lejos del palacio, lejos dónde nadie podría encontrarlos.

—Eres precioso—

—Te quiero mami—

—Yo también mi amor—

—Tu vestido es calientito—

—Nos servirá, tu papi nos ha dicho que será un largo largo viaje—

—La casa es linda, no es tan grande como la que tenías pero papi y yo la hemos preparado para ti—

—Eso la hace perfecta mi solecito —

Al fin podía tener un viaje tranquilo después de cinco años, su pequeño acurrucado en su pecho mientras lo mantenía caliente, sentía su suave respiración subir y bajar y sus manos aferrándose a una tela del vestido que los cubría a ambos.

Pasarían la noche en el bosque dentro del carruaje escondido en el bosque, cuando la luna estuvo en lo alto el mayor subió con ellos en la parte trasera donde por primera vez pudo sentirlos junto a él, pudo abrazar a la linda familia con la que habían soñado tanto tiempo uno lejos del otro.

Un pequeño secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora