°°Seventeen°°

945 109 11
                                    

Errores se corrigen después
⊂((・▽・))⊃

Una nueva boda real se aproximaba, el príncipe heredero contraía matrimonio por tercera vez, algo que a nadie les sorprendería sabiendo de sus escándalos.

El Príncipe Louis y el príncipe Ciel junto a sus hijos estaban en primera fila presenciando aquel acto que probablemente no tenía ni una pizca de amor como el resto de las acciones llevadas a cabo por la realeza.

Gritos de alegría y ramos de flores caían a los pies de la pareja de recién casados mientras que al final se podía ver a un joven omega de cabello azulino lidiar con su travieso hijo e intentar sostener al recién nacido.

Su mirada era cansada, tan agobiante como la de aquellos prisioneros sentenciados a muerte probablemente era así, casi cinco años lejos de su destinado proclamaban su temprano deceso.

-Yo le ayudaré joven amo-

Solo sonreía para aquel hombre rubio, el padre que alguna vez deseo.

-Gracias-

Si debil cuerpo era visto por todos, antes era codiciado por el mundo entero y ahora parecía que vivía por vivir, el antiguo conde había desaparecido junto a sus colores y emociones.

Pero para la visita del hombre que siempre amó parecía una flor en su pleno florecer, tan delicado y serio, ambos se miraban uno de ellos alegre por presenciar de nueva cuenta la silueta del otro y Ciel solo quería romper en llanto al verlo con su pequeño bebé al lado de aquella mujer azabache ¿Ambos significaban tan poco?

-Es hora de volver a palacio joven amo-

El azulino cubrió su rostro con aquel velo gris que llevaba el sombrero evitando que lo vieran llorar mientras subía al carruaje donde de nueva cuenta su energía caía al tener a su pequeño bebé llorón en brazos.

-¿Por qué no lo callas? Me duele la cabeza de solo escucharlo-

-Tal vez esté aburrido, cuando lleguemos a casa se calmará-

-Espero puedas controlarlo-

-Mami tengo hambre-

-Aun no es hora de comer-

-¡Tengo hambre! ¡Tengo hambre! ¡Tengo hambre-

-¡Callense ya los tres! ¡Eres un estúpido omega al no poder controlar a tus hijos!-

El azulino rompió en llanto refuguandose entre el cuerpecito de su bebé mientras su hijo mayor lloraba al ver a su madre desmoronarse así, tal vez si no tuviera hambre papá no le hubiera dicho eso.

-Mami, mami ya no tengo hambre ya no llores-

El camino siempre fue silencioso y muchas veces con gritos o golpes, sus padres no se querían y su madre siempre estaba de pie frente a la ventana como si estuviera esperando a alguien.

†***†***†***†★†***†***†***†

Cortito pero avanzando, igual no olviden visitar mis historias originales (propios personajes).

Gracias por su paciencia.

Un pequeño secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora