°°One°°

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-Joven amo, han llegado más cartas para usted, me he tomado la libertad de leer algunas y la mayoría son propuestas de matrimonio y unas pocas invitaciones a bailes- decía el azabache entrando al despacho del menor.
-Deja las propuestas de los que tal vez sean más jóvenes de veinte y las invitaciones que  tengan que ver con beneficiencia-
-Entiendo, por lo tanto tendré que leer y responderlas todas aquí-
-Puedes tomar asiento en el sillón de aya- decía señalando al otro lado de la habitación.
-Con su permiso-

Se formó un silencio que era agradable para ambos pues de vez en cuando se miraban de reojo siendo estas varias veces causa del encuentro del azul y rojo de sus ojos.

El menor mesia sus pies adelante y atras de su gran silla haciendolos sonar por los choques de vez en cuando, soltando una ligera sonrisa que también le era contagiada al mayor.

-Sebastian trae un poco de té para mi y uno para ti, también traeme un pedazo del pastel de chocolate-
-Como ordene mi joven amo-

El mayor salía del despacho dejando al menor solo, este sin más quitó el pequeño lazo de su cuello y lo dejó tirado al frente del escritorio, sacudió un poco su cabello soltando en el aire un poco de su aroma a rosas y chocolate.

-He traído lo que pidió joven amo- el mayor al sentir aquel aroma se sonrojo levemente, pues quiera o no el aroma de su joven amo le traía loco.
-Gracias Sebastian ¿Por qué estas rojo? ¿Te sientes mal?- decía maleficamente sabiendo la respuesta.
-No, nada de eso no se preocupe, si me permite dejaré aquí su té y seguiré leyendo y respondiendo las cartas que puedan ser de su agrado- dijo sin más tratando de ignorar las intenciones del menor.
-Esta bien, puedes citarlos para conocerlos antes, sabes mi agenda completa así que dales un día que yo pueda atenderlos- dijo un poco resentido pues parecía que el mayor no le daba importancia siguió con su trabajo revisando los documentos de sus fábricas y ventas de sus tiendas.

El tiempo pasaba y el azabache parecía que terminaría pronto pues ya había escrito varias cartas de rechazo tanto para fiestas como para las propuestas, y dejaba en una charola las que tenían las características que había dicho su joven amo para responderlas después con una fecha. Cosa que no admitiría pero lo llenaba de celos, en parte porque sabía que por ser un mayordomo no podría estar a su lado y por otro lado porque veía que el joven conde consideraba a esos otros jóvenes para casarse.

-Joven amo, su prima la señorita Elizabeth a venido a visitarlo- se escuchaba la voz de Mey-Rin.
-Dejala pasar y dile que estoy en el despacho- sin haber pasado dos minutos la rubia ya estaba junto a su primo.
-¡Ciel!- entraba gritando a la habitación para de imediato abrazar al menor -No lo creerás pero he encontrado a mi destinado, es el marqués Richard-
-¿El chico del que tanto habías hablado? Dijiste que coincidían en muchas fiestas-
-Así es, es más ya ha hablado con mis padres y se ha arreglado todo-
-¿En serio? Pero el es mayor que tu por casi diez años-
-Lo sé pero somos destinados así que eso no importa mucho, pero aún estoy preocupada por ti, eres un omega muy lindo y rechazas a muchos Alfas con posiciones altas con mucho dinero o atractivos , nunca sales de esta mansión, así no conocerás a tu destinado-
-No es verdad ahora Sebastian esta respondiendo algunas cartas de propuestas, citaré a algunos-
-Como sea, aún que sabes si te casas con Sebastian tampoco estaría mal, es un Alfa grande y apuesto, sus cachorritos serían hermosos y podría protegerlos muy bien-
-No digas esas cosas Elizabeth, me avergüenzas-

Ambos primos salian del lugar dejando al mayordomo aún respondiendo las cartas.

-Yo también he pensado que nuestros cachorritos serían preciosos- decía Sebastian ya encontrándose solo, mientras levantaba el listón que el menor había tirado hace poco para olerlo y recordar cada que pueda su aroma.
-¿Cachorritos de quien, Señor Sebastian? ¿Qué hace?- Finny un omega rubio y de ojos verdes entraba a la habitación al escuchar al mayor hablar y verlo frente al escritorio.
-De nadie, solo pensé en voz alta-
-Ya veo, yo tendré cachorritos con el señor Bard-
-¿Por qué dices eso?-
-Porque el dijo que yo le gustaba y el también me gusta es grande, guapo y fuerte, y queremos cachorros- decía alejándose de la habitación.
-No puedo creer que el cocinero idiota tenga más acción que yo- decía entre risas guardando el listón dentro de su saco mientras pensaba en su omega azulino.






























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Nueva historia, espero sea bonita porque por lo general las dejó fluir y no tengo como un guión para ellas.

No olviden comentar y dejar su estrellita, sus comentarios me animan más que nada.

Nos leemos pronto.

Los amo.

Un pequeño secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora