La dignidad, el honor y el amor

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Lena no daba crédito a lo que acababa de escuchar, por un momento su mente se bloqueo, causando que los labios de Siobhan se curvaran un poco formando una medio sonrisa pues el rostro perplejo de la reina le daba esperanza a sus planes.

-Me disculpara, su alteza, pero mi padre el rey Lionel, nunca habría hecho un acuerdo de tal magnitud.

Si bien al principio a la reina todo esto la tomo por sorpresa, ya había vuelto a la realidad y por nada del mundo haría tal locura de contraer matrimonio con alguien que llegaba a creerse dueña de su libertad y de su persona en totalidad.

-Reina Lena, tal parece no comprende mis palabras, su padre lo hizo, por ello estoy acá- dijo la princesa saliendo un poco de su postura pulcra y delicada.

-Tengo en bien responder de la misma manera, tal parece usted no conoció a mi padre--. La reina se colocó en pie, mostrando esa actitud superior que le daba la corona y el haber sido criada por el linaje Luthor.- la última petición que el rey tuvo a bien pedirme fue que encontrará el amor y sobre todas las cosas que fuese feliz, así lo quiso él junto con mi madre desde que me vieron por primer vez, en aquella fría noche de enero cuando tuvieron la bendición de su amor en sus brazos.

La reina camino hasta el trono que estaba vacío al lado del suyo, el que ella sabía muy bien quién ocuparía.

Cuando la visita indeseada pudo recobrar sus palabras pues eso de hablar por la supuesta palabra del difunto rey no había resultado como pensaba, contesto a la pelinegra que estaba absorta en sus pensamientos.

-Declarare la guerra por mi honor, y mi reino es rico en todo conocimiento que haya en armas- la desesperación por el poder del que ya se creía dueña cada vez se salía más de control.

-Lerzalis tiene por poco casi todo conocimiento en armas, gracias a nuestros habitantes que se dedican a la creación de estas, y contamos con abastecimiento de otros reinos. Tenemos uno de los ejércitos más grandes, sin contar las  tropas de mi nuevo territorio el antiguo reino de Bronz, lo que me hace la reina con mayor número de guerreros.- cualquier persona ya habría gritado o salido de sus cabales, pero Lena solo hablo con seguridad como quién debate un negocio, la elegancia fue inculcada desde temprana edad en ella y aún en momentos como estos no la dejaba.

Mientras tanto una buena amiga de la reina y buena cuñada de la princesa de cabellos rubios, se dirigía a Dargoland, pues ella había sido informada por Imra de que tal vez podía haber discordia entre la visita que llegaba al reino y Lena. Agradecía no estar a días de camino como muchos otros reinos o castillos de reinos vecinos, si no que estaba a algunas horas por la ubicación de los castillos.

En el castillo Luthor todo volvió un poco a la tranquilidad cuando Siobhan atravesó las puertas y sus pasos se alejaron de la gran estructura de torres altas, aunque prometió volver al día siguiente, ya no estaba y Lena se sentía un poco más ligera. Sus pensamientos a veces se veían invadidos por las amenazas de la princesa, pues ella no quería poner en riesgo su pueblo, su gente, aquellos que confiaban en ella. Poco durmió pues esperaba saber qué diría en el trascurso del día aquella joven poco educada.

Las horas siguieron su curso, cuando al amanecer el canto de las aves se hizo presente, cuando la reina tuvo que desayunar sola en la gran mesa real, y luego leyó unas páginas  de uno de los libros apilonados en su habitación, los que dejaban lugar vacío en la biblioteca.

Lena una vez más fue avisada de que la misma persona del día anterior se dirigía hacía el catillo con un hombre. Se sentó en su trono en espera de que cruzarán las puertas, algo que no tardo en suceder.

-Acá en este pergamino tiene lo que ayer le dije, su majestad será mi esposa- luego de la princesa decir aquello, el hombre que la acompañaba entrego el papel a la reina. En su rostro se notaba la incomodidad de aquella situación.

Érase una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora