Lena despertó con un peso extraño en su costado, estaba a punto de entrar en pánico cuando sintió el suave y agradable aroma de Kara, todos los momentos de la noche anterior invadieron su mente haciéndola sonreír.
-Buenos días, mi reina- saludo Kara quién había despertado hacía unos minutos antes y por el cambio de respiración se Lena se dio cuenta que ya había despertado también.
-Buenos días, mi princesa.
Una vez Kara quito su peso de Lena, esta se movió quedando frente a su amada. Las mejillas de la rubia estaban cubiertas por rubor, pues desde que despertó no había dejado de fantasear con volver a repetir aquella noche.
-¿Lista para hablar con mi padre?-trato de enfocar su mente en otro tema.
-Nunca estuve tan nerviosa, pero a la vez tan segura.
Luego de un baño, desayunar y dejar organizado todo, dos carruajes salían rumbo a Dargoland, uno de ellos solo en su interior y el otro con dos enamoradas que no sabían cómo harían luego para separarse, aunque sabían no sería por mucho tiempo.
Lena podía parecer la persona más feliz del mundo, y tal vez lo era, pero una parte de ella siempre iba a estar ausente. De niña solía soñar con que su padre y rey, oficiaría su gran día en que uniría su vida con la de su ser amado, o dejaría la corona por un día para ser solo su padre entregando a su hija, soñaba con que su madre le ayudará a vestir su gran vestido blanco y organizar su cabello negro. Esperaba las burlas de su hermano, y a la vez un discurso emotivo. Pero eso no iba a pasar.
-¿En qué piensas, Len?- pregunto con cautela la rubia al ver a la reina algo distraída.
-En qué voy a echar de menos a mis padres y hermano- Lena agacho la cabeza, y suspiro- siempre lo hago, pero ese día... siempre soñé con ellos presente.
A veces las palabras están de más, y la rubia lo sabía, se acerco mucho más a la reina, atrayéndola en un abrazo, mientras algunas lágrimas rodaban por las mejillas de la pelinegra.
Entre momentos sentimentales, y otros de bromas que hacía la princesa para causar alegría a su amada, el viaje llego a su fin. Fueron bien recibidas y dirigidas de una vez delante de la realeza. Si bien la reina es de tez blanca, si había color alguno en ella ya se había desaparecido, con nervios camino hasta estar delante del rey y reina de Dargoland, quienes pronto pasarían a ser de su familia.
-Hija, quita esa mirada se pánico que no matamos- le sonrió Eliza a Lena.
-Solo queremos que no se dejen aun lado las tradiciones- concluyó Jeremaiah- y saber cuáles son sus intenciones con nuestra pequeña.
-Sus majestades, el día de hoy vengo a pedir formalmente a vuestra hija en compromiso- Lena sonrió a notar que Kara quien ahora estaba al lado de su madre le sonreía- Siempre creí en el amor, aunque hace unos meses atrás pensé que no me tocaría vivirlo... hasta que vi a Kara, y entonces su dulce sonrisa, la profundidad de su mirada y la hermosura de su ser no abandonaron mi mente. Quiero que todo lo mío sea de ella, quiero pasar el resto de mi vida con vuestra hija, rey Jeremaiah, reina Eliza.
Ambos sonrieron pues era una buena respuesta, aunque para el rey el dejar ir de su hogar a su pequeña hija le estaba costando mucho. Eliza agradecía que su hija no fuese a estar muy lejos de ellos, y los hermanos de la princesa menor, ya la echaban de menos aún sin haberse ido, especialmente Winn con quien compartía desde siempre todo y eran el equipo perfecto para hacer bromas a todos los que habitaban en el castillo y porque no, también en el pueblo.
-Tienen nuestra bendición- dijo el rey tratando de que su voz sonara serena, y mirando a su esposa quién asintió.
Lena agradeció a la realeza su voto de confianza y prometió hacer feliz a Kara, siempre.
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Érase una vez
FanfictionUna reina, una princesa, el surgimiento de un sentimiento, la diosa de la vida, el fruto de un amor. Historia corta Supercorp AU. No se permite adaptación o traducción sin el permiso correspondiente. Actualización mínimo una vez por semana.