CAPÍTULO 9: Tan similares

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Autor@ imagen: @mmmiaa__

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Su vista era engañosa.

Se enfoca y desenfocada.

Pasó saliva angustioso.

Su pecho parecía reventar a cada bocanada de aire.

Cerró los ojos cuando se sentía tan fuera de sí.

Abrió la boca por un intento de tomar algo de oxígeno pero era tan difícil.

Tan pesado.

Se sujetó rápidamente del pasamanos cuando uno de sus pies fallo y casi lo lanzó escaleras abajo.

Mierda, maldijo más no se detuvo y siguió bajando por aquellos escalones.

Poco le importaba averiguar qué era aquel líquido tibio que se resbalaba por su rostro ni el sabor metálico en su boca.

Se había golpeado la cabeza, ni puta idea.

Lo único que quería.

La realidad se aleja y se movía tan desesperadamente.

Lo que quería…

Los escalones parecían moverse.

¡¡Todo lo que deseaba era llegar a la maldita cocina!!

Su garganta estaba seca y su cabeza era un maldito cúmulo negro que no dejaba de moverse.

Sus oídos tenían ese maldito zumbido y su corazón no dejaba de latir con frenesí.

Necesitaba aquell…

¡¡¡¡No!!!

Terminó por bajar aquellas escaleras aunque no pudo evitar resbalar y caer de trasero en los últimos dos peldaños.

—¡¡Mierda!! — bramó furioso.

Más de manera veloz se puso de pie y arrimándose a la pared se encaminó casi con desespero al cuarto de la cocina.

Sentía sus muslos dolerle y el aire faltarle.

Su cabeza punzaba y sus manos no dejaban de temblar.

Con todas sus fuerzas abrió con tosquedad ambas puertas.

Tan solo entrar una cocina minimalista fue lo que halló.

En el centro, había un mesón de baldosas negras y tres sillas plegables al costado derecho.

Una nevera de dos puertas al fondo y dos alacenas de madera negra encima de otro mesón. Ahí, una cafetera, un microondas y varios platos sucios yacían.

Un poco más a la derecha una estufa de cuatro ornillas y un lavabo.

Algo mareado llegó hasta este último.

Arrimó con brusquedad su débil cuerpo al fregadero y tratando de regular su agitada respiración, con todo lo que su tembloroso y dañado cuerpo le permitía estiró una de sus manos y abrió con dificultad uno de los cajones bajo el mueble del mesón.

Cerrando los ojos alcanzó a tomar un vaso de vidrio.

Con su mano libre, intentando no derrumbarse abrió la llave de agua.

Su mano temblorosa fue la encargada de llenar el vaso de aquel líquido transparente.

El calor que recorría su cuerpo era realmente incómodo.

¿Porque tú? SanTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora