CAPITULO 6: Mi omega. Mi alfa

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Autor@ de la imagen: @ogr_pu

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Sentía su cabeza a reventar, más cuando tuvo que pasar casi tres malditas horas atrapado en ese caluroso y molesto tráfico.

Sólo Dios sabe cuanto maldijo y quiso bajarse del auto e ir a pie, quizás así, ahora no estaría de tan mal humor.

Resoplo molesto y acomodando su chaleco morado abrió la puerta de entrada, quería tomar una ducha y dormir.

Caminó un par de metros por aquel pasillo hasta llegar a la ostentosa sala de estar.

Ahí, sus ojos verdes, dieron con una conocida cabellera blanca, pero su campo de visión no se detuvo en está persona, sino más bien, en aquel carrito de comida que aún tenía una bandeja repleta de alimentos sin ser tocada.

Frunció su ceño al darse cuenta para quien debía ser dirigida.

—¿Y esto que? — preguntó directo al único presente.

Koko sin levantar la mirada de aquel documento y haciendo cuentas en la calculadora respondió desinteresado: —Hanagaki dijo que no tenía hambre.

—Y porque no lo obligaron — era normal que el pequeño se saltará algunas comidas.

Sólto un gruñido y se dirigió al carrito.

Lo dejaría pasar, sino fuera porque en la última revisión del médico de cabecera, este mencionó que el de ojos azules estaba aún paso de contraer anemia.

Tomo la bandeja.

—Es que no pueden hacer nada sin mi — murmuró entre dientes, lo suficientemente bajo, para que Koko no lo escuchase.

Y es que, en estos últimos meses, Takemichi sólo comía cuando el se lo pedía o cuando estaba en su compañía.

Bufó molesto y empezó a subir las escaleras.

Quizás lo estaba consintiendo mucho, cavilo mientras subía al tercer piso.

—Te llamaré más tarde — levantó la voz para el único presente —necesito saber más sobre la carga 12 y 17.

Koko sólo levanto su mano en señal de respuesta.

.
.

Subió y no paso más de unos minutos para que llegará hacía la susudichosa habitación.

El menor hoy no se salvaría, ya le explico más de cien veces que debía seguir comiendo y cuidandose.

Arrimando un lado de la bandeja a su pecho, con la unica mano libre abrió la puerta.

—Que te dije sobre saltart... — calló cuando el aroma embriagador y dulce del chocolate y miel atacó su nariz casi haciéndolo caer.

Su lobo desperto.

Omega, omega, omega, decía a la par que olfateaba más de esa exquisita fragancia.

Atontado, dejo que su vista vagara por toda la habitación.

Se detuvo, cuando la imagen más excitante y lasciva que jamás había visto en su vida llegó a sus ojos azules.

Sólto un gruñido cuando a su delante, con una camisa blanca abierta que llegaba hasta los muslos, con la piel blanquecina perlada de sudor y aquellos rizos negros empapados, de rodillas y con las mejillas sonrojadas, aquel lindo omega de ojos azules soltaba gemidos para nada tímidos mientras jugaba con su húmeda y pequeña entrada.

¿Porque tú? SanTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora