XII.

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Estar en casa era un infierno. No, no era casa, ya no lo sentía mi hogar. Sí, estaba Lina. Sí, estaban mis cosas... pero nada se sentía mío.

Empecé a salir a caminar por las tardes en que Lina no estaba. En esos momentos la pasaba muy en calma y tranquilo, podía respirar y aunque la sensación de abandono era latente al menos no estaba asfixiado en el encierro del que era nuestro hogar.

Un día, de los que ya se habían vuelto mis cotidianas caminatas, no tuve suerte.

Encontré a Lina y aquel chico caminando juntos, tomando un helado cada uno, se veían cómodos uno al lado del otro. Noté vagamente como el chico intentó tener alguna cercanía con Lina pero ella lo rechazó, aunque no podía ver sus ojos, la conocía bien y sabía que ese pequeño movimiento de cabeza significa culpa.

Continué caminando a sabiendas que no sería notado por ellos.

¿Alguna vez han experimentado como el corazón se les va rompiendo de forma tan dolorosa que hasta juran escucharlo? Pues me pasó justo en ese momento.

"No te culpo, también te enamoraste ella y con toda razón, su alma es preciosa. Ella te ama también."

Perdóname si ya no te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora