XIII.

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—¿Ya no me amas?

Lina se quedó paralizada al escuchar mi pregunta.

—¿Por qué dices eso? —Me responde.

En sus ojos se leía un torbellino de emociones y sentimientos. Tragué saliva con bastante dificultad, no me gustaba verla así pero era necesario, pronto serían tres años y yo no podía seguir con esto por más tiempo.

—No hace falta que lo escondas, lo sé. Puedo verlo.

Ella empezó a tartamudear y a negar con la cabeza mientras sus ojos se llenan de lágrimas, cayendo una por una. Sonreí, una sonrisa que me costó mucho, dolía. Me acerqué a ella porque sabía que esto también iba a dolerle, después de todo soy alguien en su vida, alguien importante.

—Sí te amo.

—No me amas, al menos ya no de esa forma. Deja de intentar tapar el sol con un dedo, Lin —Aunque lo dije de forma casi afectuosa, sentí que lo amargo de mis palabras en el paladar— Vi a quién amas y sé que serás feliz con él. Estarás bien sin mí.

—No, no, no. No puedo estar sin ti, no puedo perderte.

Ese era el miedo de Lina: creer que perderá su felicidad si no estoy. Soy quien le enseñó la libertad, el amor, la calidez de una caricia y la melodía de una risa verdadera. Claro que le costaba alejarse de mí y como ella no lo haría, me tocaba a mí ese papel.

—Sí puedes. Solo no olvides seguir buscando la felicidad. Lina, te amo, pero no podemos seguir juntos porque yo ya no soy feliz. Amarte se ha vuelto una tortura y amar no debe sentirte así. El amor es muy hermoso para convertirlo en algo tan penoso como lo es el sufrimiento.

»Hoy acabaré con esto. Serás feliz de ahora en adelante aunque esto te duela por un momento, yo buscaré mi felicidad en otro lugar. Espero que si te encuentro de casualidad en el futuro, pueda ver a una Lina brillante y no a la Lina rota que conocí hace tres años.

Le di un último beso en la frente como despedida y salí del lugar que oficialmente ya no era mi hogar, ni el de Lina. La escuché llorar desde el pasillo, a través de la puerta, y me permití llorar también. No creí experimentar alguna vez un dolor tan sofocante. En serio que dolía.

"Perdóname por ya no amarte, Arthur."

"Te perdono, Lina."

Perdóname si ya no te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora