V.

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Las salidas casuales con Lina de a poco se convirtieron en citas.

En la primera cita. Ambos fuimos bastante torpes por los nervios, parecíamos par de adolescentes, pero aún con eso estábamos contentos.

En la segunda. Fuí testigo de cómo los ojos de Lina eran más claros, parecía que esa oscuridad estaba siendo opacada por la luz. Eso alimentó aún más mis esperanzas de ayudarla.

Esa era un sensación ferviente en mi pecho que solo crecía y crecía, hasta que un día me di cuenta de la realidad y entonces, para la quinta cita, me di cuenta de que me había enamorado de ella.

Y eso confundió mi mundo por completo, quedándose estático pero a la vez todo se movía demasiado rápido.

Perdóname si ya no te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora