Capítulo 13 : Los héroes no existen...

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Ya estamos en agosto, y hace años que no recuerdo un verano tan caluroso en Asturias. El calor unido a la enorme humedad que tenemos hace que todo se ralentice.
No te quieres levantar pero tampoco te apetece estar en la cama, hace demasiado calor. Y no hablemos de las ganas de trabajar, esas disminuyen a una velocidad mayor que la de la luz, a medida que avanza el día.

Esta tarde he quedado con Santi. Ya esta bien de escabullir el bulto. Necesito hablar de una vez con él.
La pobre Luci, sigue en su mundo, sin enterarse de nada, y yo ya no puedo más. Tengo que decirle a mi hermano que sé lo que esta haciendo y que no pienso ocultárselo a mi cuñada por más tiempo.

Hoy ha sido un día tranquilo en el trabajo, además Rosa se ha pasado a visitarnos con el pequeño Noel, que cada día esta más guapo y ha heredado los ojos azules de su padre.

Eso ha hecho que todos comenzáramos a hablar cómo si nos hubiéramos tragado una tonelada de helio. Si nos viéramos nos meteríamos debajo de la cama, pero es inevitable. Está para comérselo.

Miro mi reloj, son las siete y media. Me apuro a terminar el documento que tengo en el ordenador. He quedado con Santi dentro de una hora en mi casa y no quiero hacerle esperar.

− Julia - Aitor me mira desde la puerta de su despacho y me hace señas para que vaya.
Con la sonrisa de tonta que me acompaña ya casi de forma permanente, acudo como un perrito a la llamada de su amo.

− Dime - digo mientras me apoyo sobre una de las sillas del despacho.
− Me ha llamado Óscar, uno de mis amigos. Hoy es su cumpleaños. Hace una fiesta en el local donde trabaja su novia. Dice que hay muy buen ambiente. Me encantaría que me acompañaras.
− Es que...
− Vamos morena, seguro que hay barra libre, y ya sabes que no me gusta beber solo. - y me hace un mohín infantil que provoca que me entre la risa.
− No vas a estar solo. Es una fiesta, hay mucha gente.
− Ya... pero yo quiero beber contigo...
− Aitor, no puedo de verdad. Me encantaría, en serio. Pero he quedado con mi hermano. Necesito hablar con él, es importante.

Aitor se levanta de su silla y se apoya en la mesa, justo enfrente de mi. Cerca, muy cerca.
− ¿Todo bien? - dice mientras acaricia el dorso de la mano que tengo apoyada en la silla.
− Sí, o eso espero. Creo que no esta haciendo las cosas bien, y necesito hablar con él.
− Vale, entendido. Pero tendrás que compensarme señorita.- dice con una sonrisa mientras que me guiña un ojo con picardía.
− Tienes mucho morro doctor - digo mientras vuelvo riéndome a mi mesa. Tengo que terminar lo que estaba haciendo antes de irme.

Cuando llego a casa, Santi ya está esperándome sentado en las escaleras de mi portal.
− Lo siento, me lie con unas cosas en la clínica y se me fue un poco la hora - digo mientras que le saludo con un beso.
− Tranquila enana. Acabo de llegar.

Entramos en casa. Le ofrezco algo de beber, pero no quiere nada. Se sienta en mi sofá. Esta incomodo, lo noto. Sabe que pasa algo. No soy la típica hermana que llama para quedar y hablar de cosas transcendentales, y él me conoce demasiado bien.

Me siento a su lado con una cocacola que he cogido de la nevera.
− ¿Qué tal por el trabajo?
Me mira sorprendido pero sonríe y me contesta.
− Bien, ya sabes con el mismo lío de siempre. Miles de programas y aplicaciones nuevas que hay que programar, para luego desprogramarlas porque algo falla y volver a comenzar de cero. El abc de la informática.
− Leí el otro día en la prensa que os habían encargado la programación del sofware médico del nuevo Hospital. Eso tiene que ser genial para la empresa.
− Si, para la empresa es la ostia, para los empleados ya no es tanta gaga. Son muchas horas extras que no sabemos cuando vamos a cobrar.
− Ya lo sé. Es una vergüenza cómo a veces se aprovechan de la crisis que hay y el miedo que tiene la gente a perder su trabajo - digo mientras que le doy otro trago a mi refresco.
− Pues sí, la verdad. Pero.. Julia, ¿me has hecho venir hasta tu casa solo para hablar de mi trabajo?
− ¿no puedo preocuparme por cómo le van las cosas a mi hermano?
− Venga... nos conocemos. No me hubieras citado a mi solo en tu casa si no hubiera algo serio de lo que quisieras hablar conmigo.

Todo pero NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora