Wendy
- En serio te lo digo Wen, había algo entre nosotros que no creo que lo hayas podido notar porque estabas muy ocupada ganándote puntos de fuerza en ese videojuego tuyo – dijo Tessa mientras seguía hacia la máquina expendedora.
El día anterior no habían pasado ni si quiera dos horas desde que nos habíamos despedido fuera del restaurante, que Tessa ya me había llamado diciéndome lo feliz que estaba. Traté de hacerle entender que el supuesto "amor de su vida" en realidad era un completo imbécil porque ni atención le presto en toda la cena, pero como era de esperarse no quiere aceptarlo.
Bueno, será cuestión de tiempo hasta que se dé cuenta por sí misma.
Me formo en la fila de al menos dos o tres personas y espero mi turno para ser atendida por la máquina expendedora.
Creo que hoy me apetece algo salado, si compro algo dulce Tessa se lo terminara antes de que yo logre probar un bocado.
- ¿Crees que le gustara casarse con un traje bordo?
- No vueles Tessa – murmuro repasando mentalmente los distintos sabores de papas fritas de la máquina.
Creo que quiero unas papas de limón y picante.
- Es cierto, es cierto – susurro Tessa detrás de mí – no sé qué haría si no te tuviese a ti para que me pongas los pies en la tierra.
- Tampoco corras.
- Tendrás que admitirlo algún día Wen – pasa un brazo sobre mis hombros y me aprieta hacia si misma – me quieres muchísimo.
Mi corazón empieza a latir fuertemente y un escalofrío pasa por mi columna vertebral poniéndome los pelos de punta y la piel de gallina. Mi mente se queda en blanco, pero entre medio de todo ese blanco, hay una puerta que lentamente se abre y una fuerza invisible me empuja a entrar en ella.
No quiero.
No puedo ir ahí.
No ahora.
No aquí.
Quito el brazo de Tessa bruscamente de mi hombro, haciendo que esta se me quede mirando mientras parpadea los ojos.
Oh no ¿Qué hice? Excusa, busca una excusa.
- Me golpee el hombro ayer en mi casa – sobo el hombro que en teoría debería dolerme – además ya te dije que no me gustan los abrazos.
Tessa me observa con esos ojos que estudian todo, son los mismos ojos que pone al observar un problema de matemáticas. Es la expresión que pone cuando quiere resolver o descifrar algo, por lo que trato de fingir que deveras me duele el hombro.
Noto que los chicos que estaban delante de nosotras en la fila se retiran y es cuando me doy cuenta de que es nuestro turno. Me giro completamente hacia la máquina expendedora, busco las papas que antes decidí que quería y digito el número.
56... inexistente.
¿Cómo que inexistente? ¡Lo estoy viendo!
Vuelvo a digitar el número, pero nuevamente me da la misma respuesta.
Gruño hacia el cielo y apoyo mi frente contra el frio vidrio de la máquina. Probablemente no sea muy higiénico, pero antes que comenzar a darle patadas prefiero pensar en esta posición.
- ¿La dama tiene problemas? – una voz irritante interrumpió mis profundos pensamientos sobre como poder obtener mis papas.
Giro mi cabeza manteniéndola apoyada sobre el vidrio.
Traid estaba apoyado de un solo hombro al borde de la máquina, con una lata de una bebida energética en la mano y una sonrisa burlona irritante.
- Dama mis ovarios – le respondo.
- ¡Wendy! – me reprendió Tessa detrás de mí.
- No pasa nada Tess, creo que me esperaba una respuesta como esa – la tranquiliza Traid - ¿Necesitas ayuda?
¿Por qué debería recibir ayuda de un pelón como él? Bueno no es pelón, simplemente tiene le cabello demasiado corto. Lleva unos jeans claros y anchos que tocan sus talones, unas zapatillas blancas y una sudadera crema.
Parece sacado de pinterest. Seguro que si busco chico mulato ropa clara aesthetic me sale una foto suya de hoy por los pasillos de la escuela.
- No necesito tu ayuda – me apresuro a responder al notar que me había quedado muchos segundos mirándolo. De igual modo, Traid parece no haberse dado cuenta, por lo que mira a Tessa.
- Al parecer el número que selecciono le da inexistente – le responde con completa tranquilidad.
A esto yo lo llamo traición.
- ¿El 56? – al escuchar su pregunta mi cuerpo se movió solo y despegué la cabeza de la maquina para mirarlo fijamente – Si es el 56 – sonrió burlonamente, a lo que lo fulmino con la mirada – tranquila tigre, deja que te ayude – me guiñó el ojo y me obligo a moverme para hacerle espacio.
Me quedo al lado de Traid, observando cada movimiento y memorizar exactamente que botones toca.
Simplemente se limito a oprimir los mismos números, pero al revés.
¿En serio espera que oprimiendo 65 la maquina fun...?
El paquete de papas cayo. Traid se agacho para recogerlo y volvió dirigido hacia mí, estrechándomelo.
- Esta maquina tiene algunos problemas con los números – tomo el paquete blanco y lo miro a los ojos encontrándolo mirándome fijamente con una sonrisa burlona – te recomiendo que uses las maquinas expendedoras del piso de arriba.
Su sonrisa se amplió y sus ojos bajaron a mis labios.
Oh no. Ni lo sueñes.
- Imbécil – murmuré abriendo el paquete y girándome sobre mis talones para irme por el pasillo.
¿Qué se creía ese chico? ¿Acaso pensaba que solo por haberme ayudado con la maquina expendedora le plantaría un beso? ¿Acaso solo se ha comunicado con huecas todo este tiempo?
Bueno, no es que las chicas de esta escuela sean muy inteligentes, Tessa forma parte de las chicas decentes, por ende, se puede imaginar lo mal que están las demás.
- ¡Wendy! – escucho a mis espaldas – lo siento Jace, estoy segura de que quiso agradecerte.
Volteo sobre mis talones, notando de que estoy bastante lejos.
- ¡Con Imbécil, quise decir IMBECIL! ¡no GRACIAS! – grité haciendo que Tessa me enviara una expresión de desaprobación y una de asombro de parte de Traid, las demás personas no se que habrán pensado, ni me interesa saberlo.
Vuelvo a dar media vuelta y prosigo mi camino. El intermedio esta por terminar y aun no eh acabado el paquete de papas fritas.
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Jace y Wendy
RomanceLa vida de Jace Traid era la que todo adolescente quería tener: buenas notas, social, autoestima alta, poseedor de una moto enviable y padres con mucho dinero que le regalaban a su hijo vacaciones de lujo en lugares soñados. Wendy Pierce no se hace...