CHAPTER I

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↳ 𝗪𝗘𝗟𝗖𝗢𝗠𝗘 𝗕𝗔𝗖𝗞.
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Hawkins, Indiana. 1985.

—¿Niña? ¡Niña! —

Sólo era cuestión de minutos para que ella muriera, pero al menos no estaría sola.

—Yo... —

Seven trató de hablar pero no fue capaz ni siquiera de formular una oración.

—No hables pequeña, estoy aquí contigo, no me iré...Solo guarda fuerzas ¿Si? —

Podía sentir como el oxígeno se agotaba poco a poco y comenzaba a asfixiarme, en ese momento me preguntaba si... Alguien me recordaría como una heroína. Que estúpido, estar por morir y pensar eso, pero no quería morir sabiendo que una de las últimas palabras que había oído fue "traidora", no era algo lindo. Sin embargo, Hop no quiso rendirse. Creo que tampoco me rendiría si supiera que alguien me espera en casa. ¿Alguien me esperaba en casa? Bueno, yo... No tenía un hogar ¿O si?

"–Por favor, cuídate.
—Es una 'promesa' —"

"No te rindas" Y luego, Bom.
Explosión.
Silencio.

(narrador omnisciente)

Los militares americanos habían aparecido casi minutos después de la explosión. Peinaban cada rincón de la base militar rusa, no había ninguna parte que se salvara de ellos, ni el más rotundo lugar, pues su "jefe" de aquel entonces así lo había ordenado.

—¡Revisen todo el lugar, que no haya sala sin mirar! — Ordenó el doctor Owens

—Señor, necesita ver esto. — Uno de sus uniformados llamó la atención del jefe a cargo. Luego el militar ingresó a una sala, saliendo de su campo de visión.

Doctor Sam Owens, miembro de alto rango del Departamento de Energía era quien estaba al mando de peinar la zona. Tenía una nueva oportunidad.

Era la sala donde estaba la máquina gigante, ahora ya destruida completamente, frente a ellos estaba la pared donde trataron de abrir el portal pero ahora solo había una muy diminuta grieta.
Owens estaba tan fascinado como horrorizado por todo lo que había sucedido en tan poco tiempo y sin que él se diera cuenta.

—¡Señor! — Gritó uno de los militares.

El doctor junto al grupo que lo seguía corrieron hasta donde provenía el grito. El uniformado estaba apuntándole a algo o alguien que estaba detrás de una columna.

—No se mueve. — Respondió.

Owens se acercó lo suficiente para poder ver lo que había detrás de esa columna, pero se sintió más aterrorizado al ver a una niña con el rostro casi azul, ahogada por su propia sangre.
Ni siquiera lo pensó dos veces, se arrodilló frente a ella y buscó entre sus bolsillos algún objeto punzante.

—Necesito que traigan una camilla ¡Ahora! — Ordenó el doctor. —¿Alguien tiene algo con punta? En lo preferible una navaja. —

El doctor llevó dos dedos hasta la muñeca de la niña y notó que su pulso era casi inexistente, sabía que lo único que la mantenía con vida era su lucha interna.

❝ 𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡 𝗜𝗜 ❞ ───, 𝗐𝗂𝗅𝗅 𝖻𝗒𝖾𝗋𝗌.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora