capítulo 1.- El ángel y el demónio (8 años)

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Hoy es el primer día de escuela y no puedo contener las ganas *voz sarcástica* wiiiiii... hurra... odio los días soleados y el calor que alborota a medio mundo y los obliga a estár como ratónes huyendo del zapato.
Al llegar me mostré muy calmado y serio, los profesores de todo el colegio daban bienvenida a nuevos estudiantes de diferentes grados y grupos; mis compañeros de siempre, ningúno nuevo y los mismos problemas.

—¡winter!, veo que te dejaste crecer el cabello... pareces una niña, te llamaré blanca nieves porque eres una niña muy linda, lo admito...—

—Scott michaels, el peor parásito salido de las entrañas de el ultimo nivel demensial y horrido del infierno. Puede que sea un niño lindo y lame botas... pero es una abominación completa... tres años llevo aguantandolo... entre las bolas de papel con baba, hasta el chicle en el aciento, él junto con otros niños dedican su receso a mí, qué lindos ¿no lo creen?. Es amable de su parte que dediquen su ocupadisimo tiempo en patearme y llenarme la mochila de porquerías, o incluso perseguirme con piedras en mano, son una ternura *risa entre cortada*.

Recuerdo aquel día en que mi vida cambió por completo, el buillyng siguió, cabe aclarar, pero me sucedió algo de lo cual siempre recordaré a pesar de todo, es mi motivo más preciso camino a la felicidad y a la vida plena y de paz, y ese motivo se llama Elizabeth Quinn.
No puedo describir con palabras lo que sentí en aquel entonces, es como si no hubiera palabra u oración para describir tal sentir; nunca notó mi presencia, jamás se daba cuenta de que estaba ahí, olvidé mencionar... Vamos en el mismo salón. *voz decaída* pero bueno... no todo fue así de triste... Pasaron los días, las semanas, casi cinco meses despues llegaron las vacaciones de verano y mis padres tuvieron la idea de ir a Bacouver a ver a toda la familia, cosa que me agradaba pero me tenía completamente en orbita aquel lindo ángel que con gracia y simpatía miraba a todo el mundo, al igual que con una cálida sonrisa... Menos a mí... Con trabajo tengo un sólo amigo con el que juego siempre, se llama Oliver summers, y está loco jajaja... *para dramáticamente* lo malo es que tiene cáncer, es mi único amigo y el único con quien comparto mucho.

*aullido* rayos... *respiración agitada* si no me muevo... Me voy a morir... Hace mucho frío, mis manos se quiebran del frío que hay y los labios se me parten... no quiero morir, ¡NO QUIERO MORIR!

—Erick... Hijo... Despierta cariño, ya llegamos a la estación de Vancouver—

*voz en su cabeza* Rayos... Otro de esos sueños...Desde que recuerdo he tenido esos sueños... Soy un lobo y peleo con otro lobo, pero este era negro de ojos amarillos y gigante cual bestia típica mitológica. Aveces sólo sueño con la nieve... Quebrando mi piel y yo sin lugar al cual ir, y me persigue una bestia sendienta de sangre y con ganas de destrozarme... Siento latidos fuertes, siento el frío que se confunde con el de afuera, lo curioso es que hay veces que en el pueblo, hay días que no neva o que no hay suficiente frío... Es escalofriante sentir que vas a morir, y más saber que estás tan aterrado que tus mismos sentidos te juegan una sucia broma.

Al llegar a la casa de mi familia, mi padre adelanta lo que ya por ende debo saber.

—saluda hijo, no seas mal educado. Y por favor ayudas en lo que haga falta— *señala en tono de advertencia* y también quiero que estés acompañando a todos y no vaguees por ahí.

—Joder... Se supone que son días libres, se supone que soy la visita, no el ayudante de toda la familia que visito... Pero bueno... Igual y me agrada cuando ayudo al abuelo y me cuenta mil y un historias de cuando era joven, no me cansaba de oír aquella rugosa y cansada pero dulce voz que me llenaba de inspiración, como si llenaras bolsas de mandado hasta reventar.—

Pasados los días de convivencia volvimos a Yukón, los nervios me comían vivo... Sabía perfectamente que mañana sería lunes y que la vería de nuevo ignorándome, pero eso no quitaba que yo aprovechara hasta la mínima oportunidad de ver como sonreía, como mantenía seriedad y a la vez levantaba la mano para responder, aquel listón que cubría su cuello y aquel lindo brazalete que adornaba su blanca y delicada muñeca... Pensamientos muy profundos para un niño, pero sin mentir, eso veía y no con las mismas palabras, pero sentía como me perdía en aquellos acentuados ojos del color del más cálido otoño, me daba lastima a mí mismo porque aún siendo pequeño tenía la certeza de que no lograría nada viendo e imaginandome a mí con ella de grandes, ¡es absurdo! Y demasiado para mi edad, pero igual lo pensaba.

Llegó el lunes, y como lo pensé... Ni si quiera sabe que existo, pareciera que mi precencia fuera tan escasa, tan diminuta, tan... Tan pobre... Que hasta el aire decide atravesarme ya que no hay nada ahí. No hablo de hecho con nadie además de Oliver, a pesar de que no pueda hacer mucho... Igual es mi mejor amigo.
La verdad no recuerdo un momento en el que yo haya estado tan cómodo, relajado y de buenas con alguien más... Soy muy tranquilo y callado... Pero con el es otra historia.

Al fin llegado el receso, propongo a mi estómago a comer un poco... Para mi sorpresa, Scott hace de las suyas.

—hey winter, ¡blanca nieves! Te estoy hablando tarado... Dame tu almuerzo—

—¿qué te hace pensar que te lo daré saco de tripa podrida?—

para colmo llega uno de sus "secuaces", kyle... Nunca supe su apellido, sólo le decían kyle.

—kyle, amigo, te daré la mitad de su desayuno si me ayudas a quitarcelo—

—kyle, ¿en serio tienes que hacerle caso? No te manda el torpe de Scott, piensa lo un poco...—

—Y por si fuera poco, no me escuchó, simplemente me partió la boca y tomó mi almuerzo, en ese momento había llegado Oliver, pero llegó muy tarde como para detenerme. Según el, sólo vio un par de ojos rojos fundidos con la ira, las manos llenas de sangre agena... Y en el rostro... Jmjmjm una descabellada, tétrica y gran sonrisa de goze y excitación por aquel acto.

¿qué le sucedió a kyle? Digamos que el tenía un par de frenos... Y con una patada que logré atinar a su mandíbula... Ya sabrán el resto, el caso es que salieron por su mejilla y después me detube a contemplarlo para después, romperle la nariz... Valla día.

—Erick... Eres un animal, un idiota, un... Un "demonio".—

—En aquel momento sentí como las luces se me apagaron y caí en el infierno que yo, por mi parte, no creí que existiera; desde entonces me llamaban demonio a secas... Aveces, animal o bestia, eso me hacia sentir en verdad un demonio, pareciera que en aquella escuela las auras, todas fueran blancas, a diferencia mía que parecía que el azul se hubiera profundizado en mí para crear un ser aberrante y pútrido de corazón, no podía conmigo mismo, eran los ángeles contra el demonio. Igual ya me he acostumbrado, pero igual no es nada agradable, *suspira* da igual... Mejor sigo mi día, a ver que sucede.

El pasado de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora