En el indómito y despiadado Oeste de América del Norte durante la expansión territorial del siglo XIX, Taemin Lee, sufre la trágica pérdida de su esposo. Las adversidades no tardan en abatirse sobre él, transformando su vida de manera repentina y de...
Ya era noche cuando Minho se fue a acostar. Había estado con la capataz Majogan contando cuántos toros sementales iban a necesitar. Él se ofreció para ir a Texas al rancho de su amiga Citlalli.
Ya estaba sumamente cansado. Abrió las sábanas de la cama y se metió; enseguida apagó la vela y la obscuridad se hizo presente de inmediato. No era época de luna llena así que estaba negro. Cerró los ojos y estaba cayendo ya en un sueño a punto de ser profundo; cuando de pronto sintió que algo se meneaba dentro de las mantas a la altura de sus pies. Abrió los ojos de inmediato, más por instinto que por otra cosa. No se movió, tratando de percibir qué era aquello. De momento pensó que era su pequeño bebé que lo quería sorprender. Y de nuevo ahí estaba; algo realmente frío y rasposo que le acariciaba las piernas, pero también tenía algo de humedad.
-Tae, bebé; deja de hacer eso, estoy muy cansado para jugar. Mejor métete aquí conmigo para que nos calentemos. Hace mucho frío.
Pero Taemin no contestó, por la simple y sencilla razón que no estaba ahí.
-¿Tae? ¿Bebé?
Algo andaba mal, muy mal. Minho comenzó a sentir su corazón bombear más rápido. Un sudor frío recorrió su cuerpo. Trató poco a poco de alejar sus piernas de eso que le estaba tocando. Hasta que ya no pudo más. De un jalón quitó las sábanas y dio un brinco fuera de la cama, al igual que un grito ronco salió de su garganta.
-¡AYYYYYY!
Con manos temblorosas y a tientas, debido a la obscuridad, logró tomar en sus manos las pajillas y la vela; logrando encenderla y alumbrar la habitación. Acercó la flama un poco a la cama; lo que vió, lo hizo correr hasta el pasillo. Pero ahí chocó de frente con Taemin, quien al escuchar el grito, de inmediato se levantó y fue a ver qué sucedía.
--Min, ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas así?
Minho estaba blanco de la impresión. Su boca estaba seca; sólo balbuceaba.
-Haaay...uun...a...sertie...una sierprie...
--¡MINHO! Por favor. No te estoy entendiendo. Cálmate.
-Que hay una serpiente ahí en mi cama. Y me iba a morder. Es larga; mide como cinco metros. Te lo juro.
Taemin se llevó la mano a la boca y ahogó un gemido. --¡OGHHH! Vamos a ver quién puede venir a sacarla.
Se tomaron de las manos y se disponían a ir abajo, pero Lucas se asomó al pasillo. Todavía somnoliento se talló los ojitos y preguntó. -Papi, ¿Por qué gritan tanto? ¿Vieron al mostro?
--No, hijo. Regresa a la cama. Hay una serpiente en la habitación donde duerme el Señor Choi; voy a pedir que vengan a sacarla.
-¿Una serpiente?
-Síii. --Contestó Minho
-¡UGH! Es Federica. Otra vez se escapó de mi cuarto. Es una niña mal educada; yo la voy a sacar. --Lucas entró y luego salió como si nada con la serpiente entre las manos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
