CAPÍTULO 1: El guapo de tatuajes

12 2 8
                                    


El sonido del timbre hace que con desgana me levante del sofá, pongo en pausa la serie que estaba viendo, recuerdo que estoy con una camiseta de mi padre, solo espero que no sea guapo, mientras pienso eso, vuelven a picar.

— ¡Que ya voy! — grito llegando.

Abro la puerta en silencio y veo a un repartidor mayor, de unos cincuenta años, con una caja en mano.

— ¿Rosi Velez? — Pregunta mirándome a mí y a su teléfono.

— Es mi madre — Respondo apoyándome en la puerta.

— ¿Coges tu su pedido?

— Sí, dame, yo lo guardo.

Estiro los brazos para coger la caja con cuidado, había una etiqueta de "frágil", me agacho lentamente para dejarlo en la entrada para no hacerle esperar, luego lo metería en casa.

— Muy bien, ¿Puedes firmar aquí?

Con un simple movimiento de cabeza asiento, me acerca un bolígrafo táctil y hago mi usual garabato sobre la pantalla.

— Muchas gracias, que tenga buen día, señorita.

— Que pase buen día, señor — Respondo con una sonrisa antes de agacharme para introducir el paquete en casa.

Lo vuelvo a coger con cuidado, una vez lo pongo en el suelo de casa me levanto y cuando voy a cerrar la puerta veo a un chico saliendo de un camión de mudanzas estacionado delante de mí con una caja grande, él entra en silencio en la casa de enfrente. ¿Serán los nuevos vecinos? Sigo mirándole entrar, le pasa la caja a otro hombre y se da vuelta, sus ojos hacen contacto con los míos, abro grande mis ojos y cierro la puerta rápidamente, soltando un suspiro.

Ahora si sabe que le estabas mirando estúpida.

Me asomo con cuidado en la ventana y lo veo sonreír mientras niega entrando de nuevo al camión, sonrió al instante al ver su sonrisa, es muy bonita.

— ¿A quién espías? — Preguntan detrás de mí.

— ¡Ah, dios! — Suelto dando un bote en mi lugar — Papa, que susto. — Contesto girándome.

Papa sonríe y se asoma en la ventana con cuidado — ¿El hijo de nuestros nuevos vecinos te parece guapo? — Me mira con una ceja elevada mientras deja caer la cortina de nuevo para ir a la cocina.

— Solo me dio curiosidad saber quien era — contesté siguiéndole.

— Aja, seguro.

— ¿Tú no estabas durmiendo? — Intente cambiar de tema mientras él se hacía el café.

— Estaba, tu misma lo has dicho. Además, ya son las ocho, en algún momento tendré que ir a trabajar, el dinero no sale de los árboles, hija, ojalá. ¿Has estudiado algo hoy? — Pregunta cambiando de tema.

Papa trabaja de noche, por lo que descansa durante el día.

— Cuando llegué estuve haciendo un trabajo de historia, pero estaba cansada, así que decidí bajar a ver una serie o algo.

— ¿Qué estás viendo? Espera, adivino, crónicas vampíricas. — Coloca sus dedos sobre su boca intentando simular unos colmillos prominentes, como los que tienen vampiros.

— Si — Contesté entre risas. — ¿Qué le hago? Es mi serie favorita.

— Sabes que Damon Salvatore no existe, ¿verdad?

— Algún día llegará mi Damon papa, ya verás, y yo te diré, te lo dije.

Papa sonríe negando mientras me escucha.

Nate CardanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora