CAPÍTULO 6: El diario, no diario

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Abrí los ojos muy lentamente, aún los tenía adormecidos, una tenue luz rodeaba la habitación. Cuando ya podía ver bien, sitúe mi vista en el gotero que había encima de mi cabeza, aún no estaba acabado, suspiré, odiaba esto.

Bajé la mirada, el reloj de la mesita de noche marcaba las once de la noche. Seguí el fino tubo transparente que llegaba hasta mi antebrazo, dónde estaba situada la aguja, seguí bajando, mi mano estaba sostenida por otra, Nate estaba sentando en mi silla, con la cabeza apoyada en el colchón justo al lado de nuestras manos, ya que, él sostenía la mía con la suya.

Su cara estaba muy relajada y tenía los labios levemente separados. Yo me giré para estar de cara a él.

— Nate — Le llamé acariciando su mano en un susurro. — Nate — Repetí.

—Mm— Hace un ruido moviéndose un poco, sin quitar su mano de la mía.

— Nate — Repetí.

— ¿Qué? — Contestó abriendo los ojos poco a poco. — Estás despierta — Dice sentándose normal.— ¿Cómo estás?

— Mejor, solo estoy cansada. ¿Y tu espalda? No es muy cómoda para dormir esa silla.

— ¿Casi te desvaneces en mis brazos antes, y me preguntas a mí como estoy por dormir en una silla?

— Em... ¿Si? — Contesté dudosa.

— Eres increíble — Niega riéndose.

— Es que la silla es cómoda, pero no para dormir y menos en la posición en la que estabas — Justifiqué.

— Me da igual no dormir en la mejor posición rizos, me preocupabas tú. No sabes el susto que me lleve.

— Lo siento... — Bajé la mirada.

— No me pidas perdón, no fue tu culpa. — Me interrumpió antes de que siguiera hablando. — Tus alergias son parte de ti, te lo dije el primer día, quiero saber qué hacer, quiero ayudarte.

— Lo hiciste muy bien, estoy cien por cien segura.

— Seré tu auxiliar — Dice con una sonrisa. — Y ahora que veo la hora... ¿Dónde están tus pastillas de la noche? No te las has tomado.

— ¿Te acuerdas? —Pregunté sorprendida.

— Claro que si, te presto atención desde el primer día pequeña — Dice levantándose.

Sonreí — Están donde la televisión, pinté el plástico de las cápsulas para diferenciarlas, las azules son de la mañana y las rojas de la noche.

Mientras lo buscaba en silencio, yo solo le miraba.

— ¿Tienes agua en la habitación? — Pregunta girándose con la pastilla en su mano.

— Deje una botella sobre la mesa — Contesté mirando hacia allí.

— Si, aquí está — La coge y se sienta a mi lado.

Me senté en silencio, él me pasó la botella y la pastilla, yo me la tomé en silencio. Una vez tragada, le miré y empecé a reírme, me puse nerviosa por su mirada.

— ¿De qué te ríes? — Pregunta sonriendo mientras coge la botella.

— Me ha puesto nerviosa tu mirada — Dije tapándome la cara por mi confesión.

— Te he mirado normal, ¿No? — Deja la botella sobre la mesa sonriente.

— Como siempre.

— Te pones nerviosa muy rápido ¿No crees?

Nate CardanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora