Terraza de café por la noche - Vincent Van Gogh
Estaba cansada.
Y fíjate, no hiciste nada.
A ver, correr por dos minutos a punto de necesitar oxígeno era algo.
Reviso la hora por segunda vez en los últimos diez minutos, sabiendo que debo levantarme. Hoy no hay clases en La Academia, pero Lune ha dejado claro que le gustaría mantenerse entretenida, dado que han subido fotos suyas por todas partes mientras estaba en el hotel de Dorian.
No la juzgo, quiere distraerse.
Y yo quiero lo mismo.
Tras regresar del hotel terminé en peores condiciones cuando mi madre empezó a gritarme lo irresponsable que era todo el tiempo, sin avisarle y olvidando que debía haber estado en la cena con su jefe. Suelto un suspiro.
Ni siquiera pude comunicarme con Luca para decirle que no podía ir, mi madre me encerró en cuanto me vio en la casa. Y aunque hubiera saltado por la ventana con gusto, no sabía a dónde tenía que ir. Ay... Qué agotador resulta abrir los ojos a veces... Demonios.
Estoy a punto de cerrarlos de nuevo y dormir una siesta—la cual terminará en horas que me dejarán perdida en el tiempo y espacio—, cuando de repente suena el timbre de casa. Claramente mi madre no está. Prefiere no verme.
El sentimiento, por el momento, es mutuo.
Salto de la cama directo a la puerta, recogiendo mi cabello en un moño.
Al último personaje que esperaba ver frente a mí a las once de la mañana, sería a Danye Clay, pero aquí está, con esa perezosa y sensual sonrisa de siempre mientras sostiene su peso acostado de lado contra la pared.
*inserta un suspiro*
¿Por qué es tan sexy?
— ¿Hola?
—Te ves asombrosa hoy, Alice—me dice él, conteniendo la risa.
—Gracias por recalcar la mala noche que pasé, Danye.
Sigo sin entender qué hace el cantante aquí. No soy el pan de su mantequilla, bueno, digo, la mantequilla de su pan, sí, eso. Para ese cuento tenemos a Lune, quien seguramente se preguntaría lo mismo si lo viera ahí frente a mí.
Danye se me queda mirando, sonríe de lado, sosteniendo algo en sus manos.
— ¿Qué tal va eso? ¿Pintaste algo?
Bufo, apretando enseguida los labios.
—Ni siquiera en mis sueños.
Él asiente un par de veces, mientras me siento cada vez más nerviosa ante su presencia. No es que sea intimidante, pero todo su... ya sabe, es... a ver. Es guapísimo. Y el músico puede que no sea de muchas palabras. Siempre he creído, desde que lo conocí, que su manera de expresarse es la música. No necesita palabras. Cualquier melodía habla mejor que su corazón. Pero aunque tenga una cinta en la boca, cualquiera queda muerta a sus pies.
Soy humana, y débil, y soltera... perdón.
—En fin—sacude la cabeza, levantando por fin la caja que ha sostenido por unos segundos. Bajo la mirada, confusa—. Daner me pidió que te trajera un nuevo móvil, ya que... ¿lo lanzó a la piscina ayer?
—Joder. Le dije que no debía molestarse.
—Pensó que si te lo traía yo, no lo rechazarías.
— ¿Por tu increíble atractivo?
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Los colores de Alice
Roman pour Adolescents«Déjame ver el mundo a través de tus ojos. » CONTINUACIÓN DE ÚLTIMA PARADA.