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A las cuatro de tarde, regresó a su departamento después de haber almorzado afuera

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A las cuatro de tarde, regresó a su departamento después de haber almorzado afuera. Dejó su abrigo en el perchero, y caminó hasta la cocina para dejar en la encimera la bolsa de tela que sostenía. Cuando estaba apunto de dirigirse a la sala, se detuvo y dio la media vuelta con el fin de guardar el paquete de té de raíz de valeriana que había comprado horas atrás.

Era domingo y el cielo estaba despejado: un día perfecto para encargarse de las cajas de la mudanza que había dejado olvidadas en un rincón; era ahora o nunca, decidido empezó abriendo la primera caja para revisar su interior. 

La curiosidad algunas veces nos desvían de nuestros principales objetivos: literalmente se la pasó tonteando con sus cosas en vez buscarles un lugar en su nuevo departamento. Estuvo maravillado por un tiempo, quizás unos minutos, pero luego, sin poder evitarlo, viejos recuerdos llegaron a su mente, provocando que se quedará perdido en sus pensamientos.

Talvez se sentía... ¿nostálgico?

Cuando vino a esta ciudad hace cinco años atrás, su esposa aún era... su esposa, y con ella este trabajo de desempacar parecía más fácil, divertido y, sobre todo, rápido. Aunque quisiera ignorar aquel sentimiento de vacío, debía aceptar que era duro verse en la misma situación, pero ahora completamente solo, con objetos regados en el suelo y teniendo en su regazo esa dichosa guitarra. Después de un buen rato, por fin optó por darle una oportunidad al instrumento: con delicadeza acarició las cuerdas, tratando de familiarizar sus falanges, y eligió una melodía. Probó durante unos insufribles minutos tocar una canción, mas fallaba cada vez que creía que le iba bien, así que antes de que pasará cualquier accidente, dejó a un lado la guitarra y frustrado llevó sus manos a su rostro. Un suspiro se escapó de su boca y una vez tranquilo, se apresuró en ordenar.

Sabía perfectamente lo que estaba haciendo: trabajaba hasta tarde, se saltaba sus horas de comida y dormía a lo muchos tres horas

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Sabía perfectamente lo que estaba haciendo: trabajaba hasta tarde, se saltaba sus horas de comida y dormía a lo muchos tres horas. 

¿Acaso quería morir? ¿o era su manera de sobrellevar su divorcio?

Si continuaba en ese estado de muerto viviente podría olvidarse de sentir y así las cosas serían más fáciles... Aún se preguntaba por qué pensó que sería buena idea comentarle sobre aquello a su hermano, pues este de inmediato le dijo que era un tonto, pero en letras mayúsculas y no tardó en sermonearle por su actitud tan deprimente y descuidada. Nunca imaginó que llegaría el día en que los papeles se invirtieran de tal manera, así que lejos de molestarse con Stave y decirle que no se meta en sus asuntos, se sintió muy feliz, quizás en esos momentos lo que más necesitaba era que alguien se preocupará por él.

❝Sentimiento amargo❞ ➼BlenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora