―¿She-Ra se encuentra aquí?
La pregunta y lo que vino después invadió el palacio como si de una niebla petrificante se tratara. El intruso había hecho deslizar su capucha hasta terminar por descubrir su rostro. Ante los habitantes del palacio se hallaba una joven con una increíble belleza, opacada únicamente por las cicatrices de su cuerpo y unas oscuras ojeras. Su melena era castaña y ligeramente ondulada, la llevaba pegada a la nuca con un costado rapado, sus ojos tenían un profundo azul apagado y triste.
Adora miró a Catra, consternada. Luana se abrió paso entre ambas, dirigiéndose hasta la persona frente a ella. Sus rostros eran similares, pero había una evidente diferencia en ambas: ella era totalmente humana.
―Eso es imposible ―soltó―. Ellas son mis madres.
―Luana, ¿qué estás haciendo? Vuelve aquí ―ordenó Catra.
La extraña joven la miró con curiosidad y esbozó una tenue sonrisa.
―Entonces tú eres Luana ―musitó―, tenía tantas ganas de conocerte...
Desenvainó las dos ligeras espadas de su espalda y sin aviso previo se lanzó sobre ella, en forma de ataque. Luana retrocedió de golpe, su contrincante desabotonó su pesada capa para tener mayor agilidad. Llevaba un traje ajustado de cuero negro con cinturones cruzados en la cintura y varías liguillas en las piernas.
Catra corrió a interponerse frente a su hija, mirando a su agresora en forma de reto.
―Siempre protegiéndola... ―masculló ésta con molestia―, a tu pequeña Luana...
Catra abrió las manos, dejando salir sus filosas garras.
―Exactamente ―amenazó.
La chica parecía realmente molesta con la castaña, levantó una de las espadas, dispuesta a atacar. Adora se apresuró a tomarla por la muñeca, cruzando su mirada confundida con la mirada encendida de aquella joven.
―Tú... ―masculló mirando a la rubia.
Se soltó bruscamente del agarre de ésta, alejándose de un salto y plantándose frente a ella.
―No quiero pelear contigo... ―suplicó Adora.
―Es una lástima ―dijo la otra y giró las espadas en sus manos―. Porque yo me muero por hacerlo.
Antes de que la invasora pudiera lanzarse nuevamente contra la rubia, Glimmer logró lanzarle un hechizo que de inmediato la dejó inconsciente. Con ayuda de unos cuantos guardias la llevaron hasta una habitación amueblada que no era ocupada por nadie y sellaron los ventanales y las demás salidas con magia.
Esposaron a la joven a la cómoda del colchón; sentada mientras aún yacía inconsciente lucía menos aterradora o al menos eso era lo que Luana pensaba. La joven le miró con detenimiento, era verdad que sus rostros se parecían, incluso la expresión de angustia que se había quedado fija en él se miraba igual que la que ella solía hacer cuando era regañada por sus madres; pero no era lo único, al tener los brazos atados por encima de la cabeza, las mangas de su atuendo habían caído hasta sus codos, dejando al descubiertos sus muñecas con lo que parecían cicatrices hechas por cuerdas o cadenas que habían estado en ellas por un periodo largo de tiempo.
Luana sintió una opresión en el pecho, sí, lucía peligrosa e inestable, pero ¿podía ser que todos estuvieran equivocados sobre ella? Las marcas en su cuerpo y el vacío en sus ojos hablaban por sí solos.
―Luana, aléjate de ahí ―ordenó Catra.
―Pero... mamá ―objetó―. Creo que todo esto es un malentendido, ¿no hemos ido demasiado lejos?
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A Light Into the Darkness || Catradora
FanfictionTodo lo que Catra y Adora habían vivido con Luana hacía dieciocho años adquiere un nuevo significado. El sufrimiento por el que habían pasado aumenta después de enterarse que Diore, la hermana gemela de Luana, estuvo todo este tiempo cautiva a manos...