Capítulo 03; La hermana que quizo conocernos, el viaje.

1 0 0
                                    

  No tenemos en cuenta la brevedad de la vida de quienes amamos hasta que se acerca la muerte, no estamos preparados jamás realmente para saber que se ha ido. Es algo que sabes que vivirás, sin embargo, realmente no estás preparado nunca.

¿Qué podemos hacer ante tan doloroso vivencia? Quizás la misma pregunta nos dice la repuesta; Vivir... vivir cada momento con los que amamos, aunque no sepamos si durará seis meses o solo un día, vivirlo como si mañana fuesen ha partir, apreciar cada insignificancia del día, que aveces desperdiciamos por miedo a disfrutar lo cotidiano, jamás fueron tan valiosos los días de rutina, siento que de repente abrimos los ojos y vimos la vida por primera vez como es... Cada sonrisa de mamá, cada refrán dicho por papá, los reproches de Marco, Marta estresada por tener todo perfecto, Francis con sus argumentos, Page con sus modas, los sobrinos... La familia, lo que hace semanas eran defectos y ahora son maravillosas particularidades.

—Te has quedado ido —Me señala Mamá mientras acaricia mi espalda en gesto de apoyo.

—Pensaba —Digo sin más, sé que todos estamos igual, pensativos, analíticos, apreciando la fragilidad de la vida.

—Eso es lo que me preocupa, verte tan pensativo —Expresa, Tomas el hijo de Marco, Claudia y Andrés hijos de Marta pasa corriendo en medio de la sala, Marco les dice que se calmen que van a dañar algo, pero solo recibe una palmada en la espalda de nuestra hermana mayor, no necesita hablar sabe bien que le dice que no sea amargado, así que este solo se recuesta en el sofá con fastidio —¿Vas a viajar mañana? A conocerla.

—El vuelo sale a las ocho —Confirmo, Page se acerca y abraza a mamá con gran cariño.

—¿Qué platican?

—Cosas, el viaje de mañana de tu hermano, horarios... ya sabes que siempe me preocupo cuando salen lejos —Responde mamá, ellas siempre estaban discutiendo tonterías, rebeldía de hija menor o quizás por vivir aún en casa pasando tanto tiempo juntas, el punto es que desde la noticia han tomado la tregua, es lo mejor, de que sirve estar señalando las fallas del otro todo el día, jamás he visto que eso escarmiente a nadie.

—Una proeza ese viaje, tantas horas de vuelo vas a llegar molido —Señala con una mueca, nadie a dicho nada, parecen estar de acuerdo en fingir que nada de la investigación está pasando.

—Vengan una foto —Motiva Marta, tiene una manía con las fotos, de toda la vida, todo evento, todo encuentro, aunque si no fuera por ella no tendríamos tantos recuerdos guardados.

Apenas caen las ocho y ya está todo acomodado para el despegue, miro a mi alrededor las personas intentan acomodar mejor sus lugares, creo que nunca viajo con tan poco en mano, suelen ser viajes de trabajo o de vacaciones por lo que llevo cosas para adelantar en tantas horas. Tomo otra vez el folleto, Ana Elena Esteros, ese es el nombre de mi nueva hermana, tiene 38 años cumplidos por lo que es mayor que todos mis hermanos y yo, no tiene imagen así que no sé que esperar... sé que con Johan esperaba más parecido, sin embargo, ¿Y si es idéntica a alguno de nosotros? ¿A alguna de mis hermanas? ¿Cómo debería reaccionar? Debo estar preparado para cualquier circunstancia. Dejo el papel en su lugar, solo llevo un pequeño maletín de mano color café, si no logro dormir en el viaje no sé que voy a hacer tanto tiempo, pensar no me ayudará a adelantar nada, todo tiene su debido tiempo y hoy es el de viajar.

—¿Desea algo de tomar Señor, café, té, agua? —Miro a la sobrecargo algo abrumado, de la nada todos han empezado a tratarme de Señor, solo tengo 28 años y hace nada me decían joven.

—Té ¿De qué tiene? —Será que tantas emociones me han endurecido los gestos. La mujer se ve sorprendida y dubitativa revisa un papel, supongo que el menú abordo, es posible que nadie pida té en los vuelos... Debí pedir agua.

—Té verde, rojo y frutos, manzanilla.

—Rojo y frutos.

—Es frío —Señala nerviosa, sonrio incómodo.

—Sí, Está bien —Ya no sé ni que voy a tomarme, pero solo quiero terminar esta agobiante situación, se retira con el carrito, me sorprende ofrezcan tanta variedad en bebidas en clase económica... volar no es parte común de mi rutina y suelo oír siempre quejas, es cierto que voy junto a un extraño o que mi asiento es angosto, aún así sigue siendo un buen viaje... Quizás son personas que viajan tanto que ya es cotidiano, tedioso y deja ver sólo lo malo.

El despegue se da con éxito, voy en el pasillo así que solo puedo ver nubes de lejos por las ventanas ajenas, un niño tres asientos delante grita admirado de ver desde el cielo su pequeña ciudad, su escuela, las nubes. Recuerdo mi primer vuelo, fue ya con dieciocho años, me hubiera encantado poder vivirlo como ese niño, pero... cuando creces empiezas a disimular las emociones en público: miedo, sorpresa, alegría. La verdad ya no sé porqué lo hacía... para no ser raro o así pensaba, quizás sí me estoy volviendo un Señor y empiezo añorar la juventud.

—Su té caballero —Me ofrece otra azafata con el carrito, tomo el vaso con líquido color rojo y helado —Rojo con frutos ¿Algo más? —Tiene varios maní, asiento y tomo uno para que ella continúe su trayecto, maní japonés... curioso, mi familia siempre la ha llamado maní chino aunque ni siquiera fue inventado en Asia, me gusta su sabor condimentado ayuda a evitar el mareo, coloco un par en mi boca y el sabor crocante me regresa a la realidad.

Estoy tomando un vuelo a conocer a una mujer que es mi hermana, tenemos la misma sangre, no obstante, vidas totalmente distintas, y ni siquiera sé que le voy a decir.

Los doce hijos de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora