Ya había pasado casi un mes desde que hablé con Ana Elena, el encuentro acordado serían la semana entrante y eso tenía nerviosa a toda la familia.
Pero empezaba a impacientarme por no avanzar más en investigación... ¿Y si ya no había más? ¿Si simplemente no encontrábamos al resto? Esas ideas no me dejaban dormir tranquilo, por eso cuando el Detective González me mencionó tener idea de donde podía vivir una hija de mi padre y al no haber conseguido un medio para comunicarnos, opté por la forma menos profesional para llegar a alguien, ir a preguntar, tocar la puerta de esas personas y conseguir indicios.
Todo esto me trajo a aquí, muchos pueblos de distancia conduciendo, frente una puerta de madera color verde, de una casa también de madera, adornada con platas florales.
—¿Llama usted? —Pregunta tras de mí el detective bajando de su auto, concordamos que lo mejor sería viajar juntos y así economizar. Procedo a subir los pocos escalones del porche y toca el timbre, lo oigo resonar dentro del recinto, miro detrás y el detective se ha quedado a pocos pasos, supongo no quiere resultar intimidante, no lo es claramente, pero... un hombre de traje en tu puerta suele traer malas noticias.
Una mujer de una edad madura es quien abre la puerta, un velo cubre su cabello y cuello, dejando solo ver su rostro que me regala una sonrisa amable para preguntar.
—¿En qué puedo servirles?
—Yo...
—Queríamos saber de alguien, debe ser una mujer joven de unos veintisiete o veintiocho años, hija del señor Bakir y su esposa —El detective señala porque yo me he quedado sin saber que decir, ella nos mira atenta —Nos dijeron que vivía por esta calle o quizás conozca a sus padres, una ubicación... algo.
—¿Qué sucede con ella? Yo soy su madre. —Tomo valor, obligo a mi garganta a despejarse y hablo.
—Esto puede resultar confuso, pero le pido disposición para hablar de ello calmadamente, yo soy hijo del donador de esperma que aportó el material genético para su hija, en la inseminación. —Ella solo asiente con la cabezas algo abrumada y se aparta señalando con un gesto que entremos, en la sala hay un hombre y dos jóvenes mujeres, tienen ropajes muy típicos de las culturas árabes, no me sorprende dado que la madre llevaba un chador al abrir, le indica con un gesto con mano a sus hijas que vallan a otro lado, no obstante, detiene a la que supuse sería mi hermana para que viniera con ellos.
—Joven, hombre, ¿En qué pudo ayudarles? —Preguntó confundido el padre enderezándose en su sillón, luego señaló una banca de madera muy rústica, frente al sofá ahora ocupado por las damas, ya sentados miré al detective, él asintió para seguidamente hablar, en realidad yo buscaba apoyo, pero el abarcaría mejor esta charla.
—¿Su hija ya sabe que... ? —Pregunta antes de iniciar, la dama asiente con la cabeza.
—Sí, en realidad mis tres últimos hijos todos han sido por medio de la inseminación —Señaló, recibiendo la mirada aturdida de su esposo, debe ser raro que dos desconocidos vengan a conversar de temas tan... personales.
—Está bien, continuo —No da tiempo a reproches de nadie —Mi nombre es Carlos Aldair González Pérez, soy detective, el joven aquí a mi lado es mi cliente, su nombre es Andrew Lorca hijo de Henry Lorca. —Saludé con mi mano, la mirada del padre decía que empezaba a comprender, miraba cada un tanto a su esposa buscando iluminación pero esta hacía que no notaba nada —Mi cliente, el Señor Lorca padre, fue donador de esperma hace ya varios años —La pobre chica por fin vio entendimiento en todo esto y asombrada dio tres palmaditas en el hombro de su madre para señalarle su sorpresa —Es posible que sea donador de alguna de sus hijas, supongo que la mayor.
—Sí yo, Adhara ¿No? —preguntó asombrada a sus padres, estos asintieron.
—En el papeleo estaba el nombre Lorca, era la única descripción, como anónimo la mayoría no pone nada, eso nos dió algo de paz al elegir —Señaló el padre tomando la mano de su pareja —En ese entonces teníamos un solo hijo, queríamos tener una familia numerosa pero no sucedía, Adhara fue nuestro primer intento con inseminaciones.
—Entiendo. —Expresó González cordial.
—En nuestras creencias no es malo estas prácticas, pero siempre se sugiere el método tradicional preferiblemente —Señala la Señora, su esposo sujeta su mano entre las suyas y esta le da una sonrisa —Fue algo difícil para nuestras familias asimilar que nuestros hijos no llevaran la sangre de Hafid, sino la de un donador.
—Fue difícil —Reitera su esposo —Zahida y yo no queríamos perder más tiempo, queríamos buscar la forma para cosechar esa familia, al tener a Adhara y Zarifah intentamos mantener en secreto a el motivo de su concepción, no obstante, con los murmullos de nuestras familias surgían dudas mientras Adhara crecía ¿Qué es inseminación? ¿Por qué no tengo la sangre de mi baba? Nos dimos cuenta que no se podría ocultar, con dos hijas concebidas así la única forma de evitar enojos en el futuro era siendo honestos desde el inicio, así que intentamos no volverlo complejo y a su debida edad le explicamos mejor.
—Entiendo.
—¿Y por qué su padre ha decidido ahora investigar? —Pregunta Zahida, yo miro al abogado y luego a ellos.
—Mi padre, Henry, está muriendo, le diagnosticaron de tres a seis meses de vida, quizás más con suerte —Los tres se muestran sorprendidos, no los culpo, he traído a sus vidas un padre de la nada y luego... solo la noticia de su muerte.
—Lo lamento Andrew. —Expresa mi nueva hermana, yo solo sonrío con cansancio, sé que no podría poner falsa felicidad en mi rostro.—¿Entonces él quiere conocerme antes de morir?
—Él quisiera otra circunstancia, pero es lo que hay.
—¡Ay querida! —Expresa con tristeza Zahida tomando el brazo de su hija en apoyo.
—Yo quiero conocerlo lo antes posible —Menciona, sus padres asienten con decisión —¿Dónde viven?
—En realidad está a solo nueve horas de aquí viajando en auto. —Todos se miran buscando alguna indicación.
—Podemos sacar un día o dos. —Menciona el Señor Hafid con determinación.
—La semana que sigue otra de las hijas de mi padre vendrá de visita, su nombre es Ana y vive en una ciudad al noroeste del país, quizás...
—Sería perfecto —Apoyó Adhara —Conocer a los dos allí, estaría bien ¿No? —Miró a sus padres que solo asintieron algo dudosos —No quiero arrepentirme luego por no haber ido apenas pude.
—Gracias Adhara.
—Gracias a ti Andrew, por venir a decirme.
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Los doce hijos de mi padre
AléatoireToda persona cree saber todo de sus padres, es la ignorancia de ser hijo, imaginarlos ir al sanitario, teniendo instintos carnales o ideas suicidas nos resulta tan perturbador que expulsamos de inmediato cualquier intento de imagen al respecto... pe...