Aparcamos el vehículo junto a una fracturada acera de cemento que daba acceso a un modesto local de madera cuya pintura desgastada y ausente en por partes recordaba anteriores décadas, cuando se vivía con mayor simplicidad, un teléfono público ubicado en la entrada que me sorprendía aun estuviera en uso, indicó que estabamos en el sitio correcto.—Entremos. —Señaló papá ante la mirada atenta de quien atendía y un par de curiosos que estaban pasando la tarde, duré un poco en dejar el carro pero mi padre no se adelantó, espero a tener mi presencia al lado para caminar hacia el sitio.
—Buen día caballeros —Saludó el dependiente gentil, sentí vergüenza de mi apariencia por un momento. Mi padre sonrió pero no llegó a hablar, el hombre solo le señaló detrás de él una pequeña butaca de zapatería, allí había un joven chico de quizás unos quince años bastante escuálido y desaliñado.
—¿Carlos?
—Sí ¿Usted es Henry Lorca? —Preguntó levantándose, estaba tan sorprendido como nosotros, esperaba alguien mayor y quizás él también esperaba un padre más apto a su edad.
—Sí —Le dió la mano cordialmente como si de un adulto se tratara —El es mi hijo Andrew —Sonreí mientras hacía un leve saludo desde mi lugar, el solo asintió, me sorprendía un carácter tan sobrio siendo tan joven.
—Tengo catorce años, honestamente esperaba que fuera más joven.
—También me sorprende que bueno, tuviera un hijo tan joven dado los años que pasaron desde... —Mi padre no termina, si esta charla es incómoda tenerla con un chico de la cuarta parte de tu edad no lo vuelve menos rara.
—Lamento si le parece extraño esta cita, debe ser molesto que lo busquen luego de tantos años —Mi padre y yo compartimos una mirada confusa.
—El anuncio ¿No viste el anuncio, no fue por eso que llegaste a nostros? —Interrogué, sabía bien que eso mismo pensaba papá y alguien tenía que preguntarlo.
—¿Anuncio, en la televisión? —¡Claro! Un niño de catorce va a pasar su tiempo libre mirando el periódico, no es probable —¿En la calles?
—Olvídalo, pero si no fue así ¿Cómo me encontraste? —Quiso saber, todos los chismosos presentes también estaban atentos.
—Investigado, tengo un tiempo de rastrear a mi padres biológicos, desde que me enteré que soy bueno ¿Creado? No sé, como madre solo tengo un número de un ovulo donado, de padre lo mismo hasta hace unos días que al ponerlo en internet coincidió con una publicación de un tal Henry Lorca, solo lo acompañaba su número.
—Entiendo —Dijo ya en un incómodo silencio.
—Solo quería tener un rostro, es todo.
—No yo también, estuve averiguando en realidad, quería tener también una imagen —Suelta el aire, vi un poco más de esperanza en aquel joven rostro cansado —Incluso hay dos hijas que conoceré pronto, por los anuncios que mencionados.
—¿Hay más? —Pregunta entre sorprendido y esperanzado.
—Bueno, en estas cosas por lo general sí.
—De un donante puede salir varios embarazos —Explico, él me mira con disgusto ¿Qué? Pensé que sería importante decirlo, lo siento señor sé todo.
Me alejo un poco para no inmiscuir más en su "charla familiar" seguro salió del mismo gen que Marcos, miro incómodo al vendedor y salgo fuera, el aire me hará bien, alrededor todo tiene esa esencia calmada de la vida lejos de la ajetreada ciudad, las casas rústicas en vez de edificios, plantas con numerosas flores decorando las entradas o colgadas sobre los corredores, la calle polvorienta sin asfaltar, un par de perros libres jugando juntos, dos hombres conversando simplemente porque se encontraron.
—Hay un asunto —La voz de papá me causa gran susto ¿Cuándo llegó detrás mío? Lo miro con severidad —Los papas del niño no saben nada, la búsqueda, este encuentro —Miro con enojo la carretera, problemas de seguro —No les ha dicho porque no esperaba realmente tener éxito, así que esperaremos la reacción —Carlos llega junto a nosotros.
—Yo hablaré con ellos, luego les avisaré cualquier novedad.
—Está bien, tienes mi número y el de la oficina también —Señaló entregándole una tarjeta de presentación—Estaremos al pendiente.
—Bien adiós —Y sin más se fue caminando por la resquebrajada acera.
—¡Es un buen muchacho apreciado aquí en el pueblo! —Agregó elevando la voz el hombre que atendía el local y que obviamente estaba al tanto de toda la charla, papá le saludó en un gesto incómodo.
—Al menos dijo algo bueno —mencionó en vos baja, yo sonreí y luego entré al vehículo, supongo que el viaje de regreso a casa será más calmado.

ESTÁS LEYENDO
Los doce hijos de mi padre
RandomToda persona cree saber todo de sus padres, es la ignorancia de ser hijo, imaginarlos ir al sanitario, teniendo instintos carnales o ideas suicidas nos resulta tan perturbador que expulsamos de inmediato cualquier intento de imagen al respecto... pe...