PROBLEMAS

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-¿Cómo supiste dónde vivía?,- el ruso tenía curiosidad por saber qué llevó a su omega a ir a su apartamento.

-Greco,- contestó con la boca llena, estaban sentados en el sofá comiendo, habían pedido comida china la cual estaban disfrutando directamente de las pequeñas cajas individuales donde venía cada alimento.

-¿Por qué viniste Horacio?,- el omega lo miró, pero el otro observaba su comida mientras rebuscaba en ella con sus palillos chinos.

-Realmente no lo sé, cuando te fuiste del Galaxy, me marché a casa, sentía un dolor en el pecho, luego tuve mucho calor y bueno...ya sabes, estaba excitado, mi ropa olía a tí y todo eso me llevó a llamar a Greco y pedirle tu dirección,- el alfa conectó su mirada con la bicolor.

-¿Te arrepientes de haber venido?.-

-No, estoy bien así, tu me ayudaste en su día y supongo que te quería devolver el favor, no lo sé.-

-Siento mucho como te traté, estaba asus,- el de cresta lo interrumpió.

-Ya te disculpaste una vez, no tienes que hacerlo más Viktor, mañana me iré a mi casa y seguiremos con la campaña, ahora reinará la armonía en esa sala de juntas, al menos trabajaremos más tranquilos,- el de ojos grises dejó la cajita de fideos en la mesa y se acercó al omega.

-Escúchame Horacio, quería proponerte algo, po-podríamos...probar a...- el chico lo miró confundido.

-A ver, creo que sé lo que vas a decirme y la respuesta es no, lo siento.-

-Ya...bueno, no vas a perdonarme lo que te hice, entiendo que me porté mal pero...estos dias, lo he sentido, Horacio yo...-

-Para, no quiero saberlo, esto se acaba mañana, a partir de ahí, trabajaremos juntos y al acabar la campaña cogemos la pasta y no volveremos a vernos,- el alfa gruñó y se levantó del sofá.

-Puedes marcharte ya, me has ayudado mucho, gracias por todo,- caminó hasta su habitación y cerró su puerta.

Horacio comenzó a llorar, le dolía, en el fondo había comenzado a quererle, deseaba vivir entre sus brazos, deseaba poder pasar página y comenzar una relación con su alfa, deseaba que lo marcara, poder decir que era suyo y el alfa de él, lucir su marca con orgullo mientras paseaba de la mano de aquel imponente ruso de dos metros pero no podía, todavía sentía en su corazón la parte que se rompió cuando lo abandonó.

Recogió sus cosas y se acercó a la puerta de la habitación para poder inspirar una última vez ese relajante aroma a hierbabuena que tan bien lo hacía sentir, iba a comenzar a caminar hacia la puerta cuando sintió una punzada en su pecho, las ganas de llorar vinieron de repente, acercó su oído a la puerta y lo escuchó, ese hombre estaba llorando cual niño.

-Viktor,- lo llamó sin obtener respuesta,- ¿puedo pasar?,- el otro seguía sin hablar, así que decidió marcharse no sin antes esparcir sus feromonas para intentar calmarlo.

-Buenos dias,- Volkov entraba por la puerta de la sala de juntas donde Gustabo y Greco se encontraban, los cuales le devolvieron el saludo.

Buscó por la sala al de cresta no encontrándolo, ni siquiera preguntó por él, podía sentir su aroma desde allí, sabía que estaba llegando.

-Buenassss,- alargó la última letra, estaba contento, traía una caja con café para todos junto con unas pastas recién hechas.

-Qué animado estás, ¿has ligado perro?,- el alfa rubio se acercó a olerlo, encontrando en él solo el aroma del ruso, quedándose completamente confundido.

-No...eh...¿qué habéis hecho hasta ahora?,- cambió nervioso de tema.

-¿Podemos hablar?,- el ojiazul sacó a su amigo de aquella habitación, lo condujo del brazo hasta otro despacho, cerró la puerta y habló furioso,- ¿qué coño haces?, ese tio te hizo mierda, ¿te lo has tirado?.-

BITE ME AND LOVE MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora