ADIÓS

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-Hoy no voy a trabajar, no me...encuentro bien, el trabajo está casi terminado pero mañana sigo con mi parte, ¿vale?.-

-¿Qué te pasa Horacio?, puedo acercarte lo que necesites, ¿te llevo al médico?,- Gustabo se quedó preocupado con las palabras de su amigo, se le hacía raro que faltara al trabajo porque incluso alguna vez teniendo fiebre, nunca se había quedado en casa.

-No es nada grave, pero necesito quedarme en casa hoy, quiero estar solo, ya te contaré,- colgó el teléfono y miró por la ventana, se encontraba de pié allí, pensativo, aún podía sentir algo de dolor en su cuello.

-¿Todo bien?,- Volkov se acercó por detrás y pasó sus brazos por la cintura de su omega, apoyando su cabeza en su hombro.

-Si, sólo pensaba...- suspiró.

-¿En qué?,- el alfa dejó tiernos besos en su mejilla, sólo posaba sutilmente sus labios mientras acariciaba su estómago con suaves toques y lo abrazaba, esparciendo sus feromonas al notarlo triste.

-En nosotros, ¿qué va a pasar ahora?,- Horacio seguía con la idea de marcharse, pero con su marca, sabía que si se alejaba de su alfa, las cosas iban a ponerse feas, la tristeza, el pesar, la angustia de no tenerlo cerca...lo necesitaría y no lo tendría, la marca iría desaparaciendo poco a poco y estaba preocupado.

-No quiero que te vayas, eso ya lo sabes Horacio pero, es tu decisión, puedes quedarte aquí, seguir con tu empresa y hacer más fuerte este vínculo, darnos una oportunidad y bueno...formar una familia en el futuro, o... puedes marcharte y dejar que el tiempo se encargue de hacer desaparecer esto,- acarició la marca con sus dedos y luego la llenó de besos, provocándole al omega infinidad de escalofríos.

-Eso es lo que estoy pensando, tengo la oportunidad de mi vida en Miami, pero aquí tengo todo lo que quiero, a Gustabo, Alanna, una empresa que es mía y que me ha costado mucho levantar...y, a tí,- se dió la vuelta y conectó su mirada con la de su alfa, llevó sus manos al blanquecino y ojeroso rostro, acariciándolo mientras el ruso cerraba sus ojos y se dejaba hacer, mientras le apretaba contra su cuerpo.

-Dios mío Horacio, si alejas tu aroma de mí, si te vas y pierdo tu calidez, si no despierto cada mañana abrazándote, creo que puedo morir tranquilo porque solo te necesito a tí para ser feliz,- las lágrimas cayeron por el rostro del omega, observaba como el alfa apretaba su mano que acariciaba su pálido rostro y la besaba.

-Esto es lo que siempre quise, sin embargo...llega en un momento inoportuno, no sé qué hacer Viktor...yo...- el alfa abrió sus brillantes grises y lo miró fijamente.

-Dilo sin miedo...puedo sentirlo, dilo,- lo atrajo más hacia él, quedando ambos rostros pegados y sus frentes juntas.

-Te quiero,- se abrazó a su cuello y el mayor lo besó, agarrando el precioso rostro del cual limpió cada lágrima que caía incesante con sus pulgares.

-Te quiero omega, mi omega,- sus corazones y respiraciones se sincronizaron sintiéndose uno.

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Los dias pasaron, ambos compartían mucho tiempo juntos, trabajaban cada uno en su oficina a petición de Gustabo y Viktor, los alfas no deseaban permanecer mucho tiempo compartiendo el mismo espacio, así que cada día al acabar de trabajar, el alfa ruso se veía con Horacio, pasando las noches juntos en la casa de cada uno, intercalando según sus necesidades.

El omega le había contado a su amigo lo que había pasado, por mucho que quisiera ocultar su marca ante los demás, la actitud protectora y acaparadora del peligris hacía ver que algo había cambiado, ya que el de cresta le correspondía cada muestra de afecto y se dejaba hacer encantado tanto en público, como en privado.

BITE ME AND LOVE MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora