Se ha ido

32 1 0
                                    

Un día como cualquiera caminando por la cera, encontré a un hombre gritar: -Atención que el señor Montrove se ha ido ¡Se ha ido!
Pensando solamente en encontrar a mi padre en casa con el impulso de un sentimiento indescriptible, no sabía si estaba triste, asustada o enojada conmigo misma... Esa mañana le había dado un beso en la frente y me dijo -Calma hija mía solamente tu y yo sabemos lo brillante que es la vida. Recordando esas sabias palabras aún más grandes eran mis ganas de llegar a casa, a una cuadra quedaba la de mi abuela y como no la pasé saludando hizo que me regresara a saludarla, y gritó -Sam! Sam! Hija, a donde vas con tanta prisa? Al escuchar eso solo regresé le di un beso y un fuerte abrazo pensando aún en que no podría llegar a tiempo y en mi mente repitiéndose esas palabras, las que mi padre me dijo.
Sólo me faltaban dos cuadras mas y decidí correr, al correr me tropecé y me raspé aunque eso no impidió nada, solo me levanté y seguí corriendo.
Llegué a casa al fin y mi madre en gritos lloraba y decía: -Que haré sin él, que pasará con mis hijos!
De pronto corrí a abrazarla y me rechazó con tanta ira. Ella se subió al auto y no me subí a tiempo, ella me dejó sola en la casa. Tanto que hice por llegar a casa para no saber nada de mi padre y donde está.

Caminando de vuelta a casa de mi abuela escuché otra vez lo que me había dicho mi padre -Calma hija mía solamente tu y yo sabemos lo brillante que es la vida. Y eso que dijo mi padre era la realidad, solo él y yo sabíamos todo lo que habíamos hecho.
De tanto caminar ya me había cansado y me senté en una acera, con los codos puestos sobre mis rodillas recostando mi cabeza sobre mis manos, me puse a pensar pero finalmente me quedé dormida.
Al día siguiente escuchaba voces que decían: -Pero que hace aquí? Qué pasa con ella?
Eran mis compañeros de clase y luego escuché que mi hermano pequeño lloraba y de prisa me levanté porque sabía que mi madre venía, siempre con tanto enojo mi madre me levantó agarrándome fuerte el brazo, me subió al auto y no paraba de gritarme, Steve no paraba de llorar y mi madre cuando llegó a casa se salió del auto y me bajó a mí pero a Steve lo dejó en el auto, con todos los vidrios cerrados y con llave con una temperatura de 34 grados.
-Madre sácalo! Le grité con tanto enojo y lo único que conseguí fue que me metiera con él.
Cuando estaba con Steve sentía que juntos nos moriríamos, me sentía afortunada de estar junto a él.
Cuando recosté mi cabeza sobre el vidrio solo escuchaba los balbuceos -Aba bubu mana mana Zham. Al escuchar que Steve había dicho mi nombre, con tanta alegría lo abracé y le grité ¡Steve dijo una palabra! ¡Steve dijo una palabra!
Pero mi madre seguía dando vueltas de un lado a otro agarrándose la cabeza con tanta fuerza.
Steve se había quedado dormido, yo no me quería dormir porque no quería que le pasara algo, aunque yo sabía que podía salir del carro no podía, mi madre regresaría a meterme.
Y con Steve esperamos hasta que anocheciera pero me quedé dormida.

Mi madre se subió al auto y nos llevó a un lugar solo y había un barranco, tomó una caja que llevaba en el auto y me dijo: -Sam ya no sufrirás, acá está tu padre y no sabremos nada mas de él. Tiró sin cenizas y al ver eso yo me le tiré y le dije que era un ser despreciable, no me explicó cómo murió mi padre ni que fue lo último que dijo.
Nos llevó a casa pero con Steve esperamos a que se durmiera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 19, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dulce TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora