Strange.
—Deseo morir.—Dije delante de Charles.
El jefe del grupo de los iluminati me observó en silencio.
—Deseo morir y acabar con todo lo que he hecho, no merezco el derecho a la vida, señor Xavier.
—Concordamos con tu decisión, Stephen Strange. Es hora de acabar con ésto.
Delante mío se encontraba el grupo más grande de líderes mundiales mientras mi corazón latía a mil por hora sabiendo que mi viaje acababa. No sé si realmente estoy arrepentido de ésto, America fue puesta en libertad y Wanda huyó.
—No busquen a Wanda Maximoff. Ella no tuvo la culpa de nada. Yo la he obligado a ayudar.—Mentí.
Charles Xavier me observó en silencio.
—¿Está mintiendo?—Preguntó Reed. Charles se giró a él.
—Dice la verdad. —Murmuró.—Gracias por tu sinceridad, Stephen. En otro universo serás recompensado.
Negué mientras veía el cielo con la mirada clavada en tristezas y agonías.
—No. No lo merezco.—Murmuré.
Black Bolt me observó en silencio.
—Te extrañaremos, Stephen Strange. Busca un buen destino en otro universo. Deja tu egoísmo de lado, tu alma estará en paz. Haz hecho lo correcto.
He hecho lo correcto, pero no se siente correcto. Espero que Wanda esté bien en la nueva cabaña a la que ha huido...
Espero que ella vuelva a encontrar a su alma gemela.
Lo merece.
Y también su niño.
—Estoy listo.—Murmuré.
Cerré los ojos y tragué saliva pensando por última vez en aquellos ojos marrones que me llevaron al borde más siniestro de toda mi personalidad, esperando con mucha suerte volver a encontrarme con él para evitar cometer mis estúpidos errores. No me merezco a Tony, no merezco absolutamente nada de Tony.
Pero quiero que pensar en él mientras mi garganta se cierra, mi visión se pone borrosa y mi respiración se corta.
Pensar en él.
Y en nadie más que él.
Perdón. Perdón por todo.