Kyu: Calzones

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El agua en su vaso no se sentía refrescante. El aire acondicionado había quedado descompuesto la noche anterior y ellos habían tomado aquel cuarto a toda prisa. Las gotas de sudor hacían brillar sus pecas en sus glúteos, los chupones en sus hombros, pecho y cuello y el tatuaje en su vientre. Sin embargo, también le producía ciertas incomodidades...

—¿Cuándo me pusieron esto-? Oh, cierto...

La incómoda sensación entre sus nalgas resaltada por estar sudando era un pequeño tapón anal. Sam se lo había regalado con motivo de cumplir un año teniendo relaciones. La noche anterior. A vista de George y Mazzie.

La única forma que tenía la banda de capear el calor matutino era combinar la desnudez de sus miembros y arrimarse a los brazos de Morfeo a toda costa. A pesar de ello, Mazzy y George mantenían su abrazo en su cama. Sam, al notar que la cama era toda suya, se esparció a sus anchas por el colchón en un primer momento.

Los anillos circundando sus pezones estaban adornados con orejitas de conejo. Aún se preguntaba si se los había conseguido modelando por la revista Playbono y por qué nunca le había modelado con su traje de conejita. Pero el tema de conejo era bastante apetecido por su novia; su vientre tenía un tatuaje de corazón con orejas y arriba de su ombligo tenía el logo de la revista para adultos.

—¿Luna? ¿Luna, estás ahí?

—Hola, honey.

Un beso que hedía a cabellos sudorosos y humedecido por la proximidad de sus rostros. A Luna poco le importaban aquellas incomodidades, dejándose ensortijar por las pegajosas manos de su novia e intercambiando fermentados alientos.

—¿Cómo está el agua, Luna?

—Nunca se enfría. Saldrás más sudada que cuando entraste... Aunque yo podría darte...

—¡Luna! Que Mazzy y George están ahí-

La mano derecha de Luna bajó hacia el pecho izquierdo de Sam y acarició con las yemas de sus dedos el pezón. Sam no pudo evitar un gemido que dio un tañido en los oídos de la música.

—No parecías tan tímida cuando mis dedos anduvieron afinándote la voz ni cuando me conectaste al amplificador, mum.

—Luna, estábamos curadas a cagar. Pero- Mmm, sí. Igual... igual necesitaría un buen... ¡Ufa!

Ahora el pellizco tironeaba el seno completo hacia afuera. A Sam no le molestaba aquello, pero si diría algo tan escandaloso que incluso los vecinos de las habitaciones contiguas oirían.

—¿Tienes caña?

Esa sonrisa cómplice que la rockera le dio fue correspondida con una breve risa bufada por parte de la levantada. Pronto sus labios reemplazaron sus dedos y estos últimos acariciaron la piel al bajar hasta su vientre.

Su suave pubis escondía una pegajosa estufa que solo se calentó más al comer los dedos de Luna, dando ligeros mordisqueos a su pezón y aprisionando suavemente el otro entre sus yemas. Si bien las orejitas chocaban con sus dientes, la música continuó intentando sacarle leche a su novia.

Pronto, los gemidos de Sam no dejaban de reverberar dentro de la cabeza de Luna, acompañando las caricias sobre su esponjada cabellera y los besos sobre la sudada frente. Cada uno de estos era seguido de una relamida, como si chupase un helado tan exquisito que debía comérselo lento.

Hasta podía sentirlos llegar detrás suyo, aunque un poco más roncos...

—¡Chicos, ya despertaron!

—Nada vence una buena cruda más que un rico orgasmo, ¿no crees George?

Pero Mazzy no quería que este le respondiese más allá que con unas entusiastas pinceladas de carne rondando sus labios y sintiendo los suyos alrededor de su propio pincel. Con un breve y amordazado "así es" bastaba para entender de sobra.

Entrevistas con Rita LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora