Entrevistas con Rita Loud

Ni: Silencios

Aquel sábado transcurrió en silencio desde aquella pregunta. La victoria del equipo de Lynn y su rol protagónico distrajeron la atención del resto de la familia a las intermitentes miradas entre Luna y Rita, quienes muy pocas veces coincidieron. En estas ocasiones, entre la algarabía de los hinchas, la celebración de la familia comiendo submarinos y la rememorización del partido en la sala de esta, ambas esquivaron la vista de la otra, sonrojándose de vergüenza.

"Joder. Esto es justamente lo que me imaginaba. Todo el día sin decirme una sola palabra desde esa... Así es como podría pasar con Sam... ¿Por qué le dije eso? ¿Por qué me sentí tan...? ¿Habrá sido su aroma...? ¿Su escote...? ¡...! Mierda, sí. ¿Cómo no me había...? ¿Pero...? Sí. ¿Por qué ahora?". Desde su cavilación, el oscuro techo parecía estar tan cercano a ella, haciendo posible que los ronquidos de Luan fuesen ignorados por la música.

"¿Me habré fijado en Sam por algo como los senos de...? ¿Alguna vez...? Es decir, sí me he fantaseado a la Sam y yo haciéndonos tijeras... Pero no pienso en ella completamente de esa forma... No me atrajo... Es bonita, pero... Quizás tenga un buen par de nalgas en esos pantalones ajustados, pero no me ando fijando tanto en ello...". Suspirando, recordó la primera vez que se conoció con Sam.

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Intentaba sacar de oído "Mambo de Machaguay"; ese solo de guitarra en el intro parece ser el grito del pulento en el terremoto de las baterías. Era un fuego que deseaba tocar por mis propios dedos, pero siempre me caía siguiendo el piano. Me había propuesto no revisar internet más que para buscar la canción. Así que la frustración siguió amontonándose hasta que dejé mi dama de cuello largo descansar...

Apenas empecé a mirar mis endurecidos callos en mis dedos, una sombra y una voz invadieron mi metro cuadrado. Ella preguntó si podía tomar mi guitarra e intentar tocar esa parte que me complicaba. Con más curiosidad que compañerismo se la pasé. Logró hacer lo que yo no en minutos. Luego me enseñó a hacerlo, para decirme que era lo único que se sabía de esa canción. Ahí me tocó a mí demostrarle mis habilidades.

Mientras tocábamos, conversamos de las cosas que nos interesaban. La charla fue animadísima, llegando a ignorar que debíamos entrar a clases, que las clases habían terminado, que estaba atardeciendo... Solo cuando las luces del patio se encendieron nos dimos cuenta de lo entusiasmadas que estábamos hablando sobre música, guitarras y Mick Swagger. Como dicen por ahí, la curiosidad mató al gato. Y ella me llamaba; más que satisfacerme esa conversación, lo único que sentía eran más ansias para conocerla.

Y cada día que pasaba, me sentía más cómoda y atraída a la Sam. Mijita rica. Me encanta pensar en ella... Podemos hablar de lo que sea, tocar canciones, debatir de política, chismear sobre mis hermanas... Es perfecta para mí.

¿Pero cómo se lo hago saber sin joder lo que tenemos ahora? Desde que George y Ruth están saliendo juntos, veo que siempre andan peleándose y discutiendo por idioteces... Es otro peligro que puedo tener si soy directa con Sam...

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El hangar de la piscina sobre sus cálidas y calmas aguas enceguecía su pacífico flotar en la superficie. Su apacible desliz terminó cuando chocó con un suave cuerpo que no supo reconocer. Apagando el intenso fulgor sobre sus ojos con una goteante mano, vio que había topado con el vientre de su madre.

Podía ver desde esa posición los senos de la mujer, escondiendo la totalidad de su rostro. Nada decía ella, solo posando sus manos sobre los pecosos hombros de la muchacha. El leve masaje de sus palmas le tranquilizó las ganas de levantarse por unos momentos, pero no duraría para siempre esa paz.

Al incorporarse, notó que vestía su tradicional bikini improvisado y una pulsera en su tobillo, mientras que su madre usaba su traje de una pieza blanco y su sombrero de ala ancha. Se afirmó en los brazos de ella, llevando su mirada de sus firmes pechos al rostro. Tanto la sombra de la prenda como el flequillo tapaban los ojos de la mujer, quien empezó a sostener a la muchacha desde sus brazos.