Capítulo 4.

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-Voy a matarte.

-¡LIBÉRAME!

-Él está cerca.

-¡No estás a salvo!

-¡SÁCAME DE ESTE LUGAR!

-AAHHH

Los gritos desgarradores se hacían más frecuentes en la cabeza de Elios, haciéndolo levantarse de un salto de la cama con sudor frío recorriendo su espalda y su frente, su respiración estaba agitada y le costaba respirar, su cuerpo temblaba y sus ojos dorados estaban brillando otra vez.

Desde hace una semana, después de la discusión que Elios había tenido con su tío, las cosas comenzaron a tornarse extrañas. Unas voces mezcladas le susurraban en su cabeza débilmente de vez en cuando, pero Elios trataba de ignorarlos. En esas ocaciones, Elios se ponía en estado de trance por unos segundos y se desconectaba del mundo real. Sus amigos notaron esto y empezaron a preocuparse, pero Elios los calmaba diciendo que estaba cansado. Durante el día esas voces casi no se escuchaban, pero cuando estaba dormido las voces le gritaban de forma desgarradora, suplicando con cada grito ser liberados. Pero, ¿liberados de qué?

Elios quería respuestas a todo lo que estaba pasando, pero la persona que podía darle esas respuestas ya no era confiable. Luego de darse un baño, Elios se alistó para salir y se dirigió al edificio de investigaciones de la iglesia, quería despejarse un poco y necesitaba ganar algo de dinero para pagar la renta de su casa.

Si Elios lograba completar el caso que tenía asignado y liberar a la persona afectada por el demonio que la estaba poseyendo, ganaba una cantidad bastante alta de dinero. Para Elios era un trabajo sencillo, además podía usar su habilidad libremente, sin necesidad de contenerse.

Al entrar al edificio las personas de la recepción lo recibieron amablemente y con alegría. Por fortuna, él padre Andrew no se encontraba en el lugar.

-¡Elios! Hace bastante que no te veía por aquí. ¿Cómo has estado? Sé te ve horrible.

-Gracias, William. Yo también te extrañé.- dijo Elios mostrando una sonrisa de fastidio. -Oye, ¿está el señor Miles? Necesito verlo.

-Si, está en su oficina ahora. Tuvo que encargarse de varios casos mientras no estabas, ya que el padre Andrew dijo que no vendrías por varios días.

-Si, bueno, ya estoy aquí. Voy con el señor Miles para ayudar un poco, nos vemos luego, William.

-Buena suerte, la vas a necesitar.- Elios se despidió de William y de otras personas para dirigirse a la oficina del señor Miles.

Elios era bastante conocido en el edificio de investigación de la iglesia, ya que desde los diez años empezó a hacer exorcismos supervisados por el padre Andrew y el señor Miles, jefe de la sección de investigación y poseción. Ya pasaron once años desde ese entonces, por lo que ese edificio era como una segunda casa para Elios.

La oficina del señor Miles estaba cerrada, lo que significaba que estaba muy ocupado para recibir a alguien en esos momentos. Elios llamó a la puerta y esperó la respuesta de adentro.

Pasaron unos segundos cuando la respuesta se escuchó del otro lado de la puerta.

-Si eres Elios, entra ahora.- dijo una voz que parecía enojada desde dentro de la oficina.

"Seguro no salgo con vida de esta...", pensó Elios, tragando saliva para luego abrir la puerta, asomándose por el marco de ésta.

-Buenos días, señor Miles.- la voz de Elios sonaba un poco temerosa.

-¿Qué tienen de buenos? Mi más fiel alumno desaparece y ahora tengo que encargarme de casos extra que no puedo manejar sólo.- el señor Miles parecía ciertamente estresado y enojado.

Tentado por el DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora