Capítulo 5.

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Elios abrió sus ojos lentamente, se sentía mareado y un poco aturdido. Poco a poco recordó lo que había pasado hace unos momentos en la habitación de Judith y la charla que había tenido con el demonio secundario que había en su cuerpo.

Al despertar completamente, Elios miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en la enfermería del edificio de investigación, acostado en una camilla. A su lado, el señor Miles tenía una mirada indescifrable en sus ojos, perdido en sus pensamientos.

-¿Qué pasó...?- la voz de Elios salió un poco débil y ronca, seguramente por el susto que había tenido anteriormente.

-Colapsaste.- dijo el señor Miles de forma bastante dura. -Pensé que ese asunto tuyo lo tenías controlado.- Miles parecía realmente enojado, pero también se veía bastante preocupado.

Elios se sentó en la camilla con dificultad mientras pensaba: "En verdad creí que lo tenía controlado, pero nunca pensé que sucedería algo así...".

-No creí que fuera tan grave, señor. Lo lamento, no volverá a suceder.- Elios estaba cabizbajo, esperando algún castigo por parte del señor Miles.

-No te preocupes, muchacho, no habrá una próxima vez.- al escuchar esto, Elios abrió los ojos como platos y miró inmediatamente al señor Miles. Esto no estaba pasando.

-¿Qué...?

-Confié en tu palabra porque en serio necesitaba una mano extra, pero después de esto no puedo dejar que trabajes más en mi sección.

Elios no podía creerlo. Después de once años, era la primera vez que le ocurría algo así, era la primera vez que un ente se ataba a su vida diaria y, que por culpa de ello, lo echaban de la sección de investigación a la que se había dedicado toda su vida. Tantos recuerdos en ese edificio, tantas personas a las que había salvado y el tiempo invertido en cada caso, prácticas y entrenamiento... todo se iría a la basura.

-Pero, señor...- Elios quería hablar y saber el por qué, pero el señor Miles lo interrumpió.

-Lo que está atado a tu alma es verdaderamente poderoso, es un peligro para tí y para otros que sigas haciendo esto. A partir de ahora, ya no trabajarás para mi sección ni para esta iglesia. Esta vida ya no es buena para tí, muchacho. En serio lo siento.- la voz del señor Miles sonaba forzada, como si no quisiera hacer lo que estaba haciendo.

Miles le dio una palmada en el hombro a Elios para luego darse la vuelta y retirarse, pero Elios seguía aún sin poder creer lo que pasaba. Elios apretó los dientes, mordiéndose la lengua, rendido y obligado a aceptar su despido. Antes de que el señor Miles abriera la puerta, Elios habló por última vez.

-¿Cómo están Judith y el señor Boons?

El señor Miles estaba de espaldas hacia Elios, por lo que fue imposible ver su reacción. Se quedó inmóvil por unos segundos y luego se dio la vuelta para responder con una diminuta sonrisa.

-Están bien, no te preocupes. Y, antes de que me olvide, el dinero ya fue depositado a tu cuenta. Buen trabajo, Elios.- luego abrió la puerta y se fue, sin más que decir.

Elios estaba completamente aturdido, la única vida que conocía estaba acabada, todo por lo que había trabajado por once años se esfumó rápidamente en un abrir y cerrar de ojos. Las respuestas que había querido ya no podía obtenerlas, Elios perdió la única oportunidad de saber más sobre su situación y sobre aquél hombre que seguramente lo seguía vigilando. Ya no quedaba nada sobre la vida que antes tenía. Ahora sólo le quedaban sus amigos.

Elios salió de la enfermería y pasó por la recepción del edificio para despedirse de William y de otras personas, pero extrañamente no había nadie. Para Elios esto era bastante raro, ya que William siempre estaba en su lugar de trabajo y no se movía a menos que el señor Miles se lo ordenara. Elios trató de ignorar esto y se marchó del edificio, pensando que seguramente era una reunion en la que todo el personal debía estar.

Tentado por el DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora