-Surgió un cambio de planes. Olvídate de ese chico.
-N-No hablas en serio...
Para otras personas, Uriel estaba hablando solo, ya que nadie veía al demonio con el que estaba hablando en aquella banca escondida en las sombras de la fría noche. La silueta de un gato a penas se veía, pero aún así, Uriel estaba asustado y nervioso ante la presencia del felino.
-Hablo muy en serio. Aléjate de él.
Los ojos blancos y vacíos del gato miraban fijamente a Uriel, penetrando su alma y haciéndolo temblar hasta los huesos. Uriel tragó fuertemente, con sus pensamientos enredados y hechos un lío, estaba muy inquieto y su cuerpo comenzó a sudar en frío. El gato seguía mirando a Uriel tranquilamente, sin mover ni un solo pelo ni bigote, intimidando aún más al muchacho de cabello azulado.
Uriel no quería alejarse para nada de Elios, era imposible cumplir con la petición de aquél demonio. Nunca se le pasó por la cabeza dejarlo y, aunque no quería aceptarlo, Uriel estaba obsesionado con el castaño.
Sus padres no fueron un buen ejemplo y su vida nunca fue de un color alegre. Su madre nunca lo vió como a un hijo y jamás lo cuidó, su padre era alcohólico y siempre que llegaba a su casa se desataba una guerra constante de palabras y cosas volando de un lado a otro con intenciones de herir. Uriel fue maltratado en su propia casa por sus progenitores y en la escuela era maltratado por sus compañeros.
Cada día y cada noche, Uriel aguantó y aguantó por años y, como consecuencia, su ira y sus deseos sombríos crecieron junto con él, oscureciendo su corazón y sus pensamientos. Al momento de entrar a la universidad, su bienvenida no fue diferente que en las escuelas anteriores a las que había ido. Sin embargo, Elios fue la única persona capaz de ayudarlo y darle la luz que creía inexistente.
La amabilidad y el buen corazón de Elios hicieron que Uriel se volviera egoísta, deseando tener todo de Elios para él solo sin importarle lo que tuviera que hacer.
Una noche, el padre de Uriel llegó borracho y, como era de esperarse, nada terminó bien. Uriel se llevó la peor parte, ya que la golpiza y los insultos cayeron sobre él, y no solamente de parte de su padre, sino también de parte de su madre. Uriel ya no podía aguantar más, por lo que el deseo de tener a Elios para él mismo y la oscuridad que había en su corazón lo llevaron a la desesperación, viéndose obligado a vender su alma a un demonio supremo con forma felina, utilizando los cuerpos y la sangre de sus padres.
El día en que Uriel desapareció por varias horas en la universidad, las personas que lo acosaban lo habían dejado casi muerto, con varias heridas de cortes con navaja y golpes brutales en su cuerpo, consecuencia del actuar de Elios al defenderlo. Fue entonces cuando el demonio supremo con quien había hecho un trato tomó cartas en el asunto. Vaya uno a saber lo que ese demonio habrá hecho con esas personas.
El demonio con forma felina supo de inmediato cuales eran las intenciones de Uriel con Elios, pero aún así nunca interfirió en sus asuntos porque le parecían aburridos y una pérdida de tiempo. No fue hasta que descubrió quién estaba detrás de Elios y el terrible fin que le esperaba tanto a él mismo como a Uriel, además del secreto que el castaño escondía sobre su habilidad, por lo que decidió convencer a Uriel de que se olvidara del chico. Pero Uriel no daría el brazo a torcer.
-¿Me pides que me aleje de él?- la mirada de Uriel estaba apagada y sus nervios se habían ido, siendo reemplazados por el enojo.
-No te lo estoy pidiendo amablemente, te lo estoy ordenando. No tienes otra opción.
-¿No se supone que tú debes hacer lo que yo te diga?- la voz de Uriel sonaba amenazante y sombría y sus ojos se clavaron en los huecos blancos y vacíos del felino, estaba bastante enojado. -Si estás aquí es gracias a mí, no te atrevas a decirme qué hacer. Lo único que tienes que hacer es cumplir con mis peticiones. Ni más ni menos.
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Tentado por el Diablo
ParanormalElios tiene un pasado con muchos misterios sin resolver y, aunque tiene una vida casi normal, un suceso hará que busque respuestas a varias incógnitas que su tutor nunca quiso responder. Su alma y su destino le pertenecen a alguien más, pero Elios...