7

6.1K 489 64
                                    

Hoy ya era viernes, y como estaba libre los viernes me apunte en una clase de baile que está a unas cuantas cuadras de mi casa.

– ¿A qué hora vienes? – Me pregunto Matt en el oído mientras me abrazaba por la cintura.

– No lo sé – Mire el reloj que estaba colgado en la pared, marcaba ocho treinta de la mañana – Medio día quizás – Respondí.

– Estaba pensando en ir almorzar juntos... Ayer en la mañana fui a explorar la ciudad y vi un lugar muy lindo que seguro te encantará – Me hizo girar sobre mi eje para dedicarme una sonrisa.

– Está bien – Le sonreí y deposite un beso fugaz en sus labios.

Me dirigí a la puerta y salí. Al salir completamente a la calle tome mis audífonos y mi celular, abrí el reproductor de música y coloqué Tighten Up de The Black Keys. Hice unos cuantos estiramientos antes de comenzar a correr, no quería tener lesiones más tarde.

Mientras iba corriendo pase por un parque de juegos donde había un grupo de chicos saltando los grandes juegos de hierro, me sentí inquieta al ver como los saltaban si miedo a darse un golpe fuerte. Disminuí la velocidad para mirar un poco más de tiempo aquellos chicos que me comenzaban a preocupar, entonces dirigí la mirada al chico que más resaltaba en ese grupo, llevaba sus típicos pantalones de chándal esta vez sin camisa, dejando a la vista unos espectaculares abdominales y grandes brazos. Resaltaba ya que su piel era la más pálida, a diferencia de los otros chicos que son un poco más bronceados y uno que otro moreno.

Su mirada se encontró con la mía, la aparte de inmediato, no quería tener ningún roce social con él, pero parte de mi si lo quería, parte de mi le gusta el peligroso. Él es ese tipo de persona u objeto que quieres tener, pero sabes que no puedes porque hace daño, y a veces el deseo de poseerlo puede ser más grande que no aguantas y lo consigues sin saber que el daño será más grande del que imaginabas. Así me pasaba en este momento.

El hacía que me olvidara de todo al alrededor, es como si fuera un hechizo, del cual estoy luchando por romper, pero la fuerza que van en contra la mía aumenta, y cada vez más se me hace difícil.

La forma tan siniestra en que te mira y sus movimientos lentos y desesperantes te sofocan, al igual que el sonido de su voz, ronco y suave.

Repentinamente siento que jalas mi brazo, sacándome de mi trance, segundos después veo que un auto a todo dar pasa frente a mí. Con el ceño frunció retiro los auriculares de mis oídos y doy una vuelta, encontrándome con el culpable de mi distracción, mis ojos se perdieron en los de él, y pronto en sus labios. La sangre se me helo al verlo entreabiertos.

– Pon los pies en la tierra, preciosa – Pronunció con una hermosa sonrisa en sus labios, aunque su voz sonaba un poco irritada.

– Es que... – Baje la mirada un segundo comenzando a jugar con mis dedos – Si, lo siento, debo andar menos distraída – Metí un mechón rebelde detrás de mis oídos.

– Y también mírame cuando te hablo – Levanto mi rostro por el mentón. Mis ojos se encontraron con los de él, inmediatamente se conectaron.

– ¡Hunter! – Lo llamo una voz varonil.

– Nos vemos luego, Brooke – Se acercó a mí y deposito un beso en la comisura de mis labios. Mordí mi labio inferior para evitar que temblara ante el contacto de los de el cerca de los míos. El sonrió – Me gusta cuando te poner nerviosa, y más cuando yo soy el culpable de ese nerviosismo – Su mano acarició mi mejilla – Cuídate, preciosa – Soltó mi mejilla y se fue.

Solté un suspiro antes de comenzar otra vez a trotar.

Llegue a mi casa en menos de cinco minutos, pensé que había llegado tarde, pero ni siquiera había llegado la maestra. Deje mi bolso encima de unos bancos junto a otros, minutos después entro una chica morena de cabello rizado de algunos treinta y tanto, muy hermosa.

– Buenos días, chicos, ¿Qué tal están? – Pregunto entusiasmada la mujer – ¡Hoy estaremos aprendiendo a bailar bachata! – Todos los presentes comenzaron a gritar, incluyéndome. La bachata es mi baile favorito, y lo se bailar muy bien gracias a mi madre que es dominicana y me enseñó a bailarlo de pequeña. – Agarren parejas.

Mire a mi alrededor y vi un chico rubio acercarse a mí con una sonrisa.

– Hola, soy Aaron – Me extendió la mano, la acepte con una sonrisa

– Soy Brooke

– ¿Quieres ser mi pareja de baile, Brooke?

– Claro – Acepte.

(...)

– ¿Te gusta el lugar, princesa? – Me pregunto Matt con una sonrisa mirando el menú.

– Si, me encanta – Dije admirando el alrededor.

Me había traído a un restaurante hermoso en las afueras de la ciudad con un hermoso lago al frente donde había niños jugando y gente pescando.

– ¿Qué quieres para comer? – Pregunto sin despegar la vista del menú.

– Mmmmh – Mire el menú – Costillitas agridulces.

Matt me miro, provocando mi risa.

– No entiendo como comes cualquier cosa sin miedo a engordar – Una pequeña sonrisa apareció en sus labios a la vez que dirigía su mirada de vuelta al menú.

Segundos después el mesero tomo nuestra orden. Matt me miró fijamente.

– ¿Cómo se comporta Hunter contigo? – Preguntó juntando sus manos. Fruncí el ceño ante su pregunta.

– Bien... – Dije recordando si alguna vez se me comporto mal conmigo – ¿Por qué lo preguntas?

– No me agrada – Contesto negando con la cabeza.

– Ningunos de los chicos que se me acercan te agradan – Hable indiferente mirando el entorno.

– Tienes razón, de algún modo siento que le gustas, y eso no me agrada.

Suspire profundo antes de volver a mirarlo – Está bien que me ames, y que me cuides de otros chicos, pero debes entender que también puedo tener amigos hombres. Tu tienes muchas amigas mujeres y yo no te he dicho nada.

– Esto es diferente – Aparto la vista de mi unos segundos – Ellos son hombres, y tú eres mujer...

– ¿Y eso que? – Lo interrumpí – ¿Qué estas tratando de decir, Matthew Lewis, que me pueden seducir y puedo caer en sus ganchos? – Dije enojada. No puedo creer que piense eso.

– No, nena, no quise decir eso – Intento tocar mi mano.

– Joder, Matt – Me pare de la silla y me dirigí a la salida del lugar.

– Brooke, déjame explicarte – Agarro  mi brazo he intento detenerme.

– ¿Desde cuándo acá eres tan inseguro en cuanto a mis amistades? – Me cruce de brazos esperando una respuesta, me comencé a desesperar al ver que no contestaba.

– Nena... – Abrió la boca para decir algo, mas en sus ojos se veía que no quería  decirlo – Yo te amo.

Reí irónicamente – Eso ya lo sé,  lo que quiero saber es porque tu inseguridad, si al único hombre que me he entregado ha sido a ti.

– Yo...

– Ya no quiero hablar de eso – Lo interrumpí – Llévame a casa y tu regrésate a Los Ángeles.

– Nena...

– Nada de nena ni nada de que otras mierdas, devuélvete a Los Ángeles hasta que se te pasen tus jodidos y repentinos celos.

______


Lo siento, lo siento, lo siento. Lo siento por tardar tanto en subir, de aquí en adelante prometo subir las seguido.

Damnific ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora